¿Qué opinan los tucumanos sobre la sexualidad?

Aprovechamos el espectáculo que dio la sexóloga Cecilia Ce en el teatro Mercedes Sosa para evaluar qué tanto sabemos sobre el sexo, el placer y la ciencia que los acompaña.

¿Qué opinan los tucumanos sobre la sexualidad?


El viernes la sexóloga e influencer Cecilia Ce (@lic.ceciliace) pasó por el teatro Mercedes Sosa para presentar su espectáculo “Beer & Sex Night”, una propuesta que apunta a enseñar sobre sexualidad y derribar mitos de una forma divertida y casual. Aunque en realidad no hubo alcohol de por medio, la efervescencia que provoca hablar sobre sexo y parejas se notó de varias maneras: una sala repleta de espectadores, silencios cómplices y una acalorada ronda de aplausos ante situaciones que “le pueden pasar a cualquiera”.

En estos últimos años, los asuntos referidos al sexo o los vínculos afectivos pasaron por un cambio rotundo y natural ante tanta conectividad y tecnología. En lugar de tratarse (con total hermetismo y formalidad) solamente en un consultorio o diván, las charlas o confesiones sobre nuestra vida íntima empezaron a llenar los portales de noticias, las redes sociales y a colarse en el día a día; con comentarios casuales.

Esa apertura, curiosidad o nueva conciencia sobre el propio cuerpo y sus respuestas fue la que condujo a que cientos de tucumanos permanezcan atentos a la mujer que se mueve -con una vulva de peluche entre las manos- sobre el escenario. En una sociedad en la cual el machismo se practica con la misma soltura con que comemos una empanada o sánguche de milanesa no es casualidad que la mayoría del público sean mujeres. El resto (los hombres) se cuentan con los dedos.

“Lo que resulta más loco es que, si tenemos que comparar los diferentes modelos de parejas que existen, las mujeres heterosexuales somos las que menos orgasmos sentimos, lo dicen varias investigaciones y estadísticas internacionales”, comenta la espectadora Luciana Barros (24), a su lado cuatro amigas asienten en señal de apoyo.

La gran incógnita es qué hacemos con esa carencia. “A diferencia del pasado, el feminismo hizo que asumamos un rol más activo y crítico. En vez de conformarnos o quedarnos calladas, nos animamos a buscar soluciones. Cómo dice la frase 'aceptar que tenemos un problema es el primer paso para resolverlo'. Decir en voz alta nuestros pensamientos (esto no es lo que quiero, no me gusta, ya no te quiero) marca un antes y después”, agrega la psicóloga.

Este pensamiento no se escapa a la lógica del show. “Levante la mano quién de ustedes fingió alguna vez un orgasmo”, propone Ce. La respuesta tampoco sorprende, 10, 15, 20 espectadoras… “¿Por qué?”, insiste antes de ofrecer algunos datos científicos sobre la respuesta sexual humana y consejos para mejorar la estimulación.

Las respuestas resultan divertidas y preocupantes (50/50): “para complacer a mi pareja”, “para que él se lleve un buen recuerdo o souvenir a casa”, “porque es más fácil que discutir o que me dé la razón”, “para terminar de tener sexo y despedirnos”.

“En comparación con los hombres creo que las mujeres -en general- somos bastante culpógenas. Por décadas nos enseñaron a expresarnos y habituar lo dual (ese punto medio entre ‘zorras’ y castas, entre la mamá buena y la amante), a resignarnos o poner a la pareja por delante, pero ¿qué recibimos a cambio?”, reflexiona Susana Abdala (42) tras el espectáculo.

Recientemente divorciada, ella tampoco duda al comparar el pasado con el presente. “Tucumán continúa siendo una ciudad muy conservadora y hay algunos aspectos culturales que hacen complicado que las mujeres logremos potenciar nuestro deseo. Para empezar, jamás decimos las cosas de manera directa, siempre hay que intentar suavizar las verdades por amor al otro ¿y el amor hacia uno mismo? La sexualidad no acaba en la cama, representa una forma de conducirnos con el cuerpo, de pararse frente al mundo”, expresa la abogada.

Su hermana Mirta (40) la secunda. “A mí el clic me llegó recién hace unos cuatro años, cuando entendí que soy totalmente responsable de mis elecciones y placer; antes que necesitar a otro que nos complazca o llene alguna carencia debemos conocerlos. Estamos en una época en la cual pasamos de nunca mirar nuestros genitales o tener sexo con la luz apagada a animarnos al sexting y a usar lencería sexy sólo porque nos gusta y a abrazarnos. Hacer, tocar y sentir por mí y para mí, la experiencia no me la quita nadie”, asegura.

El placer masculino

La sexualidad femenina no es la única cargada de referencias dañinas, secretismo y prejuicios que ahuyentan el disfrute. En el caso de los hombres heterosexuales, entre los tabúes más frecuentes aparece la estimulación prostática y todo lo que conlleva tocar el famoso punto P. Esta zona erógena se encuentra ubicada en la próstata (de ahí el nombre), a unos cinco o siete centímetros del recto y tiene una forma parecida a una nuez o almendra. Al estimular el punto P los hombres logran tener orgasmos y eyaculaciones más intensas, lo cual convierte a esta práctica en una experiencia diferente. Como parte de la anatomia masculina otras zonas de placer poco exploradas durante el sexo son el punto P o perineo (zona situada entre el ano y el escroto) y el rafe de piel que atraviesa la base del pene y acaba en el ano.

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El placer femenino

El punto G, el descubrimiento del clítoris y otros tantos apuntes referidos al placer femenino se llevaron el protagonismo de la noche. Cómo curiosidad habría que decir que el clítoris tiene más de 8.000 terminaciones nerviosas y es el único órgano dedicado exclusivamente al placer sexual. Algo igual de sorprendente para entender la importancia de la estimulación o los “juegos previos” al coito: para llegar a producir las contracciones del orgasmo las mujeres necesitamos acumular en la zona pubiana alrededor de 90 centímetros cúbicos de sangre (lo cual equivale a una pinta de cerveza). Mientras tanto, el hombre apenas requiere menos de la mitad de esa cantidad (vamos a decir un shot de tequila) para conseguir una erección.

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Posiciones sexuales

Al margen de las preferencias propias o de cada pareja, hay algunas posiciones sexuales que resultan más beneficiosas que otras según la situación o etapa en que nos encontremos. Por ejemplo, existen posturas específicas que se recomiendan durante el embarazo, la menstruación o ante trastornos como la eyaculación precoz o la dispareunia.

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