Los hinchas de Atlético Tucumán y de San Martín deberán esperar al menos hasta marzo para volver a las canchas, pese a que los fanáticos del fútbol del resto del país ya pueden hacerlo. La medida reavivó una grieta que se instaló en la Argentina y en el mundo desde que comenzó la pandemia de coronavirus: entre los que apoyan restricciones intensivas y quienes creen que debe desarrollarse una vida prácticamente normal.
La cuestión levantó polvareda en los últimos días, ya que los máximos clubes tucumanos deben disputar el primer partido de local y había mucha expectativa entre los seguidores por volver a los estadios. Además, la prohibición para que el público volviera a las canchas fue levantada por el Gobierno nacional a fines de septiembre. Desde entonces, las imágenes de tribunas llenas de simpatizantes volvieron a ser una constante.
Pero, ¿por qué Tucumán será la excepción? Cuando la Nación estableció las nuevas pautas sanitarias, concedió a las provincias la posibilidad de adecuar esas disposiciones a sus realidades locales. Así, por ejemplo, en distritos como Córdoba se aplicaron restricciones a eventos masivos a fin de año, cuando la variante ómicron causaba picos de contagios en el país y el sistema de salud volvía a estar en una situación tensa. No obstante, pasadas esas semanas complicadas, todos los gobernadores que habían optado por limitar el aforo en espectáculos o suspender eventos decidieron volver a permitirlos.
La situación en Tucumán, en tanto, no varió. Por disposición del gobernador interino Osvaldo Jaldo, el decreto que suspende eventos masivos y fija un aforo de hasta 300 personas fue prorrogado y tiene vigencia hasta el último día de este mes. El argumento oficial es estrictamente sanitario: por día mueren en promedio seis tucumanos a causa del coronavirus, y lo que se busca es descomprimir hospitales y evitar un rebrote de contagios a días del inicio del ciclo lectivo 2022. La expectativa, y la gran responsabilidad que tenemos como sociedad es que todos los chicos puedan concurrir de manera continua a las escuelas, luego de dos años de virtualidad plena y de semipresencialidad.
Desde ese punto de vista, la explicación suena lógica. Este lunes, en una reunión con los directivos de los clubes tucumanos, Jaldo repitió esas razones. “Con estas medidas lo que hacemos es proteger y aliviar al personal de la salud, que viene trabajando hace un año y medio, sometido a una presión permanente. Muchos no salieron de licencia, otros se contagiaron y algunos murieron. Lo hacemos por la educación y por el personal de la salud, que es el que nos atiende cuando estamos enfermos”, manifestó. Jaldo recordó que para bajar todos los índices epidemiológicos también había tomado la “dura decisión” de suspender los bailes de Carnaval.
Luis Medina Ruiz, ministro de Salud, destacó que las medidas restrictivas repercutieron positivamente. Dijo que se redujo a un 20% la positividad de casos de covid-19 (había superado el 60%) y que la ocupación de camas críticas en el sector público es del 30%. “Esto es para poder comenzar las clases con total garantía de que sea presencialidad plena”, resaltó.
Tras el encuentro, los directivos de los clubes emitieron públicamente mensajes de apoyo, con la expectativa de que esta medida sólo rija por una fecha, según el compromiso oficial. Mientras, en las redes los hinchas iniciaron campañas de repudio y hasta pidieron que se trasladaran los partidos de local a provincias vecinas.
Si bien los argumentos oficiales son entendibles, es de esperar que a la par de esta medida el Estado cumpla con su deber de controlar que no haya fiestas clandestinas y que el aforo, en cualquier rubro, se respete. En paralelo, la ansiedad de los fanáticos del fútbol, aunque lógica, no debe primar sobre la prudencia y la responsabilidad que los tucumanos debemos exhibir en este momento, en el que la prioridad debe estar puesta en la salud y en la educación.