Pasaron 10 años sin que las jugadoras de hockey de Atlético pudieran compartir el tradicional tercer tiempo con sus rivales. Ahora, ese tradicional momento volverá a repetirse en el complejo José Salmoiraghi. El “Decano” ya tiene su propia cancha sintética y será inaugurada el viernes, a las 19.15. “Es un sueño hecho realidad y una promesa cumplida”, destacó Lidia Mulki, vicepresidenta tercera del club y una de las que motorizaron el proyecto.
La historia del hockey en el club, que comenzó en los años 70, tiene un grupo de jugadoras que fueron fiel a la camiseta desde sus comienzos: nunca se vistieron con otros colores. Cecilia Romano (49 años) juega desde los 13; Silvia Lizárraga (49) acumula 39 años en el club; Celia Palacios (48) juega desde los 16 años; Emilia Romano (47) comenzó a los 12 años y María Mocoroa (42) está en la institución desde los seis años. Todas integran los planteles mayores.
Las cinco anunciaron que se despedirán este año de la Primera y podrán hacerlo jugando en su propia cancha. El trabajo de los últimos años dio los frutos deseados y Atlético ya cuenta jugadoras jóvenes para iniciar el recambio. Las históricas pasarán a jugar en la categoría Preintermedia con jugadoras de la misma edad. El objetivo ya fue cumplido.
En 2008 Atlético sufrió el éxodo masivo de jugadoras y jugadores. Ese año, la comisión directiva que estaba a cargo del club en ese momento decidió levantar la cancha de hockey para reemplazarla por una de fútbol. Sin embargo, estas jugadoras no claudicaron y les hicieron frente a la adversidad. El amor por el hockey las llevó a peregrinar por diferentes canchas para jugar en las competencias oficiales y pagaron un alquiler para entrenarse. Todo por amor a la camiseta. La historia, como si fuese un cuento de hadas, tuvo un final feliz. En medio de la adversidad apareció Mulki, quien les tendió una mano y trabajó desde la nueva directiva para que el “Decano” no desapareciera del planeta hockey. La vicepresidenta tercera de la institución de 25 de Mayo y Chile cumplió un rol fundamental y contó con el apoyo de otros dirigentes, en especial del presidente Mario Leito, Mario Ávila y Enrique Salva tierra. Ellos prometieron colocar una cancha sintética en el complejo y cumplieron. Además, construyeron vestuarios nuevos.
“Fue un proceso muy triste. Quedamos sólo ocho jugadoras, más el equipo de mamis. Nos inscribimos en Primera e Intermedia y todas jugábamos en ambas divisiones. Nos decían ‘ustedes están locas’. Sin embargo, no aflojamos. Luego, con ayuda de Liz (Mulki) y Nicolás Soto sumamos más de 200 jugadoras entre todas las divisiones, incluyendo al equipo de caballeros. También nos colaboró y colabora muchísimo Juan Vizcarra”, señaló “Ceci” Romano.
Volver a empezar
“Fue como volver a empezar”, agregó Lizárraga. “Tuvimos que volver a juntar gente. Las grandes les hacíamos el aguante a las más chicas. Era difícil para nosotras competir con equipos que tenían muchas juveniles en sus planteles. Pero había que darle para adelante y lo hicimos”, agregó.
La directiva del club siguió apoyando al hockey, con Leito a la cabeza. “Él tuvo mucho que ver. Nos prometió que íbamos a tener la cancha. Cumplió su promesa y acá estamos”, destacó Emilia Romano. “Siempre creímos que se iba a hacer realidad este sueño. Atlético es nuestra casa. Nunca sentimos que dejamos de ser parte de ella. El presidente fue claro desde el primer momento. Nos dijo que no iba a sacrificar otros espacios del club pero que iba a ayudarnos. Muchas jugadoras se fueron, tal vez porque no creían en el proyecto. Las que nos quedamos fue porque confiamos en este proyecto”, resaltó Mocoroa.
Palacios se refirió al papel que jugó Mulki. “Desde que ‘Liz’ asumió como dirigente, siendo parte del hockey, llevó su entusiasmo y perseverancia a la directiva. De a poco fue haciendo un trabajo invalorable. Lo suyo es admirable”, destacó.
La vicepresidenta tercera se siente feliz por lo realizado. “Me prometí a mí misma quedarme en el club y no dejar que el hockey muera. Estas chicas me dieron la fortaleza. En un momento nos quedamos sin jugadoras en las divisiones infantiles. Salí a buscar en los barrios y las traje al club para que tuviéramos el bloque completo para poder seguir compitiendo de manera oficial. Me entristeció muchísimo cuando se fueron los varones. Se me partió el alma porque muchos fueron entrenadores míos y amigos. Estas cinco jugadoras dejaron sus huellas. Muchos tienen que aprender a caminar por dónde ellas caminaron y disfrutar cada logro como ellas disfrutaron”, destacó “Liz”.