Abuso, acoso y racismo en las redes hieren al deporte

22 Junio 2024

El abuso, el acoso y el racismo en el deporte se ha convertido en una pandemia, con las redes sociales como masivo factor de contagio. La afirmación no es temeraria y contiene en sí misma una larga lista de hechos que se han venido dando en varios escenarios a nivel mundial y que encuentran al fútbol en un centro de escena. Lo sucedido en este sentido por una acción de juego durante el partido Argentina-Canadá por la Copa América compromete y obliga a quienes deben velar por las normas de convivencia, y a quienes tienen que ejecutarlas, a actuar con el rigor del caso.

De lo que se habla es de una situación que atraviesa a todo el arco deportivo. Es en la Argentina donde adopta un indeseado protagonismo cuando algún representante nacional se ve afectado en su desempeño por un rival.

El caso de Canadá denunciando racismo en redes sociales tras la derrota con Argentina es el eslabón reciente de esta lacra. La Federación emitió un comunicado pidiendo acciones a la Concacaf y a la Conmebol por los insultos que recibió uno de sus jugadores, Moïse Bombito, tras cometerle una durísima infracción a Lionel Messi. La cuenta de Instagram del norteamericano recibió una batería de comentarios amenazantes (incluso de muerte) y con tintes racistas. Hasta se usaron emoticones de monos.

No hace mucho tiempo, el único piloto argentino en IndyCar (la F1 de EE.UU.), Agustín Canapino, se vio envuelto también en un situación de abuso y acoso en redes. Esto se generó luego de un toque que le propinó en la pista el francés Théo Pourchaire, lo que desató la furia de los fanáticos argentinos, que asaltaron las redes con mensajes de odio, insultos y amenazas hacia el galo. Luego de respuestas cruzadas y reacciones con comunicados, Canapino se quedó sin correr una fecha del certamen, en una aparente sanción que no quedó clara en sus alcances.

La discriminación por el color de piel, de etnias, de religiones y de orígenes se instaló hace mucho tiempo en los actos deportivos multitudinarios. Todo empeoró con el advenimiento de las redes sociales. En suma, se convirtió en un arma arrojadiza de una sociedad con tendencia a la agresividad. Que todas estas conductas se hayan multiplicado es porque fallan los protocolos, los estamentos y organizaciones que deben limitarlas, avalados por normativas vigentes. En definitiva, falla todo el sistema.

No resulta sencillo encontrar soluciones a estas prácticas. El anonimato y la impunidad que suele notarse en las redes aparecen como barreras para ejercer un control. Sin dudas que una manera de hacerle frente es la educación para arraigar valores como el respeto, la tolerancia, la convivencia, la diversidad y el juego limpio. En ese aspecto, es una salida actualizar protocolos específicos que ayuden a promover la cohesión social.

Pero esto sólo será posible si se hace de una manera conjunta desde todos los sectores y en todas las direcciones. Por ello, los gobiernos, la sociedad civil y los centros educativos deben constituirse en garantes de esta lucha social que hoy enfrentamos.

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