En septiembre de 2019, el NOA vivió la experiencia de interactuar con expertos del mundo en materia de ciencia y de tecnología de la producción de caña de azúcar y de los procesos industriales que posibilitan obtener una variedad de productos de interés actual y futuro para la humanidad. El XXX° Congreso de la International Society of Sugar Cane Technologists (Issct), representó una excelente ocasión para reflexionar sobre las oportunidades que las necesidades del mundo generarán a esta especie durante las próximas décadas.

Se trata de un tema de alto interés para la región, en razón de que la Argentina tiene una tradición de más de dos siglos de existencia de la agroindustria de la caña de azúcar. “Hoy en día está demandando la posibilidad de nuevas etapas de crecimiento, para consolidarse como un polo de desarrollo de alto impacto en lo económico y en lo social, aportando soluciones al problema más grave que tiene el país en la actualidad: la creación de nuevos y dignos puestos de trabajos productivos, sostuvieron en un informe los técnicos de la Sociedad Argentina de Técnicos de la Caña de Azúcar (Satca).

La población mundial está próxima a alcanzar los 7.800 millones de habitantes, y se espera que en el transcurso del presente siglo llegue a los 11.000 millones. Esta cantidad generará una creciente y gran presión sobre nuestro ambiente, que ya está sufriendo consecuencias innegables y de alto impacto por la pérdida del equilibrio natural que existía hace muchos siglos atrás.

Sobre esta complicada situación actual, hay que agregarle entonces un incremento del 50%, como mínimo, de necesidades energéticas adicionales que tendrá el mundo.

La causa principal de los grandes cambios que están ocurriendo es, en especial, el progresivo crecimiento de la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, que consecuentemente impulsa un aumento de la temperatura global del planeta, todo lo cual termina afectando la vida.

Pero lo peor está por venir. Con el aumento de la población que se pronostica y las insuficientes medidas adecuadas tomadas para contrarrestar los efectos negativos, los “cambios climáticos” tomarán un ritmo de aceleración tal que llegarán a comprometer seriamente no solo la vida animal y vegetal, sino también la humana. Cuando uno se pregunta de qué manera llegó el CO2 a la atmósfera en los últimos tiempos, rompiendo un equilibrio que se mantuvo durante cientos de siglos, la respuesta apunta a uno de los principales responsables: el uso de recursos fósiles y combustibles de fósiles devuelve a la atmósfera considerables cantidades de carbono, que estaban contenidas en la tierra.

La dirigencia política y económica del mundo se encuentra sumamente preocupada por la problemática ambiental. Es tema de análisis y de difusión de propuestas, para disminuir drásticamente el uso excesivo de los productos fósiles que está haciendo la humanidad en estos momentos. La recomendación generalizada es la de mantener la máxima cantidad posible de carbono en la tierra y descarbonizar el aire.

Debido a ello, el bioetanol -producido a partir de los cultivos de caña de azúcar y de maíz- está jugando un rol importante para sustituir parcialmente a las naftas; y a partir del aceite de soja se está elaborando el biodiesel para reemplazar al gasoil. Los países suman porcentajes adicionales de biocombustibles en mezcla con los derivados del petróleo, para modificar la matriz energética convenientemente como para cumplir con el propósito de contribuir a reducir progresivamente la cantidad de CO2 en la atmósfera.

Las experiencias que se están realizando con motores eléctricos son hechos de alta trascendencia para el futuro de la humanidad. En estos, la electricidad se genera en celdas de biocombustibles que extraen el hidrógeno contenido en el bioetanol.

“Existe una oportunidad para que la ingeniería combine el bioetanol con la electrificación. Soy un defensor de la celda de hidrógeno como una forma ideal de reducir la emisión de CO2 a la atmósfera. El etanol puede ser una fuente de generación de hidrógeno”, dijo Besaliel Botelho, presidente de Robert Bosch Latinoamérica.

Plinio Nastari, expositor en el XXX° Congreso de la Issct, dijo que los biocombustibles contribuyen a solucionar los dos mayores desafíos del mundo: el calentamiento y el desempleo.

Los biocombustibles tienen un gran camino que recorrer en pos de ganar adeptos y competitividad, para ir posicionándose cada vez más firmemente en un mundo que solicita fervientemente que se produzcan cambios de importancia. En ese sentido, vale la pena mencionar el ejemplo de la empresa Raízen (Brasil), un joint venture entre Cosan (ingenios sucroalcoholeros) y la petrolera Shell: acaba de anunciar que en 2023 inaugurará una unidad productora de etanol celulósico de segunda generación (2G), que se sumará a otras dos plantas de características similares. Con esto Brasil se prepara para ofertar 150 millones de litros anuales de etanol 2G -cuya venta, en parte, ya está comprometida-, que tiene gran interés en el mercado internacional.

Nueva tecnología

Para aclarar un poco más sobre esta innovación tecnológica, cabe mencionar que hasta aquí el bioetanol tradicional se obtenía en la industria sucroalcoholera de los jugos o de la melaza de la caña de azúcar, mientras que el alcohol 2G se elabora con las fibras del bagazo y de los residuos de cosecha de la caña de azúcar. Además, tiene la particularidad de que su proceso productivo es integrado y de mayor productividad, lo que podría generar un índice menor de gases de efecto invernadero.

En el plano local, aún subsisten quemas accidentales o intencionales de caña en pie y residuos de cosecha -a las que se suman otras importantes superficies con biomasas no contabilizadas de montes, banquinas, pastizales, linderos con vegetación, campos enmalezados etcétera- que, además de ser improductivas, afectan al ambiente. La biomasa quemada podría haberse usado para producir alcohol 2G, a favor de una mayor sustentabilidad e ingresos económicos para la provincia.

Muchos países están trabajando fuerte para darle competitividad y sustentabilidad al aprovechamiento bioenergético de la caña de azúcar. Y la Argentina se encuentra en condiciones de sumarse a esta corriente mundial, con el esfuerzo conjunto de empresarios emprendedores y de instituciones de desarrollo tecnológico, y con políticas adecuadas, para generar crecimiento y empleo en la región, y para contribuir a asegurar el bienestar de la humanidad.

El Congreso Internacional de la caña de azúcar, realizado en 2019 en la Argentina, mostró el papel que debe jugar en las próximas décadas la bioenergía. Es el momento de aprovechar la oportunidad, y de escribir una nueva página en la historia argentina de la agroindustria de esta especie, que tanto contribuyó al desarrollo de la región.