No está en la UCR. Tampoco en el alfarismo ni en el PRO. Está en la mismísima vicepresidencia del PJ tucumano. Osvaldo Jaldo, quien se recupera de un cuadro de covid-19, se ha convertido hoy por hoy en el principal opositor a la Casa de Gobierno, según la perspectiva que tienen en 25 de Mayo y San Martín. Ya no es más “Osvaldito”, como lo llamaba cariñosamente el gobernador Juan Manzur en sus habituales charlas telefónicas. Ahora, los misiles del Ejecutivo apuntan directo al espacio del vicegobernador. La guerra en el peronismo se ha desatado, y difícilmente tenga vuelta atrás en el corto plazo.
La sesión del 8 de marzo en la Legislatura quedará marcada como la primera batalla a cara descubierta por la conducción del justicialismo provincial. Pero sólo el “Uno” y el “Dos” conocen el trasfondo real de la ruptura. ¿Habrán sido los intentos subterráneos de reforma para habilitar la famosa “re-re”? A estas alturas, parece ingenuo pensar que la designación del jaldista Eduardo Cobos como defensor del Pueblo en reemplazo de Fernando Said Juri Debo, hombre de Manzur, haya sido el único motivo que originó el quiebre.
El enfrentamiento entre los “compañeros” suma capítulos cada día. Ayer, el gobernador recibió a siete concejales de la Capital que rebautizaron su bloque y lo denominaron “Lealtad Peronista”, en un guiño claro a la escisión manzurista en la Legislatura. El martes, el jefe del Ejecutivo había reunido a 90 de los 93 comisionados rurales de la provincia para marcarles su impronta de trabajo. Si bien Jaldo estaba en el hospital, tampoco participaron del encuentro referentes de su espacio. Y el lunes, en una entrevista con “Buen Día”, el matutino de LG Play, el portavoz del gobernador en la Legislatura Gerónimo Vargas Aignasse denunció que el jaldismo pactó con el macrismo y el bussismo “para atentar en contra de la gobernabilidad y debilitar” a Manzur. Hace menos de dos años, Jaldo era el estratégico compañero de fórmula del jefe del Ejecutivo. Hoy, lo ubican en la vereda de enfrente.
Ni siquiera los asuntos que podrían servir para aunar criterios tienen tal efecto. La Ley Nacional de Biocombustibles -que caduca en mayo, tras 15 años de vigencia- abrirá una nueva grieta en el peronismo local. En la Legislatura, el jaldismo prepara un proyecto de resolución que será tratado en la sesión del jueves próximo. La intención es insistir con el reclamo al presidente, Alberto Fernández, y a la Cámara de Diputados, que encabeza Sergio Massa, por la prórroga de la normativa tal cual como fue aprobada por el Senado. Pero en el manzurismo interpretan que la iniciativa jaldista es más propia de la oposición que del propio oficialismo. En el PJ local todos coinciden en que la situación es grave, ya que interrumpir el actual régimen de promoción de biocombustibles desataría una crisis fulminante para el sector azucarero de Tucumán. El temor en el oficialismo es que la Casa Rosada haya cedido a las presiones de los petroleros, sobre todo teniendo en cuenta la crisis que atraviesa YPF. Pero en la bancada que responde a la Casa de Gobierno confían en las gestiones que está haciendo Manzur ante los funcionarios nacionales para evitar que la ley nacional “caiga”. Por eso, en la reunión de ayer de Labor Parlamentaria se acordó que el proyecto del jaldismo cerrará el temario del debate parlamentario que viene. Si los legisladores de “Lealtad Peronista” consideran que la redacción de la iniciativa excede el planteo por los biocombustibles, entonces tendrán margen para levantarse del recinto. Con ello, el jaldismo le pondría su sello y firma a un texto rubricado por bussistas, alfaristas y macristas. Y así sería transmitido a los portavoces presidenciales.
Con miras a la próxima sesión, además, el bloque “Lealtad Peronista” le restaría dos integrantes a la bancada “Justicialista de Todos”. El intendente de Famaillá José Orellana afirmó ante las cámaras de LG Play que está dentro del espacio del gobernador. El “Mellizo”, con dos años más en el cargo y la posibilidad de ser reelecto, apostó por garantizar la gestión en la “Capital de la Empanada”. Y es un hecho que su esposa, la legisladora Sandra Mendoza, pasará a formar parte del bloque de Manzur. También lo haría su hermano, Juan Enrique Orellana, aunque en el jaldismo todavía confían en que podrán convencer al referente de Famaillá para que permanezca en el armado afín al vicegobernador. De producirse estos “pases”, Manzur pasaría a contabilizar 13 de los 49 escaños en la Legislatura, lejos de los dos tercios necesarios para convocar una Constituyente.
El PJ tucumano se mantiene expectante por la imprevista separación de sus líderes. En el jaldismo temen que vaya a desatarse una “sangría” de contratos en las comunas rurales. Pero lo cierto es que muchos dirigentes el Ejecutivo también tienen “contención” en la Legislatura, por lo que un recorte de tales características sólo profundizaría la guerra entre “compañeros”. “El ojo por ojo nos va a dejar ciegos a todos”, reflexionó un peronista experimentado. Por lo pronto, a la Casa de Gobierno parece haberle dejado de interesar la disputa con José Cano, Germán Alfaro, Silvia Elías de Pérez y Ricardo Bussi. Hoy, las señales indican que tomaron al vicegobernador Jaldo como el principal opositor en la carrera por la Gobernación en 2023.