Por Salvador Biedma
PARA LA GACETA - BUENOS AIRES
Suele hablarse de la literatura argentina como algo que todos conocemos. Sin embargo, uno ve la cantidad de títulos registrados bajo esa etiqueta en un año y queda claro que nadie puede leer todo lo que se publica. No da el tiempo. Del mismo modo, es imposible que una persona lea siquiera un 5% de la literatura argentina publicada a lo largo de la historia. Entonces, nadie conoce en realidad la literatura argentina, resulta inabarcable.
Soberón plantea que la obra de escritores tucumanos no cuenta hoy con un caudal de lecturas y debates que permita hablar de una tradición sostenida. Y pienso en la época, en nuestra época. El colombiano Juan Carlos Garay cuenta que, a mediados de los 70, John Scofield le pidió a un vecino que le prestara “su copia de Kind of Blue”, de Miles Davis, y el vecino se la prestó. O sea, alguien podía suponer que un vecino (o cualquier persona de cierto estrato social) tenía ese disco en su casa. Hoy es muy poco probable que uno logre adivinar si el vecino tiene un libro publicado hace quince o veinte años. Los consumos culturales se atomizaron. Cada quien sigue sus gustos, sus intereses, sus intuiciones sin que intervengan elementos rectores que en otra época permitían imaginar que en cierto ámbito se compartía, por ejemplo, la lectura de Rayuela.
A la vez, hay un buen número de escritores argentinos (sobre todo, escritoras) que agotan ediciones, publican en otros países… Cualquiera que visite una librería escuchó sus nombres. Por citar a cuatro, Claudia Piñeiro, Guillermo Martínez, Mariana Enriquez, Samanta Schweblin. Estamos en un momento próspero, diría, aunque quizá no haya espacios claros para discutir lo que se escribe. Las herramientas de otros momentos tal vez ya no funcionan y se desdibujaron sitiales que suponían ventas o prestigio.
Repaso los autores en la antología de Soberón y, desde Buenos Aires, conozco –al menos de nombre– a más de la mitad. Trece de veinticinco. Desde Julio Ardiles Gray hasta la querida María Lobo. Hace poco leí Tres truenos, muy recomendable libro de Marina Closs, nacida en Misiones en 1990. Muy joven. Y lo digo porque este momento prolífico tiene, por cierto, una interesante oferta federal, con autores de diversas provincias.
En ese contexto, las palabras de Fabián sobre la posibilidad o las dificultades de una tradición en la literatura tucumana me parecen, más que otra cosa, una invitación. Una invitación a leer y a idear políticas que no se agoten en la publicación de libros, sino que ayuden también a que esos libros circulen.
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Salvador Biedma – Periodista, escritor y editor.