La campaña citrícola terminó, pero los trabajos en las quintas deben continuar para proteger la fruta que será cosechada el año que viene, sobre todo con las condiciones climáticas que se dieron en los últimos meses. Es por ello que se debe estar atento por la situación sanitaria del limón en toda la provincia, opinó Hernán Salas, coordinador del programa Citrus de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) de Tucumán.

“Las condiciones actuales de humedad y temperatura, si bien inciden en forma favorable sobre la producción, predisponen a la aparición de problemas sanitarios en el cultivo. No todas las enfermedades tienen la misma importancia”, señaló el investigador. La relación comercial entre los países está condicionada, principalmente, por el interés y la disponibilidad para vender (oferta) y comprar (demanda).

Sin embargo, existen factores que pueden obstaculizar estas acciones como por ejemplo, arancelarios, oferta o demanda limitada, políticas económicas y problemas sanitarios, entre otros.

Las organizaciones nacionales o regionales de protección vegetal tienen diferentes políticas para determinar las medidas fitosanitarias para un organismo-plaga.

Se considera a una plaga cuarentenaria (organismo-plaga) cuando posee importancia económica potencial para el área en peligro, aun cuando la plaga no existe o, si existe, no está extendida y se encuentra bajo control oficial.

En este sentido, existen dos enfermedades en los cítricos de nuestra región que revisten esta calificación para importantes mercados: “mancha negra” y “cancrosis”.

Impacto económico-social

La citricultura argentina posee una gran importancia social y económica, siendo nuestro país el mayor productor e industrializador de limones en el mundo (1,5 millón tn). Asimismo, Tucumán contribuye con el 90% del volumen de producción. El 25%, aproximadamente, se exporta como fruta fresca y el resto, como derivados industriales (aceite esencial, jugo y cáscara deshidratada), generando un importante ingreso de divisas.

Los países que componen la Unión Europea son los principales compradores de fruta fresca (más del 60%). Casualmente, “estos son los más interesados en que los envíos no incluyan frutas con síntomas de las dos enfermedades mencionadas”. En este sentido, “el uso correcto (en tiempo y forma) de los productos cúpricos y las estrobilurinas, son dos herramientas clave en la estrategia de manejo de las mismas”.

La “mancha negra” de los cítricos fue uno de los problemas más importantes de la campaña de exportación de limón en 2015, afirmó Gabriela Fogliata (Sección Fitopatología de la Eeaoc). Esto se debió a que hubo una mayor incidencia en algunas zonas de la provincia, complicando la comercialización de la fruta fresca con destino a la Unión Europea, donde esta enfermedad es considerada cuarentenaria y tiene crecientes restricciones.

Citricultores de España reclaman a sus autoridades sanitarias mayores controles de esta enfermedad, a pesar de que estudios científicos han demostrado que el fruto no es una vía de dispersión de la enfermedad hacia áreas libres”, acotó la investigadora.

“Esta situación debe ser tenida en cuenta hoy mismo para la fruta que se exportará en 2016, ya que está en pleno crecimiento y entrando al período más crítico de infección, que es diciembre-enero”.

“La fruta debe estar protegida con cúpricos desde el cuaje hasta el mes de febrero, y la recomendación de la ingeniera Fogliata es incluir estrobilurinas”, en una o dos aplicaciones durante el período crítico mencionado, para alcanzar la máxima eficacia.

Además, hay que complementar el control químico con prácticas culturales que apunten a disminuir la fuente de inóculo secundario, conidios presentes en ramas secas y frutos maduros con síntomas. “La poda que se haya realizado en los lotes y su posterior remoción contribuirá a alcanzar la máxima eficacia de control”. Así también, la cosecha de la fruta de verano, madura y con presencia de lesiones con las fructificaciones del hongo. “Mientras más tiempo permanezca esa fruta en el árbol con la fruta en crecimiento, mayor será el riesgo de infecciones secundarias” por el arrastre de los conidios por el agua de lluvia.