Hasta que se concrete el sueño del Predio de Alto Rendimiento Deportivo, donde el tiempo es lo que más corre, valoremos las instancias de resistencia que están a nuestro alrededor. Calor, ingenio y crisis generan oportunidades increíbles de pruebas de resistencia. Entre las muchas disciplinas que aguardan en su lugar en el medallero, propongamos una lista, incompleta y perfectible.
1.Tomar el ómnibus. Este es un clásico donde hay aleatoriedad y también habilidad. Involucra el aspecto físico a la hora de correr, temple para aguantar el calor y las inclemencias e ingenio para identificar las paradas (qué es una parada sino un pedazo de vereda con gente? Aquí no hay techo ni cartel, sólo recuerdos y confianza de que hay una memoria en común tanto por parte de los usuarios como del chofer).
Pero es preciso agregar también el agudo sentido de la vista, para escrutar la línea y el recorrido, que bien puede ser un papel del lado del vidrio. Se podrían habilitar apuestas con el saldo de la tarjeta sobre la precisión de tiempo y lugar con la que el usuario predice la monta. El paro sorpresa podría ser algo así como la “triplona”.
2.Precio de la palta. Este es un deporte ciertamente acomodado, “el golf” de los tucumanos. Nunca es igual en dos verdulerías a la misma vez y en el mismo sentido. Lo propio se cumple respecto a la misma a la mañana y a la tarde. Evocando a Funes el memorioso, que podía por caso distinguir y poner nombre a una hoja de mañana o resplandeciendo en el ocaso del día, la palta no cuesta jamás lo mismo para un habitante de esta bendecida provincia.
Este deporte de precisión es cada vez más común en las clases más sufridas también, mutatis mutandis. Por ejemplo, con la papa, que está abandonando esa tradición colectivista de ser pensada por “kilo”. Se impone cada vez más la moda de “papa a papa”. Esta posibilidad para los que menos tienen surge por la tendencia del mercado a borrar las acumulaciones por peso, rama, racimo o planta. Por caso, cada uva es una unidad en sí misma y así debe comercializarse. El juego puede empezar. Un ejemplo contundente del rubro verdura: cada vez es más difícil explicar a los niños que el apio, por ejemplo, no es sólo una ramita que da sabor a la sopa, sino una voluminosa y onerosa planta que algunos mayores vimos en ensaladas, junto a la mítica “nuez”.
3.Estacionamiento en doble fila. No hemos notado, porque lo último que conoce un pez es el agua, nuestra capacidad de evitar el pago del estacionamiento en sus dos variantes, cuidado oneroso en playa o pacto de no daño en caso de “cuidadores” (¡semántica tucumana preciosa!). Supone todos los sentidos para no ser multado, disimulo de “recién llego” aunque haya pasado triple fila seis horas enfrente de “La gran Vía”, por dar un ejemplo. Y desde luego pericia al volante.
4.Medio de pago. Se sabe que florecen las posibilidades de cancelar una cuenta. Pero no siempre, sino nunca, coincide la que usted prefiere o necesita, con la que cuenta el comercio. El que pierde, paga recargo. Hubo casos de recargo por efectivo, no es tan pava como los demás argentinos piensan.
5.Recarga de saldo de la Tarjeta Ciudadana. Otra disciplina que nos llega de la mano de AETAT. La nuestra es una de las pocas ciudades del mundo donde los kioscos anuncian lo que NO hacen, en este caso “No vendemos CIUDADANA”, o la variante más triste “No hay CIUDADANA” y la desesperante “ No hay sistema”.
6.Presión del agua. Se podría aprovechar los vaivenes de los manómetros de la SAT, especialmente por ejemplo en la zona de “El corte” donde la incertidumbre de abrir un caño es absoluta, estableciendo un sistema de apuestas por aproximación en Kilopascales o alguna medida a convenir. También admite en varias localidades como la mencionada la variante del “ agua sí” o “todavía no”. Admite redoblona con turbidez. Una variante posible se plantea con el “ancho de banda”. ¿Cuál es mi caudal de datos de Internet real, aunque pague el plan que dice “7 Terabytes”.
7.Lanzamiento de desechos. Una propiedad fascinante de nuestra cultura es que los carteles que instan a tener hábitos higiénicos, como “no tirar desperdicios en la vía pública, sólo en basureros”, superan con creces a los tachos a los cuales se refiere la cartelería. la desproporción es increíble. Esto podría dar pie a una competencia parecida al formato “Alaska al desnudo” de los canales de animales y travesías. En la versión tucumana los competidores -que deben usar la vestimenta reglamentaria, sin bolsillos ni bolsas de apoyo- son abandonados en el microcentro con un cucurucho chupado, chorreando helado hasta los codos, a las tres de la tarde de enero. Los participantes deben llegar a un basurero antes de los quince minutos y antes de desaparecer detrás de la cortina de moscas que lo asedian. El basurero sin fondo no vale.
8.Centro-Casa. Perdimos el Dakar, listo. Vamos con lo nuestro. Trayecto “25 y Mendoza hasta Yerba Buena por Aconquija, Después, Solano Vera hasta Sirga y por Alfredo Guzmán hasta Tafí Viejo. Vuelta al punto de partida por Av. Constitución y Av. Siria”. Varios “Vivacs” o campamentos en puntos estratégicos serían necesarios. Categorías auto, ómnibus y cadete.
9.Avistaje de nombres de Country. La frondosidad semántica de los desarrolladores inmobiliarios no deja de sorprender a los propios nativos de la provincia. Incluso cuando haya partes de los nombres que sean absolutamente constantes, como “lomas de”, otros tantos “altos de”, etc. El juego consistiría en preguntas y desafíos como “ Ubique en el mapa Altos de praderas verdes III”.
Tal como se señaló al comienzo, es un borrador vacilante y abierto.