OSAKA, Japón. - El Mundial de Clubes es ignorado en Europa, pero sigue generando adoración en Sudamérica, donde los jugadores ven el torneo como la culminación de sus carreras y los clubes lo consideran como el punto más alto de su historia.
Miles de aficionados de River Plate, vigente campeón de la Copa Libertadores, estuvieron llegando a Japón durante la última semana, con la esperanza de que su equipo pueda dar la sorpresa y destronar al monarca europeo, el Barcelona.
En contraste con la indiferencia en los medios y aficionados europeos, la previa dura semanas en Sudamérica y es comparable a veces con la misma Copa del Mundo.
El club azulgrana, que logró colar el torneo dentro de su cargado calendario, llegó a Japón el lunes, tres días antes de su semifinal frente al campeón asiático, Guangzhou Evergrande.
Tremenda despedida
Por su parte, River Plate lleva varios meses relajado tras ganar la Libertadores, con sus mentes claramente puestas en Japón, y llegó más de una semana antes de su partida. Para su salida desde Argentina, River celebró una sesión de entrenamiento a puertas abiertas en su estadio y fue acompañado al aeropuerto por una procesión con tintes carnavalescos. Una multitud estimada de 25.000 hinchas agitó sus banderas e hizo sonar sus tambores en la ruta de 30 kilómetros hasta el aeropuerto, con fuegos artificiales y decenas de autos siguiendo al autobús del equipo, tocando la bocina incesantemente y formando un gran y ruidoso convoy que colapsó la autopista.
En total, se espera que River reciba el apoyo de unos 15.000 hinchas, que tuvieron que enfrentarse a un vuelo de 30 horas y un enorme gasto para poder viajar.
River, que ganó la vieja Copa Intercontinental en 1986, pero perdió ante la Juventus 10 años después, también tuvo una tumultuosa recepción a su llegada en tren bala a Osaka desde Tokio, con varios cientos de seguidores llenando el andén.
El veterano Javier Saviola, que volvió para acabar su carrera en River, club en el que se formó, afirmó que el club “millonario” siempre estuvo obsesionado con ganar al mejor de Europa. “Empecé a jugar en el club cuando tenía ocho años y eso (la obsesión) ha estado ahí todo el tiempo”, comentó. “El club siempre lo vio como una oportunidad para la gloria, pero esta vez hay más expectativa que en el 96 con la Juventus”, agregó.
El torneo, en el que participan los seis clubes campeones continentales más el ganador de la nación anfitriona, existe en su formato actual desde 2005 y sustituye a la Intercontinental, que era un partido único disputado en Tokio entre los campeones de Europa y Sudamérica.
Los 80 fueron años de dominio sudamericano, pero la globalización del deporte hizo cambiar la corriente y convirtió a los clubes de la región en la cantera de los equipos europeos.
Los sudamericanos están más cerca ahora del nivel de equipos de Asia y África y suelen enfrentar una dura competencia en semifinales, sobre todo ante la tentadora perspectiva de un duelo con un gigante europeo.
Curiosamente, según se amplía la brecha, el entusiasmo sudamericano parece aumentar. En este caso, la esperanza es que un club como River, integrado en su mayoría por futbolistas “obreros”, pueda batir a un Barcelona plagado de estrellas. (Reuter)