¿Con qué frecuencia hay que lavar las toallas?

Con la elevada humedad que se genera en un baño, las telas que se usan para secarse se convierten en el entorno perfecto para la proliferación de bacterias, hongos y otros microbios. Cuáles son los consejos de los especialistas.

DIRECTO AL LAVARROPAS. El consejo es que la toalla se cambie cada tres o cuatro días, y que se lave con agua caliente, lavandina o vinagre. DIRECTO AL LAVARROPAS. El consejo es que la toalla se cambie cada tres o cuatro días, y que se lave con agua caliente, lavandina o vinagre.

Lavarse la cara o bañarse y secarse con una toalla suave y limpia es una agradable sensación. Pero hay una razón más importante para poner a lavar más seguido las toallas de baño: los gérmenes.

Los estudios científicos demostraron que las toallas o toallones que usamos a diario para secarnos en el baño son caldo de cultivo de toda clase de microorganismos.

Ahora, una reciente investigación reveló, además, que el riesgo crece a medida que pasa el tiempo. El trabajo, publicado en Scientific Reports, demuestra que con el transcurso de los meses aumentan las comunidades de bacterias e, incluso, la capacidad para la formación de biofilms o biopelículas en este tipo de fibras textiles. Un biofilm es una estructura colectiva de microorganismos que se adhiere a superficies vivas o inertes.

Otro estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Arizona reveló la gran cantidad de bacterias que llegan a albergar las toallas y trapos que se utilizan para el secado de manos en la cocina. El mayor riesgo que se plantea en este último caso es la transmisión de patógenos que causan enfermedades gastrointestinales.

Durante el estudio examinaron 82 toallas para las manos y de cocina extraídas de hogares de las cinco mayores ciudades de EE.UU. y Canadá. La conclusión final fue que el 89% de las toallas presentaban bacterias coliformes, mientras el 25,6% de ellas contaban con la presencia de la Escherichia coli.

Virginia Albarracín, bióloga y doctora en bioquímica, explica por qué esos rectángulos de tela esponjosa son ideales para su proliferación de microorgamismos. “Las investigaciones han demostrado que los microorganismos se van acumulando con el tiempo en las toallas. Los microbios comienzan a extenderse como una baba y se conectan con otros microorganismos que están en esta superficie. Los bichos se van metiendo entre las ranuras de la estructura de la toalla. Cada vez que se lava, esa estructura se abre más porque la tela va perdiendo consistencia y va dejando un lugar más acondicionado para que se desarrollen los microorganismos”, explicó.

Por eso, según remarcó, mientras va perdiendo color la toalla y va ganando más olor, eso está relacionado con el aumento de la cantidad de microbios.

Hábitos de lavado

“Lo interesante de estos estudios es que los microorganismos hallados en las toallas casi no son los que suelen estar en la piel sino los que están en el ambiente, en el aire, en la tierra. Es decir que los microbios que quedan en las toallas y que van generando olor y percudiendo la tela estarían más relacionados a los hábitos del lavado, de cómo se secan las telas y de si hay o no polvo en la zona cuando meten el toallón en el lavarropas, porque son esos microorganismos que están en el ambiente los que tienen capacidad de adherirse y usar la fibra como refugio”, indicó Albarracín, que dirige el Centro Integral de Microscopía Electrónica (Cime-UNT-Conicet).

Según la especialista, una cuestión fundamental relacionada a las toallas es el secado, ya que si permanecen húmedas durante un tiempo antes del lavado esto favorece el desarrollo de microorganismos. Y una vez que se desarrollaron es difícil sacarlos, incluso usando jabón. Una alternativa puede ser usar bastante lavandina o vinagre en el lavado.

Cuando le preguntamos cada cuánto sería ideal lavar las toallas, Albarracín opina que más que el tiempo hay que prestar más atención a los elementos que usamos para lavarlas, y no dejarlas que pasen mucho tiempo mojadas antes de meterlas al lavarropas.

Además, sostiene que en todo caso hay que preocuparse más por los repasadores que usamos en la cocina. “En este caso sí es importante la frecuencia del lavado porque el contacto con los microbios que están allí es más riesgoso. Cuando uno cocina, por ejemplo, carnes crudas y luego verduras, y va manipulando los repasadores, estos se van contaminando con bacterias que pueden ser potencialmente patógenas (coliformes). Aquí es importante lavar todos los días los repasadores y utilizar lavandina. No es recomendable seguir utilizando el mismo repasador sucio para secarse las manos y para secar luego los platos”, apuntó.

¿Es correcto cambiar las toallas semanalmente? Ese es el hábito que tienen en muchas casas. Cada tres o cuatro días sería lo ideal.

El potencial dañino de los gérmenes residentes en las toallas de baño se puede relacionar fundamentalmente con problemas dermatológicos, explica la dermatóloga Silvana Depetris, de la Asociación de Dermatología de Tucumán.

Las toallas de baño pueden ser transmisoras de hongos, por ejemplo. Acaros y bacterias también pueden sobrecrecer en toallas que no son lavadas con la frecuencia que deberían o que no se dejan secar o airear adecuadamente. La profesional también sugiere que estas prendas no se mezclen con otras en el lavarropas, y que preferentemente se use lavandina en los lavados o agua caliente.

Depetris considera fundamental que las toallas sean de uso personal y nunca compartidas, ya que existen patologías que pueden transmitirse de persona a persona al compartir ropa de baño: sarna, piojos y diversas micosis, entre otras. También hay bacterias que se pueden contagiar. Las toallas, además, pueden propagar las bacterias que causan el acné, ejemplificó.

“Las toallas pueden ser transmisoras de hongos ya que estos viven de la humedad y si alguien con esta patología se seca con una toalla esa tela queda contaminada. Por eso siempre aconsejo que cada persona tenga sus toallas y que estas sean diferentes de acuerdo a la utilidad que se le de: por ejemplo, una para la cara, otra para el cuerpo, etcétera”, remarcó.

Además sostuvo que lavar toallas con artículos de alto riesgo, como la ropa interior -que es más probable que contenga rastros de heces o bacterias de infecciones genitales-, puede aumentar las posibilidades de que nuestras toallas estén contaminadas.

Dado a que habitualmente se guardan justo al lado de uno de los lugares con más gérmenes del hogar, el inodoro, no debería ser la mayor sorpresa que a veces lo que descargamos termine en estos paños de tela. Las bacterias coliformes, como Escherichia coli, pueden transferirse a las toallas debido a esto.

Y hay otro punto importante: cada vez que usamos o tocamos una toalla, transferimos gérmenes de nuestro cuerpo a esa tela. Por eso, se recomienda lavarse las manos con agua y jabón durante 20 segundos. Si no hacemos bien el enjabonado, los restos de las cosas que hemos tocado pasan directamente al trapo.

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