Homenaje al General José Francisco de San Martín

Homenaje al General José Francisco de San Martín
11 Marzo 2024

GRACIELA DEL VALLE MARTÍNEZ ARÁOZ

SECRETARIA ASOC. CULT. SANMARTINIANA DE TUCUMÁN “LIBERTADOR DE AMÉRICA”

En el pueblo guaraní: “Nuestra Señora de los Reyes Magos”, otrora Misiones Jesuíticas, en la actual provincia de Corrientes (República Argentina), nació el 25 de febrero de 1788, el futuro Libertador de América. Ese hogar: “La Cuna del Héroe”, exhibe “las más prístinas raíces del alma nacional”, deslumbrante legado para los argentinos. En la descripción de ese ambiente con los primeros años de su vida, resalta Ricardo Rojas que: “las impresiones infantiles, plasman los más profundos estratos de la conciencia humana”.

“Soplo del río”

Del escritor Antonio E. Castello: “Yapeyú, Corrientes” (1976), extraemos varios conceptos: “Yapeyú, que en lengua guaraní significa “soplo del río”, fue organizado por el Padre Romero y 100 indios charrúas (desde 1627), con construcciones de adobe, tejas y piedras siguiendo el trazados clásico de las misiones jesuíticas, desarrollando una vigorosa economía basada en la agricultura y ganadería. Ubicado en la margen del arroyo Guaviraví al desembocar en el río Uruguay, florecía este pueblo. Con la expulsión de la Compañía de Jesús de las tierras americanas que pertenecían a España, las provincias misioneras fueron reorganizadas con un tipo nuevo de administración donde Yapeyú, alcanzó el rango de Capital. Sin los jesuitas, los pueblos comenzaron a decaer y en muchos casos, a desaparecer. En esta época, se hace cargo del mando de Yapeyú, Don Juan de San Martín y Gómez (1774) quien, con su esposa Gregoria Matorras y del Ser, junto a sus tres primeros hijos (María Elena, Manuel Tadeo y Juan Fermín Rafael, nacidos en Calera de las Vacas, actual Uruguay), se instalan en la residencia de los gobernadores, pequeña fortaleza de piedra que tenía una casa de familia, un gran patio, una serie de habitaciones para los soldados y un corralón (o caballeriza). Aquí nacieron los dos últimos hijos del matrimonio: Justo Rufino y José Francisco. En cuento a este lugar, fue en San Martín “…el imán que lo retrajo a su origen…”, al decir de Ricardo Rojas y desde allí, inició su trascendencia histórica. Vicuña Mackenna nos expresa: “Pareciera que la Providencia hubiera querido dar a este genio histórico el sello de su rol y de su destino, al hacerlo nacer en una aldea de indios a orillas del salvaje Ybicuy y para morir después, en un puerto obscuro en las orillas de La Mancha…”.

Numerosas bibliografías nos permiten profundizar en la vida de nuestro Héroe en sus primeros años (ampliar en: LA GACETA, 24/02/2017, Opinión, p. 13). Desde esos momentos, el escenario del pasado heroico nacional, se abre a través de la dimensión que conforma este “Hombre de Yapeyú”, en el período histórico argentino de su génesis y conformación institucional (1810- 1852), “extendiendo con toda propiedad…el abrazo paternal de la heroicidad Argentina y Americana”. Vicente Pérez Rosales le llamó: “El Glorioso Hijo de Yapeyú”, considerando las virtudes que tuvo, “integrantes de la savia emancipadora americana” como la tuvieron los aborígenes y que el Prócer, evidenció a lo largo de toda su existencia: sacrificio, coraje para el sufrimiento, humildad…y el estoicismo mediático que circunda la Logia Lautarina”. Y para otra de sus cualidades, Enrique Vidal Molina expresa: “La humildad le conmina/y vencedor en la postrer contienda, /toda ambición declina; /ahora se alza su tienda/en la ribera azul de la leyenda…”. Volviendo al escrito de A. Castello sobre Yapeyú, señala que, llegaron a esa región (1817) soldados portugueses que la saquearon e incendiaron, reduciendo a escombros a Yapeyú como a otros pueblos de la zona.

Casa-templo

Años después, el gobernador de Corrientes Juan Pujol, mostró preocupación por restaurar la casa natal de San Martín y encontramos sobre este deseo diversos detalles. El nuevo templo en el “Complejo Religioso” abrió sus puertas en 1864 y es el que hasta hoy se conserva. Tiempos después, concluyó la delineación del pueblo y en el informe correspondiente se lee: “…En la manzana nº 45…se hallan las ruinas de la casa que fue colegio y residencia de los jesuitas y más tarde, vivienda del teniente Gobernador, siendo sus paredes, mudos testigos del nacimiento de San Martín; estaba muy cerca de la barranca del Uruguay…”. Más tarde, allí se inauguró una columna conmemorativa en la plaza y, en la manzana con los restos de la vivienda, comenzó la restauración, siendo inaugurado en 1938 el templete que cubre las escasas ruinas y con estilo arquitectónico colonial: “…reproduciéndose la puerta de la histórica Casa de Tucumán, encuadrando en el pueblo que, con su sencillez, trata de conservar el sabor de pasado”. Luego, el solar con las escasas ruinas…fue declarado “Monumento Provincial”, y, en 1945, el Gobierno Nacional declaró a Yapeyú: “Lugar Histórico Nacional”.

Partiendo de este “…lugar mágico, honrado, de reliquias veneradas…rica herencia que tienen los argentinos y que deben cuidar, entregándola intacta a la posteridad”, inicia San Martín la trayectoria en este mundo; luego irá a España con sus padres y hermanos, y regresará con su formación adquirida en la Península en 1812 al Río de la Plata y, desde ese instante “…recorre el camino lineal de la historia, recibiendo laureles a su paso y conciliando la devoción unánime de los pueblos libertados con su espada”. Sobre esta valoración, se impone descubrir en San Martín, “el grande hombre y el auténtico héroe en su verdadera dimensión…”, tal como indica la historiadora Patricia Pasquali. En diversas conmemoraciones realizadas, surgieron magnificas obras historiográficas y nuevas ediciones: así fue en 1950, 1978, en el año 2000 (considerado “Año del Libertador”) y continúan, con múltiples congresos, asambleas, etc., estudiando su personalidad. “Más que antes, predominó un genuino y patriótico deseo colectivo de aproximación al conocimiento de un José de San Martín real y creíble, superando la representación de seño adusto e impecable uniforme…Es un volver al pasado, mirando hacia nuestro interior para adentrarnos en esa historia viva, adherida a nuestro ser que nos constituye y nos habilita para tomar nuevos rumbos”. En este sentido, reconforta saber que “en ella ha existido un conductor identificado con su misión libertaria y que debió luchar…en medio de las sospechas, la calumnia…acompañado por un pueblo con una inquebrantable fe en sí mismo…y pese a las circunstancias hostiles…a fuerza del valor y la unión, la causa de la Patria independiente, logró salvarse”.

Además de estas consideraciones y de las ideas de A. Castello, destacamos la publicación realizada por la Asociación Sanmartiniana de Mendoza, tierra denominada por San Martín: “Ínsula Cuyana”, en donde estuvo la “Chacra de los Barriales”: “Mi Tebaida”. Allí vivió los más sublimes momentos…en su hogar, con su esposa Remedios, el nacimiento de su hija Mercedes Tomasa (1816); ejerció como gobernador desplegando memorables acciones…y, aunque alejado años después de su Patria, siempre quiso regresar…atesorando recuerdos profundos y excelsos que volcó en sus escritos. Esta publicación fue, el 24 de agosto de 1993, decretado en Mendoza como el “Día del Padre” por el nacimiento de Merceditas. Resumimos su contenido: se inicia con la bella reproducción fotográfica de la Virgen del Carmen de Cuyo con esta referencia: “Patrona del Ejército de los Andes por decisión de los jefes y oficiales consultados por el General San Martín. Juramento solemne y bendición de la Bandera. Domingo 5 de enero de 1817. Plaza de Armas, actualmente Pedro del Castillo, Área Fundacional”. Figura a su lado, una detallada “Historia” de la Bandera de los Andes, con la secuencia de los hechos (desde 1816 hasta 1993), destacándose que: “…ella cubrió el féretro del Héroe al llegar sus restos mortales a Buenos Aires, en 1880 y a pedido de Nicolás Avellaneda. Colocada actualmente en un cofre en la Casa de Gobierno (Mendoza), presidió la Sala Sanmartiniana del Museo Histórico Municipal “Las Bóvedas”, aquel 24 de agosto.

Apunta dicha ordenada serie, a destacar este sublime emblema y, unido al juramento de San Martín en el Campamento del Plumerillo: “Juro por mi honor y por la Patria, defender y sostener con mi espada y mi sangre, la Bandera que desde hoy cubre las armas del Ejercito de los Andes”. Vemos además transcripto el “Decálogo Sanmartiniano” de Antonio Pérez Amuchástegui; en la figura de la Bandera, se lee: “Con su aureola de gloria y bajo la custodia de un pueblo, el facsímil de la bandera de los Andes, cargada de emociones, rememora la gesta sanmartiniana”.

Con otras inscripciones, vemos la letra del “Himno…” cuyo autor fue el escritor J. V. Santos, y concluimos con sus versos, nuestro homenaje. Conocedores somos, del excelso amor que tuvo el Gran Capitán por dicha región cuyana, en su tierra de nacimiento, brillando en ella, el pueblo de Yapeyú y sus habitantes, con “los valientes guaraníes…los yapeyuanos”.

Himno a la Bandera de los Andes

De los Andes abruptos la cumbre/trepa altiva la heroica legión/y las nieves eternas saludan/la Bandera del Cielo y el Sol!/¡Libertad! gritó el Cóndor al verla/Del guerrero inmortal yendo en pos:/Libertad respondió el Chimborazo/y la América libre de irguió.

Coro

Salve! reliquia augusta!/de la Argentina Historia!/¡Gloria de nuestras madres!/De nuestro pueblo, gloria!/Libertadora invicta,/Un mundo aclamó!/¡Gloria!¡Gloria!

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios