Como lo hacía normalmente, Rogelio “El Gordo” Villalba, había instalado un equipo en la vereda de su casa. Los parlantes, a las 7.30, explotaban al ritmo de la cumbia que escuchaba junto a algunos allegados. Pero la fiesta se acabó cuando llegaron los uniformados. Después de más de 10 años de dominio, al hombre que está acusado de ser el “rey” de la venta de drogas en La Costanera fue esposado, al igual que su esposa e hija y otras cinco personas más. Ese fue el destino del sospechoso que, con este negocio ilegal, habría inundado de paco y otros estupefacientes el humilde caserío que está ubicado al noreste de la capital.

La división Drogas Peligrosas de la Policía Federal, al mando de los comisarios Jorge Luján y Rubén Hernández, fue la que investigó el caso durante varios meses. “Sabíamos que estábamos ante una red de narcomenudeo que había hecho culto al perfil bajo en su salvoconducto”, dijo el comisario Luján a LA GACETA. Una banda que tenía un líder que nunca se quedaba con la droga y por eso antes habían allanado siete u ocho veces infructuosamente la vivienda, desde que se sospechaba que había montado la organización.

“No tengo nada”, habría dicho el acusado cuando observó a un grupo de los más de 200 efectivos que participaron del operativo que sacudió la barriada. Pero los investigadores habían ido a buscar pruebas, ya que a lo largo de estos meses recolectaron indicios necesarios para conseguirlas.

En el parte se informó que en los 20 allanamientos que realizaron (18 en La Costanera y dos en Orán, provincia de Salta) los hombres de la Federal, que contaron con el apoyo de Gendarmería Nacional (al mando del comandante Francisco Montero) y de la Dirección General de Drogas Peligrosas (lideradas por el comisario Jorge Nacusse) secuestraron casi 3 kilos de pasta base, productos para estirar la droga, psicofármacos, por lo menos $ 200.000 en efectivo, unos 30 celulares y cinco netbooks.

Con estas medidas, el juez Federal Daniel Bejas, que investiga el caso, sumó pruebas que le permitirían probar que “El Gordo Rogelio” traía pasta base desde Bolivia vía Orán; su esposa, Norma Ruiz, y su hija, María Almaraz, la recibían y de allí la llevaban a otros lugares para que la estiraran hasta siete veces su peso. Cuando terminaban este proceso, sus allegados la trasladaban hasta los diferentes quioscos que habían montado en La Costanera y en otros lugares del sur de la ciudad.

“La orden del Ministerio de Seguridad de la Nación es investigar para desarticular estas organizaciones. No es una tarea sencilla, pero lo estamos logrando”, destacó Luján.

Fuentes policiales confirmaron que “El Gordo Rogelio” ya tiene antecedentes por venta de drogas, pero nunca antes había quedado al desnudo la organización que supuestamente lideraba. En esta oportunidad fue detenido y también dos “mulas” (que transportaban droga en sus cuerpos), tres mujeres que estaban al frente de los “quioscos” de venta -a una de ellas se le dio el arresto domiciliario- y se busca a un tal “Gordo”, que habría sido el encargado de estirar la pasta base. Ahora sólo queda averiguar qué hacía Villalba con el dinero que supuestamente obtenía con el negocio.

Las "mulas" fueron claves para poder concretar el operativo

Paciencia. Esa es la palabra preferida de todos los investigadores. Eso es lo que tuvieron los pesquisas de la División Drogas Peligrosas de la Policía Federal a la hora de realizar los allanamientos. ¿Por qué? Con todo listo, esperaron durante más de tres semanas la llegada de las personas que trasladaban la pasta base en su cuerpo para poder realizar las medidas en La Costanera.

Los federales, a través de las escuchas telefónicas, habrían establecido que Rogelio “El Gordo” Villalba tenía un acuerdo con una familia oriunda de Bolivia, pero que residía en Orán. Sus contactos, de acuerdo al expediente, compraban la droga en el vecino país y, en suelo argentino, las colocaban en cápsulas. Después de ingerirlas, las trasladaban hasta la provincia. Los viajes, al parecer, se realizaban los jueves.

Hace tres semanas, el embarque se suspendió porque la mujer se había indispuesto, por lo que no estaba en condiciones de llevar la carga. Siete días después, por problemas que no están claros, no se comunicaron. El viernes pasado, se suspendió el viaje porque, siempre según la versión de los investigadores, Villalba había decidido festejar el cumpleaños de un familiar.

Sin embargo, el lunes a la noche, lograron escuchar que una pareja viajaría para hacer una entrega. Un dato curioso: “El Gordo” Rogelio le habría pedido que le cambiaran un kilo de pasta base porque, según se escuchó en la llamada, estaba en mal estado. La novedad alteró los planes y el operativo se cerró muy rápido.

Mientras los uniformados allanaban varias casas de La Costanera, un grupo de policías federales aguardaban la llegada de la pareja de “mulas”. Como era habitual, viajaban junto a su hijo de dos años y en un ómnibus de línea. No dijeron ni una palabra cuando los detuvieron.

Al ser identificados, se descubrió que ella tenía un pedido de captura internacional por tráfico de drogas y sobre él pesaba una orden de expulsión del país por sus antecedentes. Fueron alojados en un hospital público hasta que expulsaran las cápsulas, mientras que el pequeño fue entregado a un hogar de tránsito hasta que se resuelva la situación procesal de sus padres.

ANALISIS


Entre señales y propuestas

Gustavo Rodríguez - LA GACETA

En Buenos Aires deben estar contentos. La orden que partió desde el Ministerio de Seguridad de la Nación se está cumpliendo. En menos de 10 días, las fuerzas federales concretaron dos golpes contra el narcotráfico cuando los tucumanos comenzaban a digerir que esta actividad tenía amenazada a la provincia.

Y los resultados son una prueba de ese complicado presente. El lunes pasado se desarticuló la banda que sería liderada por los hermanos García y Julio César Trayán (ex empleado del legislador “Cacho” Cano) que se dedicaba al tráfico de cocaína y marihuana a nivel nacional. Ayer, con la detención de Rogelio “El Gordo” Villalba, se habría desbaratado una red de narcomenudeo que llevaba angustia a La Costanera.

Este es un buen comienzo, no hay dudas, pero falta mucho. La Nación y la Provincia saben que corren con desventaja. El poder “narco”, por la desidia de los últimos años, ha crecido. Y hoy se necesitan esfuerzos extremos para combatir a los señores de la muerte.

El primer paso podría darse mañana. Con el guiño de la ministra Patricia Bullrich, las fuerzas nacionales (Policía Federal, Gendarmería y Policía de Seguridad Aeroportuaria) mantendrán una reunión con funcionarios del área de Seguridad. El tema de discusión será coordinar las tareas que desarrollan. En otras palabras, aunar esfuerzos para conseguir mejores resultados. Otra alternativa surgió desde la Secretaría de Seguridad que conduce Paul Hofer. A partir de los próximos días, los tucumanos podrán denunciar de manera anónima en una página de internet los lugares donde se comercializan drogas o los nombres de las personas que están vinculadas a la actividad. Ojo, la solución a este problema no es mágica, ni tampoco inmediata, pero al menos hay propuestas para salir de la crisis.