19 Mayo 2024

Por Selva Almada

“El lenguaje de la novela es una construcción poética. No se siente costumbrista, justamente por eso, no tiene una función testimonial, ni siquiera de rescate o de verosímil. Probablemente si fuéramos a la isla las personas no hablarían así. Me gusta trabajar con la oralidad, pero cuando ingresa a la escritura se transforma en otra cosa. Tiene una función sonora, musical, poética”.

Los personajes

“En la isla es como si hubiera un presente donde se cristalizara el pasado y el futuro. Hay un tiempo detenido como si los tres personajes que llegan a la isla, y todos los que ya viven en ella, estuviesen en un tiempo suspendido. Quería trabajar en la novela ese extrañamiento temporal. La isla es el lugar donde se actualizan todos esos conflictos del pasado que quedaron sin resolver con ese amigo que se murió. Siomara está cristalizada en ese no querer darse cuenta o aceptar que sus hijas están muertas. Pensaba en la isla como un lugar un poco mágico, en el sentido mítico, el río de los muertos, Caronte, y la isla como una especie de mini purgatorio donde están las almas, las vivas y las muertas, esperando a ver qué va a pasar con ellas”.

El título

“Me costó encontrar el título, apareció el final. Desde el título quería que se planteara esto del ser y el parecer, de la realidad y el sueño. No es un río, ¿qué es? Algo de esa atmósfera fantasmagórica ya aparece desde el título. Hay escenas donde parece estar todo contagiado de lo onírico, hay algo de ensoñación, de espejismo. La idea de espejismo aparece bastante en la novela. Lo que es y no es como si fuese una duermevela y no distinguieras muy claramente los objetos a tu alrededor”.

Siomara

“Es el personaje arrasado por el dolor de una pérdida. Yo no tengo hijos, pero me imagino que lo peor que le puede pasar a una persona es que mueran sus hijos. He tenido experiencias cercanas, un hijito de mi hermano murió cuando era un bebé, el hijo de una amiga murió cuando era un chiquito de cuatro años. Los veía a ellos y siempre pensé: ‘Yo hubiese enloquecido’. Creo que Siomara tiene un poco que ver con eso. Está loca, está quebrada por el dolor y tiene esa fascinación con el fuego que viene desde que era chiquita”.

La naturaleza

“La naturaleza es el universo de esos personajes. Hace muchos años escribí la escena del bisbiseo, cuando todavía la ecología no era un tema. Al principio lo que había de monte y de naturaleza apareció espontáneamente porque era el espacio donde se movían los personajes. Me encanta pensar en la vida vegetal y animal como una vida interesante y compleja, no como algo que está ahí para uso de los humanos…En la novela era inevitable que apareciera ese amor que siente la gente que ha nacido y se ha criado en ese entorno. Hay algo que pasa desde el mismo día en que esas personas nacen en ese lugar, de repente no tienen idea de ecología, pero no la necesitan, naturalmente saben que tienen que proteger ese lugar. El río para ellos no es algo inagotable, saben que hay que cuidarlo”.

© LA GACETA

*Entrevista de Verónica Boix publicada originalmente en este suplemento en 2020.

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