El “Milei” de EEUU y el “Trump” de Argentina

LEYENDA. dfasdf asdfasdas fasdf LEYENDA. dfasdf asdfasdas fasdf
11 Septiembre 2023

Parece un juego de palabras. Sí, es eso. Porque si analizamos cada caso, las similitudes se superponen como “copias al carbónico”. Y, no tanto se parecen por expresiones que sobrepasan el discurso normal -y esperable- de un candidato a la presidencia de un país sino por una personalidad lindante con el narcisismo. Ése que se practica, casi como un mandato, en las aguas-espejo del poder: el que con dos palabras conforman parte del patrimonio más definitorio y de mayor frecuencia de uso: “nada” y “todo”. Nada es más importante que su pensamiento y decisión y todo lo que imagina y decide puede hacerse. Una fórmula que, además de narcisista, involucra a los demás, quienesquiera que fuesen en los distintos niveles del gobierno. Éstos, sino considerados como vasallos de bajo nivel intelectual y decisional.

“Monarquiabsolutismo”

Una palabra en la que se yuxtaponen dos, de similar densidad, como si fuera natural, necesario. Un rasgo que caracterizó con trazos de buen espesor a Donald Trump es el que lo muestra (“se muestra”) como dueño y señor de todo. De lo suyo y de los demás, no importa quiénes, ni dónde, ni cuándo. De lo propio, y de la voluntad y decisiones de los demás. Los demás, tanto para Trump como para Milei, son una pertenencia, son su disimulada “propiedad privada” (“en negro”). Y, en consecuencia –nada más esperable y cuasi natural, para Trump, en el transcurrir de su presidencia- sin enmascaramiento y a la luz del día, se lo vio actuar con ese “programa”. Sí, es como si Donald Trump, él mismo, se hubiese programado para actuar ante cada contingencia o planteo surgidos durante su mandato presidencial, casi automáticamente. En modo robot, del robot que él mismo era de sí. En su campaña para competir en las elecciones presidenciales de noviembre de 2024 el multimillonario ex presidente soslaya los juicios que deberá afrontar por dos cuestiones graves, desde la mirada institucional. Por cierto que ninguno de los juicios a los que fue sometido se compara en gravedad institucional como aquel que lo tiene ligado al asalto al Capitolio, en Washington, en el día de Reyes de 2021. Las filmaciones y otros registros periodísticos y de los organismos de seguridad aportan registros de situaciones inimaginables en un país como los Estados Unidos donde la seguridad y los servicios de inteligencia afinaron sus recursos y métodos. Particularmente a partir del 11 de septiembre de las “Torres Gemelas” (2001) que, precisamente, en el día de hoy se cumplen 22 años.

Todas y cada una de las decisiones gubernamentales de Trump tienen un norte orientador que se emparenta directamente con el absolutismo del poder que se ejerce salteando razonamientos necesarios a la vez que no involucra en la toma de decisiones al análisis obligado de sus posibles consecuencias negativas. Nada de eso. Un calco de lo que propone el “Trump” de nuestro país. Tantas veces y en tantos medios- Javier Milei en plena campaña electoral con un guiño a su favor, por ahora- hace suponer, fantasiosamente, claro está, que su mentor de cabecera es nada menos que el supermillonario ex presidente estadounidense. El 4 de marzo de 2024 se iniciará el proceso judicial contra Donald Trump por el intento fallido de impedir la consagración de Joe Biden como presidente electo de los EEUU, en el llamado “caso Capitolio”. El detalle significativo es que el proceso comenzará un día antes de lo que en los EEUU se llama el “Supermartes”. Esto es, la fecha en la que cerca de 15 estados abrirán las primarias republicanas que fijará el candidato del partido para presidente en las elecciones de noviembre de ese año. Natural resulta el enojo de Trump por semejante fecha para iniciar el juicio en su contra por el caso Capitolio. Supone, y con razón, que no será lo mismo competir con los otros republicanos que aspiran a ser elegidos candidato para las presidenciales próximas siendo él un “procesado judicial”. Un procesado con riesgo de condena y, para más, cárcel. Y Trump, el “Milei” estadounidense pidió, se comprende, cambio de fecha La respuesta de la jueza: Fijar fecha para el juicio no depende de las obligaciones profesionales del acusado, dijo la jueza del Tribunal Tanya Chutkan. Y agregó, como para que no cupiesen dudas ni interpretaciones antojadizas por un ex presidente: “Los presidentes no son reyes”.

El contexto y Milei

Claro, se dirá, Milei aparece como un excluido de la “casta” ese típico término que visibiliza el sistema que era vigente en India. No obstante, que se fue modificando, en algún grado, en tanto en la Constitución de la India independiente se prohibió la discriminación por motivos de casta. La particularidad de las expresiones de Milei es que centra que la totalidad de los males que afecta al país proviene de acciones y omisiones de “la casta”. Sus expresiones sobre ese sector son lanzadas abruptamente en medio de explicaciones de su propuesta política y a veces en forma soez, sin sordina. El estilo Trump incurre en modos similares y hasta racista. Por lo general no tiene un discurso calmo y no se demora en expresarse a primera voz sin medir el alcance de ofensivo que resulta por el tono y el contenido de desprecio hacia el otro. Milei, a su vez, centra la potencia de sus dichos en gestos expansivos y a los gritos al tiempo de postular críticas y en la afirmación de ideas.

La “motosierra”

Si bien, naturalmente simbólico, el uso del término lejos de ser una metáfora -no poética, por cierto- contiene todos los ingredientes imprescindibles y en demasía como para ser violento. No es el lenguaje que necesita y espera la sociedad. Sí ideas claras, con mejores probabilidades de concretarse más allá de la “promesa electoral”. Centra todo su ataque en la existencia del Banco Central como entidad responsable de permitir manejos políticas que dañan el valor de la moneda. Es el huevo desde donde nace y se desarrolla el monstruo inflacionario. En esta comparación con Trump el fogoso presidente de EEUU también mira con protesta a la Reserva Federal de su país (su Banco Central) cuestionando que no baje sus tipos de interés, entre otros cuestionamientos.

El lenguaje que a diario viene empleando Milei es fuertemente combativo y a menudo incursiona en diatribas generalizadas o directas contra personas revolviendo barro en las aguas no siempre transparentes de la política. Innecesarios modos para exponer ideas, pero su mensaje es para los desencantados de la política. Para arrimarlos a su corral. Particularmente a los jóvenes, a quienes votando tal vez por primera vez, pretende seducirlos, y en gran medida lo logra, denostando la política vigente, y a los políticos en funciones. Tal como si él no fuera un político sino un generador de un novedoso mesianismo que viene a demoler todo lo que considera malo y a instalar una Mileilandia de luces y dólares para todos. Desde la hora cero de su incursión en la política se convirtió en un agente no encubierto de la moneda “verde” para todos.

Este columnista se anima a dar a conocer una convicción: la gente, aun con las aparentemente sesudas explicaciones de Milei, en tono menor o a los gritos, su estilo invariable, no tiene idea clara de qué es la dolarización que abrumadoramente promueve. Lo qué sí sabe “la gente” es que el peso viene perdiendo valor aceleradamente lo que lleva a la sociedad a una inflación real pero, esencialmente, a una “cultura de la inflación”. Esa que lejos de indagar en las causas es un “piedra libre” para los precios.

El candidato

Volviendo a la versión estadounidense de Milei, Trump, el pretencioso aspirante a una segunda presidencia en su país, en modo directo, ignorando a la ONU declara el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, haciendo tabla rasa con resoluciones concretas de la ONU. Milei, lo primero que indicó como objetivo para su gobierno es el traslado de la embajada argentina en Israel a Jerusalén. Y proclama, suelto de cuerpo, en un mundo donde dejó de estar en juego el bipolarismo (EEUU-URSS) y se están perfilando otros ejes (con China) el alineamiento con EEUU, lo que no está mal, si no fuese que rompe, y lo dice enojado, con los países comunistas o cercanos a ellos.

En tiempos de globalización en lo externo para crecer en lo interno Milei ideologiza a niveles cerrados la política exterior que piensa instalar si es gobierno. Desde estas líneas avizoramos que su triunfo significaría un gran cambio para nuestro país. Y no en el mejor sentido. Con sólo imaginar que cumpla romper relaciones con Brasil, que lo expresó a viva voz. Eso recuerda a Trump, cuando rompió un muy elaborado acuerdo de los cinco del Consejo de Seguridad (ONU) más Alemania para acordar con Irán que su desarrollo nuclear no sea para uso militar. Una enorme conquista que Trump echó por tierra, irresponsablemente.

Comentarios