Sereno. Sencillo. Villero. Solidario. Sensible. Abrazo contenedor. Mano tendida. Es el mentor de El Hogar de Cristo, organización que trabaja en la recuperación de los chicos golpeados por la droga, aunque su labor se remonta años atrás, cuando la hiperinflación y sus males pusieron contra las cuerdas una vez más a los argentinos y arrinconaron a los sectores más pobres, empujándolos a la miseria.
Llevar a la práctica el Evangelio trabajando con los otros -no para los otros-, como aconsejaba el arzobispo brasileño Dom Helder Camara, es su consiga. Al ver su tarea en estos 16 años, se tiene la sensación de que es un argentino que verdaderamente viene haciendo patria con acciones.
“Lo fundé en 2008, pero ya venía trabajando con la crisis del 2001 porque acá hizo como una implosión… yo estaba en la Villa 21. La crisis del 2001 puso al descubierto lo que lo que se venía. Entonces a todos estos chicos adictos al paco, los ayudé armando esta organización; pensé al principio que iba a ser solamente para la Villa 21, a lo sumo para las villas de la capital. Después se fue extendiendo por todo el país y fue creciendo en la organización, en la reflexión, muchos curas se pusieron a trabajar, religiosas, laicos… Tenemos un equipo muy bueno, que está en todo el país y eso hace que haya crecido en una forma inusitada para mí”, señala el padre José María Di Paola.
El cura Pepe ha iniciado una nueva misión pastoral en estos días en la parroquia Nuestra Señora de Lourdes, La Banda, Santiago del Estero. Estará más cerca de Tucumán, donde también se desarrolla una importante tarea.
- ¿Por qué elegiste Santiago del Estero como nuevo destino?
- Soy el encargado de la Federación de los Hogares de Cristo, fui párroco en la villa de José León Suárez durante diez años, entonces al finalizar eso, terminaba también la peregrinación que hicimos por todo el país con el lema “Ni un pibe menos por la droga”. Decidí ir al interior, para ser párroco en algún barrio popular y charlando con el obispo Vicente me dijo si podía ir a Santiago y que le interesaba mucho el trabajo en los barrios populares de Santiago, La Banda. Tengo mucha gente conocida en Santiago porque viví dos años, en Campo Gallo.
- Cuando te amenazó de muerte el narcotráfico, Bergoglio te mandó ahí para protegerte…
- Hablé con Bergoglio explicándole que la situación en esa época no daba para más y decidí ir al interior; siempre fui a misionar a Santiago y por eso elegí la diócesis de Añatuya. Hablé con el obispo de Añatuya y con Bergoglio, y él decidió que fuera a Campo Gallo. En 2011 y 2012 estuve allá. En 2009 y 2010, me habían amenazado de muerte.
- ¿Cuántos hogares hay en el país?
- Calculamos que 200, algunos con mayor organización, otros realmente están haciendo lo que pueden con lo que tienen; algunos, por ejemplo, tienen casas para que los chicos duerman, tienen vínculos con psicólogos, psiquiatras, tienen lugar de desintoxicación, una granja. Después algunos tienen proyectos educativos, proyectos de trabajo. Hay dos patas: uno es el abordaje en el territorio de las adicciones que es algo nuevo y otro es el abordaje integral, o sea, no es solamente la droga y el chico, sino es todo lo que rodea la vida del chico. Ponele que un chico se deja de drogar, pero tiene problemas con la justicia, no tiene documentos o tiene un problema de salud grave o el problema más grande es que su pareja y sus hijos no lo ven más. Es como reconstituir toda la vida de la persona y entonces eso se llama abordaje integral y para eso, todos son importantes, no solamente los profesionales. A veces tenés gente del barrio como las madres, que ayudan en algunos de los dispositivos y así cumplen un papel bárbaro, porque viene el joven que se peleó con la chica y le hacen entender cuál es su problema… Hay mucha gente que no tiene a lo mejor un título universitario, pero que les puede hacer mucho bien en este proceso de recuperación a estos chicos.
- ¿Llevan algún registro de la cantidad de chicos que han logrado rescatar?
- Como es una federación, cada centro tiene su propia organización y hay algunos que tienen un porcentaje muy amplio, ya muy grande, y otros recién están organizándose. Pero los que están desarrollados y que ya llevaban un tiempo prolongado en el trabajo, tienen una proporción bastante grande de reinserción en la vida del barrio. Para nosotros, lo más importante es que empiece a formar parte de la comunidad. Cada persona se realiza en la comunidad.
- En los últimos años, hubo un avance de la droga en toda la sociedad, ¿se nota un incremento de chicos que caen en las adicciones?
- Hay un crecimiento muy grande. Hablando con los curas de América Latina vemos un fenómeno que se va dando en todos los países del continente. Hemos tenido encuentros por Zoom con algunos y nos van narrando situaciones, inclusive a veces más complicadas. Me parece que es un fenómeno que ha crecido, ha bajado la tasa de empleo, hay como una mirada cultural diferente, muy individualista, y los chicos están muy metidos en temas, que a lo mejor no les aporta a un crecimiento humano o espiritual, entonces a veces la droga termina por ser una especie de placebo en el cual se enganchan y después no pueden salir. Tenemos también algunos casos de generación de chicos que son adictos, pero los padres también, o sea se ha complejizado muchísimo el trabajo.
- ¿Cómo enfrentan la reincidencia del adicto?
- A la recaída hay que tomarla como algo que es muy probable que pase. Antes era un sinónimo de tragedia y hoy día, la tomamos como algo que es muy probable que pase y es muy importante estar preparado. Tenemos grupos de reincidencia y umbrales distintos. El primero es el que sale de la calle y duerme, por ejemplo, en la Casa Carlos Mugica; es un chico que está en situación de calle. En esos dos o tres meses tiene charlas con profesionales, con la comunidad. Después va a una casa, donde tiene su habitación; luego va a una granja y trabaja durante cuatro meses en lo que es la desintoxicación, el camino espiritual y la propuesta de vida. Después vuelven al barrio, viven en la casa Estación Jesús en José León Suárez. Esa casa le sirve para seguir el colegio, la escuela de oficios, ir armando con sus líderes el programa de vida y estos lo van siguiendo. Después tenemos una casa de reinserción que es justamente para los casos que planteaba recién.
- En este proceso es importante educar a los padres, porque muchas veces son analfabetos.
- Sí, a veces contás con los padres, a veces no, creo que hay que educar a la familia. Tenemos reuniones de familia, es muy importante. El problema más grande está sobre todo en el amor que se les brinde o no a los hijos. Me parece que ahí es por donde pasa más la cosa; a veces las familias les dieron cariño, pero a veces las malas compañías influyen, entonces es muy variado, es muy difícil ponerlos a todos en una misma categoría. Pero sí es muy importante trabajar con los padres, porque se sienten muy angustiados algunos, a otros no les importa mucho. Es fundamental el vínculo con la familia. Nosotros, en este sentido, sobre todo para muchos los chicos revincularse con lo positivo que tienen de la familia, es fundamental.
- ¿Cuál es tu mirada sobre el anuncio del papa Francisco de que vendría al país en agosto?
- Es algo que todos nosotros ya hemos expresado, que queríamos que viniera, que lo haya dicho él, nos parece la verdad muy bueno y muy alentador.
- Y sobre todo en este momento de crisis profunda, de agobio económico y espiritual en una buena parte de la sociedad...
- Es importante siempre su presencia, sobre todo porque viene a su patria, pero fijate que cada vez que vino un papa como Juan Pablo II en el 82, estábamos en el momento de dramático; volvió en el 87 y pudo visitar con tranquilidad muchas provincias. Es como una ocasión de la unidad, de mirar las cosas con otros ojos, es un momento espiritual que ayudará muchísimo a la gente, inclusive a la gente que no es católica también. Entonces, cuánto mejor que venga el Papa argentino a su patria.
- Digamos que no porque él se lo haya propuesto, pero Francisco representa de algún modo el Papa de la grieta acá en la Argentina, pese a que en el mundo es un líder muy respetado.
- Creo que su visita puede ayudar siempre a que haya una mayor unidad entre la dirigencia sobre todo.
- ¿Cómo ves la realidad actual? ¿Puede haber un estallido social en la medida en que se profundice el deterioro económico no sólo en los sectores desfavorecidos?
- Lo que veíamos un poco en los barrios nuestros son las necesidades que la gente va teniendo, pensamos que es importante -ya lo hemos manifestado ya en varios escritos que hicimos- la fortaleza del Estado ayudando en los momentos de angustia. Yo fui párroco de la Villa 21 en el 2001, me parece que en las crisis es cuando más se tiene que pensar en los sectores con más necesidad. Nosotros ya dijimos lo que pensábamos antes de las mismas elecciones, ahora esperemos que a través del diálogo en el Parlamento se pueda llegar a una situación de entendimiento y sobre todo esto, de entender lo necesario que es para sectores tan postergados la presencia real del Estado inteligente, como hicimos nosotros, que hace que una persona pueda acceder a la salud, a la educación, a una cooperativa, a lo que sea para llevar una vida digna.
- En más de 200 años de historia los argentinos no hemos sido capaces de construir un país digno, donde cada vez se viva mejor.
- Hubo una época que se vivió mejor, lo importante es cómo lo mantenemos, que no sea solamente un tiempo, sino que se pueda prolongar en una década y eso también es una tarea que se tiene ahondar, porque podemos tener momentos de bonanza, pero después no se cristalizan o no se aprovechan.
- ¿Cuál es tu expectativa principal para esta nueva gestión que estás iniciando ahora?
- Quiero trabajar como lo hice en la Villa 21 y después cuando estaba en San Martín en la villa de José León Suárez. Creo que en La Banda hay mucho para realizar junto con los otros sacerdotes de La Banda y Santiago capital; hay un desafío en los barrios populares y espero sumarme a ese grupo. En general, los barrios populares tienen muchas cosas comunes, y los desafíos son los mismos. Y eso hace que tengas que enfrentar una organización, una evangelización, una promoción humana especial, porque vos estás muchas veces con gente que recién llegó del interior, otra que a lo mejor hace años que vive en La Banda, gente que está más o menos organizada, gente que tiene muchos chicos, o tiene mucha juventud, poder desde la Iglesia ser un lugar de encuentro, y que los chicos y los jóvenes vean que es atractivo participar. Para eso hay que tratar de llegar a la juventud y de la niñez, con propuestas y entusiasmo.