El ministro de Economía de la Nación, Sergio Massa, lanzó su pronóstico sobre la evolución del precio del dólar y la inflación. Consistente con sus antecedentes políticos dijo, en el fondo, que el atraso cambiario aumentará y la inflación cederá, o que el atraso cambiario aumentará y la inflación no cederá. Por lo tanto, las reservas del Banco Central continuarán cayendo. Así surge de las declaraciones realizadas a poco de conocerse el decreto para el canje de los bonos en dólares en poder de organismos públicos por bonos denominados en pesos. En particular, cuando habló del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses dijo que no habrá deterioro patrimonial sino lo contrario, que el FGS terminará con 4.000 millones de dólares más.
¿Cómo es posible ese resultado? Primero hay que señalar que la Anses entregará sus bonos en dólares al gobierno, que los venderá en moneda nacional y se quedará con los pesos de la venta. A cambio, le entregará a la Anses “bonos duales”, esto es, que el acreedor elige una de dos formas de actualización. Una es por evolución del precio oficial del dólar, la otra por inflación. A la fecha del vencimiento el acreedor pedirá que le paguen los pesos correspondientes según el ajuste que él prefiera. Por supuesto, es de esperarse que elija el que haya subido más.
Ahora bien, si los bonos de la Anses representan unos 12.000 millones de dólares la ganancia prevista por el Ministro significaría un incremento del 33,33 por ciento. Pero no es así. El artículo cuarto del decreto 164/23, el del canje para los entes públicos, dice que ellos terminarán con títulos por el 70 por ciento del “producido que reciban por las operaciones de venta de sus tenencias de títulos públicos denominados y pagaderos en dólares estadounidenses”. Los precios de mercado indican que los bonos en dólares serían vendidos a un 25 por ciento de su valor nominal. Por lo tanto, los organismos recibirían el 70 por ciento del 25 por ciento… un 17,5 por ciento de su tenencia actual.
Para la Anses implicaría recibir el equivalente a 2.100 millones de dólares. La sola recuperación de su tenencia representaría un incremento de poco más del 471 por ciento. Dado el mecanismo de los bonos duales querría decir que la tasa de inflación debería ser 471 puntos porcentuales mayor que la variación del precio del dólar. Así, la Anses cobraría en pesos ajustados por inflación y usaría ese dinero para comprar dólares y volver a los 12.000 millones. Si se piensa en la ganancia indicada al comienzo, llegar a 16.000 millones de dólares requiere una inflación 662 puntos porcentuales mayor que la suba del precio del dólar. Eso podría lograrse con, por ejemplo, estabilidad en el precio del dólar e inflación del 662 por ciento en ¿cuánto tiempo? Los bonos duales a recibir por los organismos públicos serían por hasta trece años. Si fueran a un año, inflación del 662 por ciento anual. Si son a cinco años, inflación de 50 por ciento anual, sin cambios en el dólar en esos cinco años. Si a diez años, inflación de 22,5 por ciento anual sin variación del dólar. Pero es difícil que el precio del dólar no suba, por lo tanto habría que agregar esa alza, lo que significa especular sobre la política cambiaria de los próximos cinco a diez años. Pero Massa no explicó sus proyecciones.
Tampoco explicó que pasará con el Banco Central. Se estima que el precio del dólar saldría de su atraso con un aumento de entre 25 y 30 por ciento. Por lo tanto, una inflación mayor en 662 puntos porcentuales al cambio en el dólar significa incrementar el atraso, agregando 662 puntos a la necesidad de suba de la cotización. Esto es, un gran aumento en la expectativa de devaluación del peso. Y hay más. Un dólar aun más barato en términos relativos significa mayor demanda por él. ¿Cómo se sostendrán las reservas del BCRA? ¿Habrá más cepo, más deuda, más exportaciones, más retenciones a las exportaciones? ¿O una salida drástica como el cierre del Central o la dolarización (o la “realización”, si se adoptara la moneda brasileña)?
Claro que los organismos también recibirán dinero, el 30 por ciento restante de las ventas de sus títulos, para gastar en capital o dar créditos. Suponiendo que el gasto sea eficiente y los préstamos sin riesgo, aun así perderían el 75 por ciento de su capital. Tal vez por eso Massa haya negado que el canje signifique endeudarse a grandes tasas, porque recibirá poco pero no deberá pagar mucho al recortar la deuda con los organismos públicos. Pero hay otras prevenciones. Los entes son acreedores del gobierno y los papeles por esa deuda pasarán al sector privado. A cambio, el gobierno entregará papeles a los organismos. Es decir, a la deuda en dólares se le sumará otra en pesos. Ni siquiera es cambiar la moneda en que se debe, para quienes crean que es mejor deber en la propia que en extranjera cuando son problemas diferentes, no uno menor que el otro.
Con seguridad que hay respuestas a los planteos resumidos aquí, así como interpretaciones mejores que las expuestas. Pero no será posible escucharlas porque el Frente de Todos, en la Cámara de Diputados, rechazó que se cite a los funcionarios involucrados para dar explicaciones. Una actitud sin sentido. No deberían ir al Congreso a dar explicaciones cuando los parlamentarios lo requieran y a la mayoría le convenga, sino siempre. Sobre todo cuando sus medidas levanten dudas, o generen discusiones sobre su legitimidad o su utilidad, o cuando sea necesario convencer a la oposición de acompañar planes de acción profundos. Se trata de cumplir con la forma republicana de gobierno al permitir que actúen los mecanismos de contrapesos, y con la democracia al rendirle cuentas al pueblo a través de sus representantes. Pero no ocurrirá, por ahora, ese aporte civilizatorio al país.