Quienes nos negamos a perder la memoria y nos aferramos apasionadamente a la Historia (a la de los pueblos y a la de los poderosos empecinados en exprimir a éstos, hasta dejarlos sin nada y hasta sin esperanzas) pensamos; conocemos y sabemos lo que representan Milei, Villarruel, Bullrich o Macri y sabemos también lo que vienen a hacer y deshacer. Pero también sería de necios no desnudar a los culpables de este escenario de autodestrucción masiva expresado desde el voto popular que, a aquel histórico bloque de 30% de votos de derecha, lo consolidó en un peligroso 56% de adhesión. Esos culpables, por historia y por presente, son -a mi entender- el PJ y la UCR. Un peronismo corporativista, con sellos distritales que abandonaron todo proyecto nacional, desdoblando elecciones a conveniencia de sus propios proyectos personales o distritales. Una Unión Cívica Radical tomando un camino sin retorno en Gualeguaychú 2015, fue el otro punto de quiebre político y social que experimentó el país. No solo porque con esa alianza borraron la esencia filosófica del centenario partido, sino porque -en paralelo- comenzaron a abonar la tierra en la que germinaban sus nuevas generaciones de seguidores y militantes, con un odio de clases incoherente (por las características socioeconómicas de su base electoral) y de un antiperonismo anacrónico, ciego y estúpido. Cuando quisieron reaccionar antes de la segunda vuelta electoral, sus votantes fueron ciegos, sordos y mudos mutantes marchando en sentido contrario a su naturaleza. Tanto caminar de la UCR como del PJ, despojándose de sus ropas y signos fundacionales a cada paso, hizo que esa desnudez (desprovista de pudor y de vergüenza con la que se pasean importantes señores y señoras por los salones de la impudicia ética y hasta legal), los mostrara sin memoria; ajenos a la verdad e incapaces de abrazar a la Justicia, social y bien terrenal.
Javier Ernesto Guardia Bosñak
Javierucr1970@gmail.com


















