Todo padre ve en sus hijos el nacimiento de un “genio” que lo enorgullezca. Eso es muy humano, y no está mal. Pero de ahí a pensar que no necesita crecer para demostrarlo hay un gran salto. Pensar que es un adelantado de la vida y no necesita siquiera crecer debidamente, como todo mortal, revela una imaginación descontrolada. Esto debe haber ocurrido con el niño que a la edad de sólo 9 años fue inducido a realizar proezas admirables en motocicleta. Imprudencia total, inducirlo a creer que puede competir a alta velocidad en motocicleta. Es un niño, recién llegado al mundo, sin experiencia, sin preparación mental adecuada. Lo lamento por sus padres, que en este momento estarán totalmente desconsolados. Lamentable error. La culpa recae también para los clubes u organizaciones que fomentan este desenfreno, organizando peligrosas competencias, más allá de lo racional. Sentimos pena y tristeza, pero es la resultante lógica de una decisión errónea.
Darío Albornoz