“Hola, soy Tomi. Tengo dos años. Necesito un riñón nuevo para meterme a la pile y para jugar”. Ese es el diálogo con el que inicia el video de Tomi, un pequeño de Buenos Aires que efectivamente está pidiendo una donación de órgano para poder continuar con su vida. Es que el niño padece insuficiencia renal crónica desde que nació y los ciclos de diálisis están marcando un límite desde que empezaron a afectar su cuerpo.
“Los órganos no van al cielo” es la campaña que lleva adelante la familia de Tomi. Soledad Moyano Henderson, su madre, es la abanderada del movimiento que busca concientizar sobre la importancia de la donación de órganos pediátrica. Sabe que el llamado a la solidaridad no es solo para su hijo, sino para las miles de personas –cientos de niños entre ellos– que esperan un trasplante.
En Argentina la Ley Justina –que rige desde 2018– establece que todos somos donantes de órganos a partir de los 18 años, a menos que hubiéramos expresado lo contrario en vida. La donación pediátrica –de órganos de menores de 18–, en cambio, depende pura y exclusivamente de la voluntad de los padres o tutores de los niños que fallecen en una terapia intensiva.
Tomi necesita un riñón de forma URGENTE, esta 1° en la lista del INCUCAI desde abril del 2023, se hace diálisis 3 veces por semana y para poder seguir creciendo y viviendo necesita un transplante.
— Pablo Felices âï¸âï¸âï¸ (@pablofelices) March 13, 2024
Hablemos de DONACIÃN PEDIÃTRICA, se que es duro pero se pueden salvar 7 vidas. pic.twitter.com/wA31zoBnOG
“Los órganos no van al cielo”
“Uno no está acostumbrado a que los hijos fallezcan. Obviamente”, asegura y empatiza Moyano Henderson. Explica que en un momento de tanto dolor, es difícil que los padres piensen en otra persona. Sin embargo, destaca que un donante es capaz de salvar hasta siete vidas. Es que cada persona cuyo organismo esté en condiciones puede donar corazón, pulmones, hígado, páncreas, riñones, médula ósea e intestinos.
Cada vez que aparece un potencial donante, el equipo médico dispone de una lista de receptores ideales que deben prepararse para el trasplante. Entonces, se evalúa a los pacientes en orden de prioridad y, si las condiciones están dadas, recién se efectúa el trasplante. En caso de que una persona de la lista no cumpla con los requisitos para ser receptor, el análisis prosigue con el siguiente potencial receptor. Tomi ya pasó por este proceso de preparación al menos dos veces y el órgano, aún, no llegó hasta él.
Donación de órganos en Tucumán
“Para que un niño con muerte encefálica sea donante deben dar el consentimiento sus padres y hacia ellos están orientadas las campañas”, explica Aldo Bunader, referente del Cucai Tucumán (Centro Único Coordinador de Ablación e Implante de la provincia). Señala también que los niños que esperan un corazón, un riñón o pulmón, solo pueden ser receptores de otros niños, de ahí la importancia de la donación pediátrica.
Al 26 de marzo, 7077 personas esperan un trasplante de órganos, según Incucai. En lo que va del año, 180 personas donaron sus órganos y se realizaron 412 trasplantes en total. La buena noticia es que, desde su implementación, la Ley Justina generó que la oposición a donar baje de un 40% en 2017 a un 13% en 2023, según datos de Clarín.
En Tucumán 202 pacientes esperan trasplante. De ellos, 34 –el 17%– son menores de edad y 17 –el 8%– son menores de 12 años, según indica Bunader. Incucai estima que sólo cuatro de cada mil personas cumplirán con los requisitos orgánicos para convertirse efectivamente en donantes.