A la distancia, se escucha una música; poco después, comienzan a aparecer desde atrás de un cerro un puñado de feligreses que llevan a pulso la imagen de una Virgen o de un santo en peregrinación. Ninguno podrá dar precisión acerca de cuántas horas llevan en el camino, pero todos saben su destino. Quienes los reciben, los saludan como hermanos y el encuentro es una fiesta que une lo religioso con lo popular como pocas veces se puede sentir.
“Retratar la fe” es la exposición que se inaugurará esta noche, a las 20.30, en el Centro Cultural Alberto Rougés (Laprida 31), con tres óleos inspirados en misachicos realizados por Juan Carlos Lanati (fallecido en 2020) y 18 fotografías sobre la devoción popular de su hijo, Federico, lo que en sí mismo es una muestra de la transmisión familiar del compromiso de plasmar artísticamente lo que sucede socialmente, de dejar un registro de las tradiciones movidas por lo más íntimo, de dar testimonio sobre lo que se ve, como reconoció a LA GACETA.
- ¿Qué implica compartir una exposición de tus fotos con pinturas de tu padre?
- Es algo muy fuerte, y un gran orgullo para mí. Agradezco al Centro Cultural Rougés la posibilidad que nos dieron al invitarnos a exponer juntos en dos artes diferentes. Más allá de las empresas, desde chico en casa vivimos el arte como algo natural; de hecho con mis hermanas estudiamos piano, y papá era profesor de mamá en el Conservatorio de Música; también compartimos la pintura, y yo recalé hace más de 25 años en la fotografía. Es también un honor, ya que papá fue un reconocido pintor posimpresionista que supo mostrar nuestros paisajes, nuestros lapachos y el colorido del paisaje tucumano.
- ¿Cómo dialogan las obras?
- Papá llevó al lienzo antes que yo fotografiara este tema tan profundo de la fe, y entre los temas que retrató están sus misachicos en las montañas, volviendo al templo, en atardeceres tan nuestros. Sin darme cuenta tomé ese tema de él, y lo amplié a las fiestas de más de 15 provincias argentinas a la fecha. Lo sigo haciendo de tal modo que estuve hace unos días en los 100 años del Hallazgo de la Inmaculada Concepción en La Reducción (Lules) y el viernes en Catamarca, en la Virgen del Valle. Me sigue atrayendo y emocionando tanta gente pidiendo, agradeciendo a nuestra Madre, a Jesucristo, a su Santo Patrono.
- ¿Qué significan las manifestaciones populares de religiosidad en los Lanati?
- Con Juan Carlos me doy cuenta de que sincronizamos en que la Fe es lo más importante que puede tener un ser humano en su vida. Solo así se explica que durante días y días, bajo la lluvia, el sol implacable, miles de personas quieran ofrendar y caminar hacia un santuario y llegar exhaustos pero felices. Han cumplido su sueño anual de sentir una vez más esa devoción tan propia del ser humano que nos distingue como norteños. Saber que tenemos algo para devolverle a Dios que nos dio la vida y la fe, y que nos sigue acompañando diariamente en este peregrinar diario y en fechas especiales para rendirles culto y agradecimiento.
- ¿Se puede retratar la fe, algo tan íntimo?
- En mi primer libro, “Fiestas Religiosas del Norte Argentino y Luján”, de 2020, estuve en más de 30 fiestas buscando precisamente eso. Algo tan “íntimo”, por un lado y también tan “compartido”, como es retratar lo que el hombre muestra de su interior en actos externos. Es mucho más que un sentimiento. Hay momentos únicos, que la gente se siente atraída, siente a Dios, y lo manifiesta en sus rostros, su postura arrodillada, sus lágrimas agradecidas. No hay mejor momento que demuestre su “sentir”. Es lo más grande que tenemos. Es el momento que siendo menos, se muestra que no estamos solos, y que alguien los acompaña siempre. Es lo que pretende todo pintor o fotógrafo. Y en mi caso, la fotografía debe apoderarse de ese instante: se debe escoger el más fecundo, si no la foto no se hará nunca más, después será demasiado tarde, lo que pasó desaparece para siempre. Por eso hay que apelar más a la intuición que a la razón, decía el gran fotógrafo Henri Cartier Bresson. Por lo menos eso intenté estos años.
- ¿Qué significan las expresiones al aire libre?
- Los lugares son diferentes en las calles que en las montañas, pero la esencia es la misma. La Fe. Quizás haya más clima de sacrificio en las alturas. Lo bueno es que casi no hay ciudad o pueblito que no tiene su santo a quien acompañar. Como tucumanos tenemos la Fiesta de la Virgen de La Merced, del Señor de la Salud, San Roque, San Expedito y tantos otros. El salir y dar vueltas por esas calles denota un acto de exteriorización infinita de un pueblo agradecido. Y la Iglesia lo pone en valor, como Benedicto XVI que dijo que en Sudamérica la religiosidad popular es un regalo para el mundo; lo mismo que el Papa Francisco en su Evangelii Gaudium, cuando dice que es el “mismo pueblo que evangeliza al pueblo”.
- ¿Qué te conmueve como para sacar una foto?
- Espero cada fiesta o acontecimiento con gran ansiedad. El 16 de diciembre iré a la beatificación del Cardenal Eduardo Pironio en Luján, como antes hice con Mama Antula en 2016, y Fray Mamerto Esquiú. Me late el corazón más fuerte, me hace hasta envidiar sobre todo a la gente sencilla, su fe. Uno aunque sea católico practicante, vaya a misa los domingos, trate de cumplir los sacramentos, los mandamientos, quizás no tiene esa fe. Ellos lo tienen en su diario vivir, a Dios, a la Virgen, a los santos. Su fe es más bautismal que sacramental. Quizás no sigan o no puedan, por falta de sacerdote, hacerlo semanalmente, pero el esperar esa fiesta, el estar en las manos de Dios siempre es maravilloso.
- ¿Cuánto hay de sincretismo en la religión en el Norte?
- Hay mucho de sincretismo, por eso lo original de la unión de la fe que nos trajeron los españoles con la Iglesia, la adopción por parte de nuestros pueblos originarios, y luego la de los inmigrantes. Se inculturó al pueblo, y hoy las fiestas son indescriptibles. Vemos bailar a la Virgen con sus vestimentas en muchas fiestas -Tinkunaco en La Rioja, Virgen del Rosario en Iruya, Virgen de la Asunción en Casabindo-, los sikuris tocando el erke, los sikus en la Virgen de Punta Corral en Tilcara y Tumbaya. Más que sincretismo, es una simbiosis cultural que no lo tienen en otros continentes.
- ¿Qué te enseñó tu padre sobre la mirada artística y cómo te entrenaste por tu cuenta?
- Desde chicos íbamos en las vacaciones a la Escuela de Arte que había en el Parque 9 de Julio, perteneciente a la Municipalidad de San Miguel de Tucumán, con profesores de primer nivel, como Dante Cipulli y Fued Amín, realmente un lujo. Luego a talleres de pintura con María Eugenia Aybar, Eugenia Juárez, Florencia Ortiz Mayor, Imelda Cuenya y Tito Quiroga, que era un gran dibujante y pintor costumbrista. Luego hice cursos con los fotógrafos Bruno Ternavasio y Solana Peña Lasalle, una porteña que vino a vivir en Raco; pude desarrollar la fotografía y hacerla mía. Inclusive ella fue mi curadora en el libro. Ahora estamos finalizando la elección del contenido del próximo libro, “Fiestas Populares Argentinas”, con el santiagueño Gustavo Tarchini. Me fascina la posibilidad de este arte, por su versatilidad, su inmediatez, su mensaje, su proyección a un mundo que podemos retratar y dejar para la posteridad las vivencias de nuestra gente.
- ¿El relevamiento artístico de lo religioso está poco desarrollado actualmente?
- Tengo la suerte de compartir la Comisión Directiva del museo de Arte Sacro de Tucumán, que cumplió más de 50 años, y tiene un acervo muy importante. También soy presidente de la Comisión Argentina de Turismo Religioso, y veo que el patrimonio arquitectónico, artístico y cultural es inmenso en cada provincia argentina. Quizás deberíamos preocuparnos más de mantener ese patrimonio. Hay muchas ciudades que lo hacen, y creemos que son las mismas autoridades y el pueblo quienes deben rendir homenaje relevando dicho patrimonio material e inmaterial, ya que es nuestra historia y muestra lo que nuestros antepasados y nosotros somos actualmente.