El brillo que viene de afuera; las miserias que padecemos adentro

Ya tenemos otra vez a la Premier, ahora con Alexis MacAllister en Liverpool, Enzo Fernández en Chelsea, el “Dibu” en Aston Villa y Lisandro Martínez vs Cuti Romero ayer en Manchester United vs Tottenham. Espectáculo puro. Y tenemos a Leo Messi en su aventura estadounidense jugando anoche una final inédita en Nashville. Y la final del Mundial femenino de Australia-Nueva Zelanda, hoy bien temprano, Inglaterra vs España. Pero tenemos también la vuelta del fútbol en Argentina, el inicio de una Copa de la Liga en un país que parece haber naturalizado su economía en crisis. Y el fútbol que la sufre.

Imposible pedirles a los cracks futuros que no se tienten ante la primera oferta que llegue. Dicen que las comparaciones son odiosas. Pero, tras la última devaluación, ya en cualquier otro país, a moneda dólar, esos pibes pueden ganar mejor dinero. Y no hablamos de Brasil o México, que hace tiempo pagan mejor. Hablamos de países vecinos con ligas menores. Ni qué hablar de Europa. O Arabia Saudita, el nuevo dorado que está cambiando la lógica del fútbol, porque hasta Neymar con sus 31 años ya decidió también él partir hacia allí, sumarse a Cristiano Ronaldo y compañía. Así como nosotros vemos ahora partidos inesperados de la MLS yanqui para seguir a Messi, en otros países sucede lo mismo con la Liga saudí. Es el nuevo fútbol.

No es malo el renovado formato de nuestra Copa de la Liga. Prometen emoción los play-offs que enfrentarán en diciembre a los mejores cuatro de cada grupo, en canchas neutrales y penales en caso de empate. Y estará, claro, la lucha por evitar el descenso.

En el medio tenemos, los dos próximos miércoles, el clásico Boca-Racing para ganar un boleto a semifinales de la Libertadores. Racing levantó en gran nivel su serie ante Atlético Nacional. Y Boca sufrió demasiado en los penales para eliminar a un discreto Nacional de Montevideo, pero lució el viernes contra Platense en su debut en la Copa de la Liga, con primer gol de Edinson Cavani y gran partido del “Changuito” Zeballos.

Sucedió en una Bombonera que, horas antes, había sufrido temores de clausura por una investigación judicial sobre posible reventa de entradas (foto). La causa incluyó ocho allanamientos, el más impactante en la casa particular de Christian Riquelme, mano derecha y hermano de Juan Román Riquelme.

Fuentes judiciales deslizaron que hay escuchas e investigación previa que justifican todo. Y que la causa comenzó a partir de una denuncia “anónima”. Es muy posible que, invocando denuncias anónimas, a cualquier club grande (o no grande) se le puedan encontrar situaciones similares. Unos guardan entradas para revender a turistas que pagan dólares, conectados inclusive con hoteles VIP. Otros guardan entradas para la barra. Y algunos pueden hacer ambas cosas a la vez.

Las crónicas de los últimos años tienen numerosos casos de causas iniciadas con denuncias supuestamente “anónimas”. Manipulaciones que apuntan contra nombres específicos. En Boca hay elecciones a fin de año, una poderosa agrupación política con ambiciones de volver al club, y Riquelme allí instalado y con firmes ambiciones de mantenerse por cuatro años más. Es decir, un blanco de muchos. Un objetivo declarado.

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