El nuevo Gobierno: medidas de impacto y el “osvaldismo”

El nuevo Gobierno: medidas de impacto y el “osvaldismo”

Reunión con el Gabinete; asunción de los secretarios de Estado; reuniones; firma de decretos y asunción de la nueva intendenta de Alderetes, Graciela Gutiérrez. Las primeras horas de Osvaldo Jaldo en la Casa de Gobierno se prevén intensas. A una semana de la jura, el nuevo mandatario promete entre sus allegados que llevará adelante una gestión con una impronta distinta a la de sus antecesores más cercanos y no sólo por el nivel de actividad y el ritmo. También por el control y la exigencia. Diferentes dirigentes, del oficialismo y de la oposición, consideran que las ideas que escucharon del propio vicegobernador en cuanto a las medidas que quiere tomar en relación a la gestión y a la política son tan inesperadas como ambiciosas. Inesperadas, porque consideraban que el tranqueño respondía al perfil de un peronista más bien ortodoxo, que se ataría a las recetas y prácticas habituales en el justicialismo para gobernar y manejar el poder. Y ambiciosas, porque la situación social y económica desastrosa del país encorsetará a todos los próximos gobiernos y porque tomar decisiones drásticas en relación a la forma de funcionar de la política y de las estructuras estatales en general puede generar resistencia. Hay desconcierto en el escenario político porque no saben qué se trae Jaldo entre manos.

Gasto político

Jaldo adelantará los lineamientos de su proyecto en su discurso del domingo. Los primeros cinco días serán clave, porque se tomarán medidas de alto impacto. Afirman que planteará un ajuste para lograr una gestión “transparente y austera” y que apuntaría a conformar un Estado chico. Parece una quimera teniendo en cuenta las dimensiones actuales, pero confían en que podrá hacerlo mediante decisiones a corto y largo plazo.

Los más desconfiados, del manzurismo y de la oposición, criticaron que su paso por la Legislatura no fue de austeridad, por el Presupuesto, y consideraron que se plantea objetivos muy complejos de cumplir.

El mismo lunes, sin embargo, podría concretar la reformulación del organigrama del Ejecutivo. Esto implicaría, según fuentes oficiales, reducir el 30% de las oficinas y sus estructuras administrativas. Entre ellas figuran secretarías, subsecretarías, direcciones y subdirecciones. También habrá una redistribución de dependencias de diversas áreas con el objetivo de eficientizar las tareas.

En la lista se inscribe también la decisión del mandatario de seguir viajando principalmente en vuelos de línea, en vez de moverse en los jets de la flota oficial. Con ese tipo de acciones concretas pretende brindar mensajes para dentro y fuera de su Gobierno. Sobre todo, puertas adentro. De concretarse todo el plan, impactará directamente en el corazón del sistema político, más precisamente, en el gasto político partidario. Esto mantiene en vilo a propios y ajenos por las repercusiones que eso podría tener y los intereses que podría afectar. El sucesor de Juan Manzur viene expresando a sus colaboradores que hay que escuchar a los ciudadanos, leer los resultados de las urnas y entender el hartazgo. Durante la campaña para las elecciones provinciales la dirigencia tuvo grandes dificultades para salir a los barrios a militar y pedir votos, por el creciente malestar social. Muchos apelaron a las dádivas y otras prácticas espurias para captar los sufragios.

En su grupo sostienen que Jaldo está dispuesto a oponerse a los modos enraizados en el sistema como los “ñoquis” o la contratación de proveedores amigos, entre otras. Consideraría que el dinero que se destina a esas prácticas son las que engrosan los gastos del Estado sin ningún tipo de beneficio para los tucumanos.

Una de las primeras iniciativas sería sobre el polémico programa Unidad de Reconversión Laboral (Unrel). Si bien fue implementado en 2021 supuestamente para compensar económicamente a personas que habían perdido sus trabajos por la pandemia, es vox populi que, en realidad, se habría creado inicialmente para contener a gran parte de los dirigentes cuyos contratos dirigenciales cayeron en plena interna entre Jaldo y Manzur ¿Qué ahorro se estima si se elimina el Unrel? De alrededor de $ 2.000 millones mensuales.

En el entorno del próximo titular del Ejecutivo advierten que no tocará a los empleados de carrera ni a aquellos que cumplen funciones de manera efectiva. Es grande el revuelo que generó en los pasillos oficiales cada declaración de Jaldo sobre los nombramientos o el achique. En ese aspecto, sus hombres de confianza subrayan que no perjudicará a los trabajadores, sino que apuntará a los cargos políticos.

¿Dónde iría ese dinero si se ahorra? En el equipo del actual presidente de la Cámara repiten que la idea es que el Gobierno sea servicio, que pueda resolver los problemas de la población. La plata que se ahorrará se destinaría, por ejemplo, a dotar de recursos áreas clave como la SAT o Vialidad, para emprender programas de obras inmediatos.

Tal como adelantó, también se formalizarán en la primera etapa en 25 de Mayo y San Martín decisiones para apoyar al empresariado y emprenderá una reformulación de las alícuotas y de los procedimientos de recaudación para aliviar la presión fiscal.

Además de la cuestión económica, en la agenda seguirán a la cabeza los asuntos que desvelan al electo, como la Seguridad y la lucha contra el Narcotráfico. La tónica será parecida a la que tuvo durante los 500 días de interinato en los que reemplazó a Manzur mientras fue Jefe de Gabinete.

Hacia el neojaldismo: el “osvaldismo”

Cerca del próximo mandatario saben que las determinaciones que tomará pueden generar resquemores internos, pero explican que es importante demostrar a los ciudadanos que quieren plantear un Gobierno diferente y no “más de lo mismo”. Hacen una autocrítica y consideran que la forma de hacer política que conocen se agotó y dicen que podrán cambiar el sistema político. Los conflictos internos, consideran, podrán resolverse con el tiempo.

La conformación del Gabinete, por ejemplo, dejó a varios desconcertados. Jaldo se ocupó personalmente y en soledad del armado. Si bien aún no lo confirmó (lo haría hacia la mitad de la semana), los nombres que habría elegido no fueron los esperados. Sucede que aquellos que tuvieron protagonismo durante la interna ocuparán segundas y terceras líneas y otros que quedarán directamente fuera. Las excepciones son Darío Monteros, que será el ministro del Interior, y Regino Amado, que se desempeñará como ministro de Gobierno y Justicia. Jaldo apostó al legislador Federico Masso, referente de Libres del Sur, para Desarrollo Social. El resto de los espacios principales quedará en manos de hombres y mujeres con perfiles más técnicos. Por el momento, el equipo se completará con Santiago Yanotti (Obras Públicas), Eugenio Aguero Gamboa (Seguridad), Daniel Abad (Economía y Desarrollo Productivo), Luis Medina Ruiz (Salud), Susana Montaldo (Educación), Federico Nazur (secretaría General de la Gobernación y Gilda Pedicone (Fiscalía de Estado).

¿Qué tuvo en cuenta? Cercanos al mandatario entrante destacaron que eran varios los requisitos: en el caso de los políticos, que hayan tenido un buen desempeño en las urnas, que no tengan causas judiciales en marcha por corrupción, que no hayan protagonizado escándalos, que no sean conflictivos y que no hayan estado identificados con el manzurismo. A eso se sumó que no querría lidiar con aprendices, sino que buscó especialistas y gente con experiencia.

La relación con el manzurismo es un capítulo aparte. Hay versiones que dan cuenta de que el vínculo está sostenido sobre la concordia y que habría un acuerdo para la paz hasta diciembre, pero que de manera subterránea hay algunos roces en la antesala del recambio. No quedarían, sin embargo, demasiados vestigios de la gestión de Manzur para lo que viene. En el entorno del vicegobernador creen que no habrá inconvenientes hasta que se acerque un año electoral. En cuanto a los suyos, Jaldo pretendería refundar el jaldismo, que consideraría una etapa agotada. “Ya no hay lugar para el jaldismo”, habría mencionado en varias reuniones. La idea sería conformar un neojaldismo, que bien podría llamarse “osvaldismo”, un frente político e institucional amplio, que incluya también a opositores. Las primeras manifestaciones de ello se verían en las mesas de conducción de la Legislatura y los Concejos Deliberantes.

Desde el lunes se verá cómo será el estilo Jaldo y también si podrá emprender lo planificado. Estará entre las medidas de impacto y el desarrollo de su nuevo espacio político.

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