Juegos Panamericanos: Cynthia Pinto ganó el oro adentro y afuera de la cancha

La mamá de Isabela y Stéfano mostró su alegría por el título en el Panamericano y pidió más ayuda.

COMIENZO. Pinto, en la cancha donde su tío Eduardo la hizo conocer el deporte. Sus padres no estuvieron muy de acuerdo porque era un ámbito muy machista. la gaceta / fotos de josé nuno COMIENZO. Pinto, en la cancha donde su tío Eduardo la hizo conocer el deporte. Sus padres no estuvieron muy de acuerdo porque era un ámbito muy machista. la gaceta / fotos de josé nuno

Cuando Cynthia Pinto llegó al aeropuerto tucumano, sus palabras la llevaban de un tema a otro tema. Con su mamá, con su papá, con su hermano, con sus amigos, o con algunos que la reconocieron; no sólo hablaba de la medalla dorada que ganó en los Juegos Panamericanos de Santiago de Chile. Esta vez estaba un poquito más curtida y sabía más o menos lo que podía pasar.

Es su segundo regreso a Tucumán como campeona Panamericana de pelota vasca, modalidad trinquete goma. “En 2019 venía ‘colgada’. Por ahí, ahora, mariconeé (sic) un poco cuando los vi a mis hijos. Pero bueno; estaba un poco más preparada, más tranquila”, dijo casi excusándose como si los 18 días fuera de casa, bajo la razonable presión de representar al país, no le hubiesen ocasionado alguna lágrima de desahogo.

Lo que no cambió demasiado es cómo sigue siendo la realidad de ser deportista de alto rendimiento en Argentina. Dificultad que aumenta cuando el atleta es del interior; y crece más aún cuando el deporte entra en el rango de esos que no son tan populares, como el que juega “Popy”, porque eso juega en contra al momento de buscar patrocinio.

FAMILIA. Isabela y Stéfano, los más “bajitos”; Alicia y Jorge Raúl, los padres. FAMILIA. Isabela y Stéfano, los más “bajitos”; Alicia y Jorge Raúl, los padres.

“Lo más difícil es encontrar a alguien que quiera ayudar desinteresadamente”, reveló Pinto. La pelotari siempre exhibe un semblante calmo. En el salón del club Frontón Tucumán, donde se formó y se entrena cuando no tiene que asistir cada 15 días a los entrenamientos con la selección en Buenos Aires o San Luis, también estaba igual. Allí reconoció que lo más complicado no es estar en el trinquete o cancha; sino llegar hasta ella para competir.

- ¿Qué diferencias hay entre esta medalla y la anterior?

- Pasaron cuatro años; entrenamos con entrega total y mucho corazón. Somos apasionadas de este deporte. Con Lis (María Lis Calderón de La Plata con quien formó dupla en el torneo) lo que tenemos en común es que nos miramos y sabemos que va dedicado a nuestros hijos, a nuestra familia.

- ¿El camino se volvió más o menos difícil?

- El club me ha colaborado durante todo el año; con ayudas económicas, en lo que pudo. La Secretaría de Deporte de la Nación, igual. Lo más difícil para mí son los viajes para ir a competir y también a los entrenamientos.

- ¿Qué es lo que le vendría bien a Cynthia Pinto en lo deportivo y en lo personal teniendo en cuenta que es bicampeona panamericana y mamá de Isabela, de 9, y Stéfano, de 7?

- Sólo pido salud para ellos. Son la nafta premium de mis entrenamientos. Yo tengo 35 años y mi compañera 38. No somos chicas, somos conscientes de que tenemos que entrenar cada día más y superarnos porque las rivales también se preparan. El objetivo es uno solo y todas vamos en busca de esa medalla. Me encantaría tener una audiencia con las nuevas autoridades. Ya no está el profesor (José) Banegas (ex secretario de Deportes de la Provincia) que fue muy amable conmigo. Sé que son escasas las ayudas económicas para los deportistas. Yo no soy más, ni menos que nadie, pero lo que sí necesito es que estén un poco más pendientes. Me encantaría poder hablar con el Gobernador y explicarle lo difícil que se hace competir en un deporte amateurs; siendo madre y bancándome con sólo una beca de la Nación, que no es mucho porque tengo que costearme de ahí todos los vuelos. La verdad no llego.

LA COMPARTIÓ. Primero, Pinto mordió la medalla; después se la colgó a todos. LA COMPARTIÓ. Primero, Pinto mordió la medalla; después se la colgó a todos.

- En lo deportivo ¿qué es lo que más costó?

- Fue un toque distinto porque en la cancha en la que jugamos en Lima, la pared derecha era de blindex. Nos costó un poco más. Pero también la de Chile tenía sus cosas: la pelota picaba mucho, otro día picaba poco. Nos tuvimos que acomodar pronto.

- En el continente, ustedes marcan una diferencia, pero les cuesta cuando salen a Europa...

- Nos cuesta en el sentido que las chicas europeas están todo el tiempo en competencia, que es lo que deberíamos tener nosotras un poquito más. Allá las chicas son profesionales, bien pagas; viven de eso. Nosotras acá llegamos a los 40 y no sé si llegamos bien físicamente. Después se corta todo y ¿qué hacés? Me encantaría que tengamos una beca de por vida. Si bien yo tengo mi obra social, la tengo por el logro de 2019. Pero si no conseguíamos la medalla dorada, mi beca se cortaba. Así que por eso también estoy feliz; porque sé que se renovó y puedo seguir.

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