El tránsito en Junín al 300 permanecerá cortado hasta que el plan de contingencia que presentarán hoy los propietarios de la librería “León”, comercio que se incendió el martes, sea aprobado por la Municipalidad.
Esta determinación fue confirmada ayer por el arquitecto Luis Lobo Chaklián, subsecretario de Planificación Urbana del municipio. Además, explicó las normativas vigentes que se aplican en estos casos. “Una vez controlado el incendio, les damos un plazo de 48 a los propietarios para que presenten un plan de contingencia que garantice tanto la seguridad edificio como de los peatones. Y, recién después de aprobar ese plan, Catastro realiza una revisión del local”, detalló.
El funcionario también aclaró que la inspección técnica de la librería se llevará a cabo recién cuando el comercio esté limpio. “Este local está habilitado (como comercio) pero continúa siendo una propiedad privada. Es por eso que son los propietarios quienes se hacen cargo de contratar a los especialistas que harán el plan de contingencia. Sin embargo, hay personal del municipio que está colaborando con los propietarios”, concluyó el funcionario.
Algunas de las tareas previstas en ese plan de seguridad ya fueron realizadas por los empleados del comercio y por cinco obreros que fueron contratados para apuntalar una parte del edificio que podría derrumbarse.
Esos trabajos se realizaron hasta las 19.30. Los empleados llenaron dos containers con una parte de los útiles escolares que se quemaron y hoy deberán continuar con ese trabajo. Fabián Aguirre, uno de los obreros contratados, dijo que trabajaron todo el día para apuntalar el depósito que está construido en el techo del edificio. “Ahora sólo nos queda poner la valla de contención para los escombros que se puedan desprender; pero ese trabajo lo haremos mañana (por hoy)”, dijo.
Pablo León, hermano de los dueños de la librería, explicó por su parte que a la siesta un grupo de unas 15 personas intentó llevarse las mercaderías que se había tirado en los containers y que tuvieron que llamar a la Policía para que los dispersara.
A su vez, el joyero José Elías Abdo, cuyo comercio linda con la librería, recordó el incendio del martes. “Los bomberos no podían meter las mangueras ni por la puerta ni por las ventanas. Subí hasta la terraza para ver cómo había avanzado el fuego y vi que las chapas del depósito que estaba en el techo ya estaban al rojo vivo. Por eso les abrí la puerta a los bomberos para que pudieran entrar desde mi local”, explicó.