Nunca un momento aburrido. Esa es una de las frases de cabecera que el economista Juan Carlos de Pablo utiliza cada vez que tiene que explicar cómo se vive en la Argentina. Y, en una entrevista telefónica concedida a LA GACETA el miembro titular de la Academia Nacional de Ciencias Económicas afirma que, con tanta inflación, corrida cambiaria y otros desequilibrios macroeconómicos en el país “la gente hace milagros para vivir”. Frente a ese escenario, el consultor señala que la esperanza de la sociedad es que el futuro gobierno “labure mucho” para corregir los desequilibrios. “Uno espera que sea mejor que el actual (el que preside Alberto Fernández)”, indica.

-¿Por qué sostiene que el ajuste fiscal no es un programa de gobierno?

-En realidad, un presidente antes de asumir debe hacer un programa de gobierno y dentro de eso hace una política económica, y dentro de eso hace un ajuste fiscal. Lo que quiero decir es que los candidatos a presidente de la Nación que escucho en los medios hablan demasiado de economía y menos de otros temas. Yo quiero que me hablen como futuros presidentes.

-¿Y eso no está sucediendo dentro de los que han salido a mostrar intenciones de pelear por la Presidencia?

-Evidentemente.

-¿Ni Javier Milei?

-Lo mismo. Todo el mundo preguntándole respecto de la dolarización. Y dale, y dale, y dale. Y eso no es prioridad. El propio Milei te viene diciendo que primero tenemos que hacer reformas de primera generación; después de segunda y hasta de tercera. Y al final la dolarización. Todos los días estamos hablando de esa dolarización cuando sabemos que no tiene prioridad. Punto. Me tienen podrido con el tema de la dolarización, porque no es prioritario. Basta.

-¿Por eso agrega que los candidatos están más proclives a vendernos buzones a los electores cuando de economía se trata?

-Lo que digo es que, a mi entender, un candidato a presidente debería estar hablando de otras cosas. Por ejemplo, ¿qué van a hacer con la inserción en el mundo?, ¿qué harán en materia de educación, de salud y de seguridad? Además, los candidatos a presidente de la Nación, si se ponen a hablar sobre cuestiones en materia económica, parece que repiten lo que escucharon en lugares comunes. Eso no tiene sentido. A mí me parece que no es por ahí.

-En el libro que acaba de lanzar (“Argentina 2024-2027, El desafío económico del próximo gobierno”) dice que la próxima gestión debe tomar el toro por las astas y llegar a acuerdos políticos para la gobernabilidad del país...

-Lógicamente. Aquí me parece que hay una conversación entre los candidatos y los futuros ministros de Economía que se va dando. Finalmente, alguien va a ganar y así se terminarán de pulir las medidas. No te olvides que la política económica del futuro gobierno no puede ser la misma si la tasa de inflación es del 4% en noviembre o 40%. Entrar hoy en ese nivel de detalle, no tiene mucho sentido. Además, toda la discusión periodística yuxtapone. Los periodistas le preguntan a los candidatos, qué harán con los jubilados y le contestan. Y qué va a pasar con los habitantes de Bahía Blanca, y contestan. Y qué va a pasar con los rubios, y contestan. Las distintas opiniones sobre la justicia económica conflictuan entre sí, con lo cual tenés que mostrarme todo el conjunto y cuáles son las prioridades, entre tantos etcéteras.

-En los foros de empresarios la mayor parte de los asistentes suelen preguntar a los candidatos quién será su ministro de Economía. ¿Tiene más importancia el nombre de ese ministro o lo que proponga la coalición que gane las elecciones?

-El nombre es importante porque a través de ese nombre te vas a dar cuenta si estás hablando con una persona que tiene fuste, que tiene idoneidad, que tiene carácter, entre otros atributos. Ahora la elección de esa persona no es automática. Digo, será José, y me respondo: ah, no, entonces no tendremos problemas. No funciona así. Si, en definitiva, es José, entonces le tendremos que preguntar qué es lo que va a hacer y cómo lo hará.

-Gabriel Rubinstein llegó a ser viceministro de Economía siendo crítico de la gestión, pero ahora el economista está alineado con las medidas que adopta el ministro Sergio Massa. ¿Ha sido bueno que se tome el perfil técnico más que el pensamiento político?

-Vamos a ponerlo en estos términos, no sé si sus ideas son amigables con las del mercado. Menos mal que agarró este tipo, porque Massa no es economista. Ahora, por qué Massa está es fácil de explicar. ¿Por qué Rubinstein entró? Eso no lo sé. No sé si le secuestraron un hijo o le pusieron un revolver en la cabeza. Pero vamos a la cuestión de fondo: Rubinstein es el complemento de alguien que no es economista. Y uno de los dos necesariamente tiene que ser economista. Y allí está tratando de hacer lo que puede hacer, que no es mucho, porque si vos tenés debilidad política y pocas herramientas, no es mucho lo que se puede hacer.

-¿Esta gestión agotó todas las herramientas de política económica al alcance?

-No sabemos. Esa pregunta se la tenemos que dejar a los futuros historiadores.

-¿Servirá entonces para llegar al final de este mando, el pedido de anticipo al Fondo Monetario Internacional para que desembolse unos U$S 10.000 millones para la Argentina?

-Lo que no entiendo de esta negociación es que si estamos en el marco del acuerdo de 2022, donde los adelantos y las guerras, no tienen ningún efecto real. Si sólo es que nos mandan plata para que le paguemos o estamos hablando fuera de ese convenio, de plata fresca a raíz de la sequía. Eso tendría algún sentido desde el punto de vista técnico, porque el FMI se inventa en 1944, para lidiar impactos en la economía sobre cuestiones que estuvieron fuera de su control. A los argentinos nos pueden decir que somos unos irresponsables, todo lo que vos quieras. Ahora, con la sequía, le cayó un piano de cola. Pero esto, desde el punto de vista del Fondo, demanda liderazgo. Yo no sé si ellos lo tienen, porque a veces me da la sensación de que el directorio o la directora gerente (Kristalina Georgieva) actúan de manera burocrática. Y aquí necesitas algo más que la burocracia.

-¿Quién puede asumir el control de un país que tiene una inflación elevada, con riesgos permanente de corrida cambiaria y una volatilidad en el mercado?

-El 24 de junio sabremos quiénes son los candidatos. En base a eso vamos a ver. Ahora, uno diría quién, en su sano juicio, quiere ser presidente de la Nación. Bueno, como el poder es una pasión, parece que candidatos van a haber.

-Pero, ¿quién está dispuesto a pagar tantos costos políticos?

-No sé, pero todos sabemos que alguien tendrá que hacerse cargo y asumir una responsabilidad ejecutiva. Esperemos que le vaya bien. Veremos.

-Y, ¿qué se puede hacer durante la transición entre las PASO y la asunción del nuevo presidente de la Nación?

-Vivimos, vivimos querido. Lo dije antes y lo sostengo ahora. La gente que va a leer esto, un día se levanta, la pelea, va y viene, con un contexto que nadie lo maneja. Esa persona se adecua al contexto en que vive.

-¿Con una inflación promedio mensual del 7%, con un dólar a $ 450/$ 500?

-La vida sigue. La vida sigue.

-¿Y la hiperinflación?

-No sé. De repente aparece una tarde y me llamás en una semana y hacemos el comentario. Ahora, ¿hoy vos ves algún negocio que está poniendo precios incluyendo a la híper? No, porque si fuese así no vendería nada. Entonces, los negocios están abiertos; la mayoría de las cosas se venden en pesos y la gente, naturalmente, atiende el boliche con la radio prendida por su aparece la híper y entonces sabrá qué hacer al respecto. Descontar que se viene la hiperinflación no es sensato. Vos le pones a una licuadora el precio de la híper y no vas a vender ninguna Es la vida misma.

-¿El costo de la incertidumbre es muy elevado en materia socioeconómica?

-Pero señor, me estás diciendo que la vida no es fácil. Chocolate por la noticia. Estamos en Argentina. La gente hace milagros para vivir. El principio de todo es la vida misma y la esperanza es que el próximo Gobierno labure mucho para corregir los desequilibrios. Uno espera que sea mejor que este. Punto, y hasta ahí.