Por Honoria Zelaya de Nader
PARA LA GACETA / TUCUMÁN
Esa mañana, como todas las mañanas, Juan se disponía a sacar de paseo a su perro Rin, cuando de pronto escuchó unas voces extrañas. Voces que él no conocía…
Claro está que se trataba de una situación particularmente extraña para Juan, dado que él poseía el don de entender todas las lenguas.
¿Queeee? ¿Todas las lenguas has dicho?
¡Sí! Tal como lo escuchas. Juan podía entender lo que hablaban todos y cada uno de los habitantes del planeta.
- ¿Te das cuenta de lo que dices…?
- Así es. Juan se comunicaba con las plantas, con los animales, con las voces del viento, con las de las nubes, hasta con la de don Sol, pero a estas que estaban tan cerca suyo, en la puerta misma de su casa, Juan no las entendía. Sorprendido, recurrió inmediatamente al traductor de su teléfono. Y esto fue lo que escuchó:
Y sí. Debemos actuar lo más rápido posible. Nos ayuda, que aún muchos, pero muchos humanos casi no nos conocen. ¡Y no saben lo que realmente podemos hacer nosotros, los coronavirus. Eso nos ayuda.
-¡Nooo! ¡No te equivoques! Ya el mundo entero está buscando cómo derrotarnos.
- No seas ingenuo. Mientras haya gente -y las hay, mucho más de lo que supones- que no atiendan las recomendaciones para derrotarnos o que no creen en la ciencia, seguiremos triunfales. Así que, apúrate. Vamos. Sigamos con lo nuestro.
Juan, sorprendido por tan terrible diálogo, inmediatamente buscó a sus padres y les contó lo que había escuchado- ¿Qué era eso del coronavirus? ¿Cómo había que protegerse?
Los padres sentándolo a su lado le explicaron detalladamente lo que estaba pasando. Y más aún, les reiteraron las medidas preventivas que debían adoptarse. Insistiéndoles que más que asustarse, más que aterrorizarse, había que respetar las normas sanitarias. Acentuándoles, que si entre todos hacíamos lo que se nos indicaba… adiós miedo al coronavirus
Rin, respondió con un sonoro guau, guau e inmediatamente Juan se comunicó con las plantas, con los animales, con Don Viento y por último lo hizo con don Sol, quien sin abrazarlo -a fin respetar las normas- le dijo:
- Habla también con quienes te quieran escuchar. Pero no, espera. Mejor pídeles que lean libros. Hay tantas respuestas en la literatura…
Juan, inmediatamente empezó a redactar un mensaje que empezaba diciendo: Vamos a vencer al coronavirus… ¿Se suman…? Consigan libros. Muchos libros y lean.
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