El hombre de campo es una persona muchas veces difícil de conocer por ser alguien generalmente reservado, pero cuando se trata de trabajo aprende a escuchar y a imitar todo lo bueno que le puede servir para mejorar su sistema productivo. Este atributo sirvió para que los grupos CREA pudieran lograr todo lo realizado en estas décadas pasadas, donde el trabajo en conjunto y el intercambio de experiencias sirvió para insertarse en todo el aparato productivo agropecuario nacional.

En el X Congreso Regional NOA que se realizó en Tucumán y que finalizó anoche, se abordaron temas que no estuvieron vinculados con las actividades productivas, ya que se trataron aspectos vinculados con la institucionalidad, la innovación y creatividad y las empresas propiamente dichas, por lo que no hubo disertaciones meramente técnicas y productivas.

Sin duda que esta orientación de los congresos que vienen realizando los Grupos CREA, en diferentes partes del país, tiene un motivo y pasó a ser algo acentuado y preexistente.

Santiago Kovadloff, uno de los que analizaron los resultados del encuentro y del que fue un activo participante de encuentros anteriores, afirmó que este tipo de eventos está orientado a la identidad cívica y cultural de los productores y de los innovadores agropecuarios. Es cívica, porque la presencia de la política como materia de reflexión debe ser orientada a saber y entender en qué escenarios históricos y sociales actúa el campo, es algo muy urgente; y es cultural, porque es necesario advertir los desafíos que el presente le formula a los hábitos del trabajo y de la vivencia del campo, ya que uno ve un hábito conservador al trabajar con la tierra y además porque hay cambios permanentes en materia tecnológica y científica. La gente del campo va entendiendo lo que es la globalización y el cuidado del planeta, como prerrequisitos fundamentales en la organización laboral.

En este sentido, todo lo que vimos en este encuentro, en cuanto a creatividad e innovación, muchas veces no tiene que ver con el progreso excluyente de la propia actividad, sino con la posibilidad de modernización de un mundo que tiene que ver con la ciencia y la conservación, y que tiene que conciliar lo inédito con lo ya conocido.

El campo debe entender y concebir que la tierra sea su interlocutora y no como un objeto de dominio. Los hombres de campo se han empeñado en los últimos tiempos en el esfuerzo de preservar la tierra, de tal manera que no pague con su vida la rentabilidad de sus frutos. Entendieron (los agricultores) los graves riesgos que trae la contaminación y como aquello que la tierra será muy difícil de conservar sino se la cuida y de que las generaciones venideras no tendrán herencia, porque no habremos sabido conservar y preservar la vitalidad del recurso.

Conciliar los desafíos que plantea dicha necesidad, con un mundo donde la inmediatez es la última palabra, es algo muy difícil de lograrlo y es complicado para el hombre de campo. El trabajo del agricultor está fuertemente vinculado a la espera y a la paciencia, ya que tiene un papel central en la actividad biológica. Es imposible ir contra las estaciones, es imposible concebir la rentabilidad de la tierra sino se atiende a su propio tiempo. Al trabajar en el campo sabemos que la inmediatez no es buena consejera.

Políticos carentes de educación

Pasando a otro tema relacionado a que la clase política debe entender de un buena vez de la importancia económica y social que tiene la actividad productiva, Kovadloff afirmó que la dirigencia política actual nada tiene que ver con aquella que manejó al país a principios y mediados del siglo pasado. Aquella dirigencia no había programado la producción, sino que disfrutaba de la vitalidad del campo. Una cosa fue aprovechar esa vitalidad, y otra cosa fue programar la producción teniendo en cuenta el cuidado de la tierra, las condiciones apropiadas para la crianza del ganado, o a la posibilidad de que la soja no sea un cultivo excluyente. Son desafíos culturales que tienen que ver con la calidad de vida que queremos tener.

Nuestra dirigencia política adolece de una educación amplia, y concibe a la política como un ejercicio de poder, pero rara vez concibe al poder como un ejercicio del conocimiento.

Si los ministerios del futuro se conciben como un espacio de construcción del liderazgo político y no en depositario de las órdenes del poder político, es probable que ese intercambio vaya generando más conocimiento y una visión más profunda de aquello que tan superficialmente se analiza, como que el campo es culpable de todos los males. Es necesario que el dirigente político empiece a tener más necesidad en adoptar conocimiento, y no en tener aptitud estratégica para maniobrar políticamente.

Sin duda que las palabras de este importante filósofo deben ser tenidas en cuenta a la hora de tomar decisiones, que impactarán en el futuro a largo y mediano plazo de la actividad agropecuaria.