Los productores y las autoridades del NOA, así como las instituciones del comité “Salvemos al Maíz”, analizaron un informe sobre la situación del spiroplasma en la región, e hicieron recomendaciones para reducir la población del insecto vector, la chicharrita. Se debe tomar conciencia de la gravedad del caso, dijo uno de los responsables. “Sugerimos recomendaciones que se deben cumplir. Hay que tomar acciones de manera regional para producir maíz adecuadamente”, definió.
La chicharrita, o Dalbulus maidis, es el vector del spiroplasma o achaparramiento del maíz, como se conoce a la enfermedad que está afectando severamente al cultivo y comprometiendo la sustentabilidad del sistema productivo y la cadena de valor del maíz. Los resultados en la producción en la región son lapidarios. Ya se reportan serios daños en el NOA, Córdoba, Chaco, Santa Fe, Entre Ríos, La Pampa y Buenos Aires. Las pérdidas en nuestra región son significativas; en algunos casos alcanzaron el 100% de los lotes, con una perspectiva general de daño superior a un 50%. “Aún se debe esperar a que las trilladoras entren a los lotes que menos presión tuvieron de la enfermedad. Pero hasta el momento y según la gran cantidad de lotes perdidos, la situación es muy mala”, dijo el experto.
Entre otras razones, la emergencia con la chicharrita se explica en que la Dalbulus maidis, una especie monófaga, aumentó exponencialmente su población en el NOA debido a la presencia de cultivos de maíz todo el año, lo que facilitó su alimentación y reproducción.
Para enfrentar esta situación, en el comité “Salvemos al Maíz” han propuesto el vacío sanitario regional -por 90 días, desde agosto hasta noviembre-, el control de maíz guacho o voluntario, el monitoreo poblacional de Dalbulus previo a la siembra y durante las etapas iniciales del cultivo, la siembra de híbridos menos susceptibles y la concentración de la fecha de siembra. Se ha explicado que los productores deben atender varios aspectos técnicos a la hora de decidir la siembra sobre la próxima campaña y atender las diferentes condiciones que se dan en cada zona. Por ello se realizará monitoreo poblacional antes y durante el inicio del cultivo; se está montando una red de trampas amarillas en 450 sitios en la Argentina para saber cómo se comporta la plaga durante el invierno y la primavera, e incluso se hará una red de trampas voluntarias.
Las recomendaciones son claves para sostener el cultivo del maíz, que es un pilar para la producción sustentable de granos para el NOA, debido a todos los beneficios que otorga a los suelos. Sobre todo, en sistemas de rotación. Esto presenta ventajas, ya que el solo hecho de incorporar otros cultivos permite al productor diversificar riesgos productivos y económicos, porque las condiciones ambientales pueden tener diferente impacto en los distintos cultivos de la rotación. Además esto tiene beneficios agronómicos en general, debido a las mejoras en la fertilidad física y química de los suelos; a la provisión de una adecuada cobertura de rastrojos, y a la disminución de plagas, de enfermedades y de malezas, entre otros.
Los productores tucumanos y del NOA saben de las virtudes que tiene rotar cultivos de manera correcta y apoyada con prácticas agrícolas adecuadas. La emergencia de la chicharrita del maíz hizo mover a todo el sector, a las provincias y a las universidades. El maíz es fundamental para el engranaje productivo de la región y esta plaga habla de la gravedad de la situación y el desafío para hacerle frente ya ha comenzado. Es fundamental mantener en el período invernal a la población de la plaga en el nivel más bajo posible para tener mejores perspectivas para el tiempo de siembra.