Un viejo dirigente político solía decir que a los adversarios políticos, críticos, oportunistas, opositores y hasta colaboradores propios, que dudan de la estrategia política, sólo debían recibir “sal en el desierto”. Y eso es lo que Javier Milei estuvo haciendo a lo largo de estos últimos días. Sin apariciones públicas, ni conferencias de prensa, mucho menos exteriorizaciones en actos masivos, el presidente de la Nación fue hilvanando una serie de frases (propias y atribuidas) de desnudaron su estrategia. Una mañana se levanta diciendo que no negociará absolutamente nada respeto de la Ley Bases, pero a la noche su ministro de Economía, Luis Caputo, terminan anunciando que se sacará de “Las Bases” el capítulo fiscal para acercar posiciones, fundamentalmente, con los gobernadores, principio de una negociación con los representantes de cada provincia en el Congreso Nacional. ¿Prueba y error? ¿Estrategia tomada de la casta? ¿Errores no forzados? Milei termina repitiendo recetas de anteriores gestiones con ciertas contradicciones. Por ejemplo, la del propio Caputo que viene diciendo que la Argentina necesita corregir el rumbo macroeconómico acumulado a lo largo de 30 años de desaciertos. Pero el menú que ofrece es de cientos de medidas, declaradas como necesarias y urgentes, envueltas en un solo paquete sin abrir la discusión política. Es verdad que la mayor parte de los argentinos ha castigado, con su voto, la vieja manía de negociar por la fuerza algunas cuestiones de fondo para un país que no puede abandonar la crisis. Pero eso no implica que se constituya en un cheque en blanco, aprovechando la luna de miel con la sociedad, algo natural en la democracia argentina que espera la acción del gobernante en los primeros 100 días de administración. En el medio de ese proceso, asomó la CGT y otras centrales obrera con una movilización callejera masiva y un paro que no resultó con los efectos esperados por los organizadores. Es verdad que entre los argentinos hay un fuerte temor por el ajuste (que se está pagando con aumentos de los principales precios como alimentos, combustibles y el mismísimo dólar que incide sobre toda la economía), pero no es menos cierto que el sindicalismo se despertó luego de una larga siesta de más de cuatro años, en el que hizo la vista gorda a la inflación galopante de la era presidencial de Alberto Fernández.
Milei sigue distribuyendo sal, más que agua, en el desierto cuando le dice a los gobernadores: “no les voy a dejar ni un peso”. La filtración de la frase atribuida al jefe de Estado le costó el puesto al ministro de Infraestructura, Guillermo Ferraro, y puso en jaque a otros funcionarios del gabinete, entre ellos a Guillermo Francos, ministro del Interior y principal interlocutor del gobierno libertario ante los mandatarios provinciales.
Frente a una cámara
El sábado encontró a Osvaldo Jaldo en soledad en el primer piso de la Casa de Gobierno. En el antedespacho, el gobernador encendió el televisor y la cámara y se aprestó a participar de un zoom con sus pares dialoguista. La decisión de Caputo de retirar el “capítulo fiscal” de la Ley Bases abrió no sólo las puertas de la negociación para que el martes el proyecto del Gobierno nacional sea avalado en el recinto de Diputados. También despertó una serie de conjeturas sobre el futuro de los acuerdos que el tucumano alcanzó con la Nación para que el diputado Agustín “Tin” Fernández firmara el dictamen de mayoría de la polémica batería de medidas propuestas por Milei.
Así, tanto Jaldo como el ex intendente de Aguilares fueron objeto de los cuestionamientos de Unión por la Patria, con el calificativo de “traidores” a la causa peronista y fervientes seguidores de las “Fuerzas del Cielo”.
El mandatario provincial se unió a la conversación virtual de los gobernadores del norte, del centro y del sur del país. Respondió a una invitación formulada por el salteño Gustavo Sáenz, por el cordobés Martín Llaryora y, curiosamente, por el catamarqueño Raúl Jalil, que, al menos en los trascendidos no participó del zoom, como tampoco apoyó el dictamen de mayoría, pese a que en Buenos Aires se afirmaba que su provincia había acordado con la Casa Rosada.
En su intervención, Jaldo fue contundente en sus definiciones. “Muchachos, aquí hay que aprobar, lo que se deba de aprobar, y hay que rechazar lo que se considere que no beneficia a cada una de nuestras provincias. La sesión será el martes”, enfatizó el tranqueño.
En el ambiente se respiraba el nerviosismo de los gobernadores de Juntos por el Cambio. De hecho, desde que Caputo dio la conferencia de prensa se pensó que el anuncio apuntaba directamente hacia los mandatarios de los distritos que reclamaban dejar de lado la discusión por las retenciones a la soja. No hay argumento en ese sentido para negarse a sugerir a los diputados de sus provincias que concurran al recinto. Otra es la situación de los patagónicos, que aguardan más precisiones desde la Rosada. En el medio aparece el bloque Hacemos Coalición Federal, presidido por el rionegrino Miguel Ángel Pichetto, y que, desde hace tiempo, viene sondeando a Jaldo a través del ex ministro de Transporte, Florencio Randazzo.
Más allá del encuentro del ala dialoguista de la política, el rosario de quejas hacia Milei persiste. Entre algunos de ellos se mencionó que sostenerse en ese estado emocional llevaría a un desgaste innecesario no sólo de la administración de Javier Milei, sino también de cada una de las provincias, debido a las reacciones que hasta el momento a exteriorizado el economista libertario. Indudablemente, todos ellos necesitan de la mano de la Rosada para evitar un escenario de déficit. Los mensajes del Gobierno nacional no contribuyeron a la pacificación de los ánimos. Por caso, el propio Caputo lanzó una dura advertencia a las provincias a través de su cuenta en “X”. “Mantuve reunión con el secretario de Hacienda y la subsecretaria de Provincias para delinear todas las partidas provinciales que se recortarán inmediatamente si alguno de los artículos económicos es rechazado. No es una amenaza, es la confirmación que vamos a cumplir con el mandato que nos han dado la mayoría de los argentinos de equilibrar las cuentas fiscales para terminar con décadas de inflación y flagelo económico”, subrayó. A los dos días, el ministro dio una prueba de amor a esos mismos que amenazó por las redes sociales.
Viejas facturas del pasado
Osvaldo Jaldo cerró una semana en la que su figura política cobró ribetes nacionales. Se instaló en la opinión pública por su decisión de acompañar las medidas de Milei y de haber roto la bancada de Unión por la Patria en Diputados para conformar bloque propio, denominado Independencia, con tres parlamentarios que responden a él. En el medio, el dirigente social Juan Grabois le dedicó unas palabras. “Una cosa es tener contradicciones y otra es ser un panqueque”, indicó. Y también fue blanco de las críticas del secretario general de la CGT, Héctor Daer. “Lo que hizo Jaldo y estos tres diputados es lo que no hay que hacer, en vez de construir mayorías terminan entregando los principios por la creencia de que los van a ayudar”, dijo el dirigente de la sanidad, muy cercano al senador nacional y ex gobernador Juan Manzur. “Ninguno de estos, ni los kirchneristas me van a medir si soy o no peronista. Siempre me vieron como el número dos de la provincia y hasta me ningunearon en la interna”, señala el tranqueño. Sin dudas, detrás de su convicción de que el apoyo a la Ley Bases implicará ciertas concesiones para poder gobernar tranquilamente Tucumán, también existe un pase de facturas. Desde marzo de 2021 hasta agosto de ese mes, por las tribunas del manzurismo desfilaron decenas de ministros, sindicalistas, dirigentes sociales y diputados nacionales en apoyo del ex gobernador y marcando claras diferencias con Jaldo. El corolario de toda esa interna se exteriorizó días antes de que Manzur aceptara convertirse en el jefe de Gabinete del presidente Alberto Fernández. Los principales referentes nacionales, con el mandatario nacional a la cabeza, le ofrecieron al entonces vicegobernador el cargo de director en el Banco Nación. Jaldo no olvida ese ni otros detalles. Por eso no le pesan las críticas a su actitud.
Esta semana, el gobernador cosechó adhesiones locales a su postura frente a esos cuestionamientos. Varios de los firmantes de las solicitadas lo hicieron poco convencidos de la decisión. Incluso, luego de que Caputo bajara el capítulo fiscal de la Ley Ómnibus hubo conjeturas acerca de que los acuerdos de Jaldo con la Nación quedaron en letra muerta. “Yo no patiné. Todo lo obtenido sigue en pie, incluso la reversión del impuesto a las Ganancias, que será tratado a través de otro proyecto”, contesta cuando se le consulta sobre esas versiones. Jaldo también siente que, detrás de las críticas del líder de Fuerza Republicana, Ricardo Bussi, o la del fundador de CREO y presidente de la Sociedad Rural, Sebastián Murga, hay un reconocimiento desde esos espacios de una pérdida de protagonismo. “Sé respetuoso de la investidura a la que te candidateaste desde el 99 hasta la fecha sin éxito (debe ser un récord). El primer mandatario de la provincia está siendo responsable para mantener a Tucumán con políticas activas en estos momentos de crisis”, escribió el ministro del Interior, Darío Monteros, en la red “X”, dedicado a Bussi.
La Casa Rosada envió pruebas de fidelidad al gobierno tucumano, traducidas en flexibilidad para el uso del crédito bancario y, así, evitar contratiempos en el pago de sueldos. La Nación viene cumpliendo, por ejemplo, con el giro de fondos para la educación. Y, además de los anuncios ya formulados, se espera que se activen algunas obras emblemáticas. Jaldo aspira a no recibir “sal en el desierto” de Milei y sus enviados. Siente que no ha dado un salto al vacío y que, jugarse de la manera en que lo hizo, podrá traer réditos a su gestión de cuatro años. Sólo el tiempo dirá si podrá capitalizar esa alianza o si, por el contrario, será una mochila que cargará por el resto del mandato.