Degustando la crítica: el desafío a los influencers gastronómicos

Degustando la crítica: el desafío a los influencers gastronómicos

“El trabajo del crítico es sencillo en más de un sentido. Arriesgamos muy poco, y sin embargo usufructuamos de una posición situada por encima de quienes someten su trabajo y su persona a nuestro juicio. Prosperamos gracias a nuestras críticas negativas, que resultan divertidas cuando se las escribe y cuando se las lee”. Los más fanáticos reconocerán estas palabras. A los que no, podemos decirles que corresponden a Mister Ego, uno de los personajes de cine de la película Ratatouille (2007). La historia giraba en torno a una talentosa rata que soñaba con ser chef de cocina y hacía sus primeros pasos con un humano (para nada hábil) como intermediario. Mister Ego era un crítico culinario, el más temido de París de hecho. Aquel párrafo es el primero de una crítica más extensa que sale “publicada” al final de la historia, cuando finalmente prueba un plato de “Chefcito”, la rata en cuestión.

La película se estrenó tres años antes de que Instagram viera la luz y la referencia no es caprichosa: hoy, esta red social es una importante plataforma para las críticas de comida de todo tipo. En Buenos Aires, abundan los llamados “influencers gastronómicos”. Una modalidad de la que Tucumán no está exento, al contrario: tiene varios críticos con un estilo muy similar y así de marcado. Lo curioso es que aquel texto citado de Mister Ego parece ser diferente a lo que se vive en Instagram o TikTok y la nueva manera de criticar comida. Una manera que invita a pensar un poco más allá y a tratar de encontrar un análisis un poco más profundo.

Rocío Strat es un ejemplo claro de esta movida en nuestro país. La joven porteña es una de las pioneras en el rubro y en su cuenta “La chica del brunch” se dedica a recorrer todo tipo de lugares para comer en Buenos Aires y su alcance ya es masivo: tiene casi tres millones de seguidores que escuchan atentamente sus reseñas y allá van a probar eso que se ve tan bien en la pantalla del celular.

A diferencia de Mister Ego, ni la Chica del Brunch ni la mayoría de sus colegas “prosperan gracias a sus criticas negativas”. Al contrario, la “buena onda” y los elogios siempre están. Incluso los usuarios y hasta los seguidores de los “expertos” les critican que sean demasiado generosos. Elucubran teorías algo conspirativas en los mismos posteos de los influencers, con experiencias muy distintas a las que se retratan en los videos.

¿Acaso es posible valorar positivamente a todos los lugares? ¿Todos son buenos restaurantes? El extremo de Mister Ego representa la vieja crítica gastronómica. ¿Todos son malos lugares entonces? Esa que se publicaba en los periódicos de papel y se regodeaba cuando un lugar no cumplía con las expectativas. Críticos que muchas veces tildaban de snobs. De hecho así está representado en su personaje Anton Ego, en Ratatouille: un hombre refinado, con nariz parada y dispuesto a criticar todo. El otro extremo parece ser el de los influencers, que parecen pintar un mundo color de rosa sin importar .

Las críticas gastronómicas en Tucumán

“Si sos amante de la pizza, quedate, porque este video es para vos”, dice Lourdes Tonetti en el comienzo de todos sus videos. Es una creadora de contenido local con mucho alcance: más de 35.000 seguidores en Instagram y más de 115.000 TikTok. En sus cuentas se dedica a hacer críticas de lugares de comida. Claro, no siempre son pizzas, los platos y los lugares van variando. El latiguillo inicial y los buenos conceptos sobre el bar o restaurante en cuestión sí se repiten.

Franco Laquaire también es otro reconocido influencer gastronómico de la provincia (más de 90.000 seguidores en Instagram y más de 250.000 en TikTok), quizás el más prolífero en este tiempo. “Hoy, en busca de la mejor hamburguesería de Tucumán, me llegué a conocer...”, es su frase de cabecera para arrancar sus videos. Su video con más interacciones (casi 6 millones de reproducciones) es una interesante y exacta comparativa de las tres casas de hamburguesas más famosas e importantes del país: McDonald’s, Burger King y Mostaza. Cada una recibió su puntaje e incluso el de una fue bastante bajo. Recibe decenas de comentarios valorando su trabajo en los posteos, pero también lidia con otros que critican lo antes mencionado: que no haya más críticas negativas. Dentro de sus videos, y aunque sea sutilmente, a veces intenta remarcar cuando algo no le gusta de un lugar.

Una mirada distinta entre estas dos “vertientes”, por así decir, quizás sea una cuenta de un chico en Buenos Aires llamado Jogher Valdes que junto a su pareja (es quien pone la voz) visitan bares y restaurantes de la Ciudad Autónoma y Provincia. Con un texto distinto para cada lugar, una mirada ácida, un vocabulario amplio y mucho humor valoran y critican cada semana a un lugar distinto. “Si a vos también te falló el escudo antimisiles matrimonial y se te filtró un domingo a la tarde, podés venir a este lugar a merendar”, dijeron sobre un café. Mientras suena “No surprises”, de Radiohead, así empezaba la crítica de un pub: “Venite vos también a este boliche que te facilita las condiciones materiales para que completes el ritual de multiplicación bovina, que te requiere el capitalismo disfrazado del baile de TikTok de moda, remixado con alcohol de dudosa cualidad rebajado con agua de la canilla”.

Más allá de las épocas, de las que más que renegar, debamos adaptarnos, siempre será bueno una mirada crítica, más no despiadada. Hacia los bares, los restaurantes, hacia los que los critican y seguramente también hacia los que critican a los que critican.

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