Moda circular: rompiendo los prejuicios, las prendas que antes eran viejas hoy son vanguardia en Tucumán

Este concepto apunta a recuperar y volver a la vida a ropa que se amontonaba inútil en los placards. Emprendimientos de tucumanas con visión.

LA SEGUNDA VIDA DE LO USADO. La compra venta de prendas de segunda mano es un fenómeno creciente, como atestigua Milagros Esper. LA GACETA / FOTOs DE INÉS QUINTEROS ORIO LA SEGUNDA VIDA DE LO USADO. La compra venta de prendas de segunda mano es un fenómeno creciente, como atestigua Milagros Esper. LA GACETA / FOTOs DE INÉS QUINTEROS ORIO

La moda es una fuerza que avanza sin detenerse, que cambia aunque incomode, que se transforma en histórica. Los nuevos paradigmas, las crisis económicas, la tecnología han hecho que una no tan novedosa forma de consumo, la ropa de segunda mano, supere miradas prejuiciosas para convertirse en la elección distinguida de los que quieren aumentar su guardarropa.

“No había chance, a la gente no se le pasaba por la cabeza”, empieza Milagros Esper, dueña de Beauty Tuc, emprendimiento de moda circular nacido en 2020, acerca de los tradicionales conceptos sobre la ropa usada. “Había un gran prejuicio, gente que me daba la ropa y me pedía que no salga su nombre, porque no quería que se supiese que estaba vendiendo. Había un complejo, una vergüenza de vender y comprar usado”, destaca.

La ropa usada ha saltado los límites de lo viejo, sucio y poco atractivo para volverse un signo de vanguardia. “Vivir en la Argentina y que los factores económicos sean indispensables a la hora de adquirir ropa; la moda en sí en donde busca destacarse la individualidad; los pedidos a las marcas para que nos digan quién hace la ropa y la era digital, para mí son las cuestiones que terminan de modificar estas decisiones”, afirma Lou Quinzano, licenciada en Diseño Textil y fundadora de Propio.

En abril de 2013, una catástrofe dio inicio a una movida atropelladora: la moda circular. El edificio de fabricación textil Rana Plaza, de Bangladesh, colapsó y murieron 1.130 trabajadores, en la mayor tragedia del mundo textil. “En el mundo se empieza a decir: ‘Se vino abajo un edificio donde producían la ropa que pagás carísima o barata’. Murió mucha gente que trabajaba en situación preocupante. Lo comprás en tu viaje a Europa, le costó la vida a alguien; para que a vos te salga U$S3, ¿cuánto tiene de costo? No dan los números”, reflexiona Quinzano. Las marcas dueñas de estos talleres debieron salir a esclarecer su situación y a los conmovidos por la catástrofe, a correr la voz y denunciar.

Además, aunque pocos sean los aspectos que podamos rescatar como positivos de la pandemia, fue una suerte de impulsora de la moda circular. Si bien tiene una historia anterior a 2020, es innegable la importancia de este período en su crecimiento y difusión.

El aislamiento irrumpe en la vida y en ese parate el movimiento encuentra su oportunidad para mostrarse. Es casi imposible negar cómo las iniciativas de segunda mano crecieron en las horas interminables y las charlas rutinarias del aislamiento obligatorio. Nacieron entonces diversos emprendimientos; aunque la propuesta haya surgido gracias a limpiezas de armarios y un poco de aburrimiento, terminó beneficiando ampliamente.

“La idea surgió con el covid, cuando con mi hermana empezamos a hacer un reordenamiento del placard y nos dimos cuenta de que había cosas en excelente estado; nos dijimos ‘vamos a emprender y a darles una segunda oportunidad a las prendas’”, cuenta Pilar Honorato, dueña junto a Lourdes de Las Lupi’s, de éxito en el mundo virtual: suma más de 10.000 seguidores en Instagram, y las clientas solo acceden al espacio físico para retirar sus compras.

Franquicias y empresas

Beauty Tuc también tuvo su génesis en pandemia, cuando su dueña iba a tercer año de la secundaria. Desde entonces el crecimiento no tuvo parates y la cuenta de Esper, de 20 años, acumula casi 50.000 seguidores. “Hay mucha variedad, cosas originales y únicas, capaz que de otra temporada. Nos diferenciamos de otras tiendas vintage porque somos muy exigentes, solo recibimos ropa de marca y que se vayan a seguir usando”, explica.

“Lo mío también apunta a más negocio. La idea es hacer percibir a la gente que no está comprando ropa usada, sino que la está adquiriendo como nueva, que le está haciendo un bien al medio ambiente y es más barata”, destaca.

Maneja su tienda desde la distancia, tiene dos locales y un equipo trabajando para ella. “No estoy en Tucumán. Lograr que se haya automatizado ¡no lo puedo creer! Y ahora estoy haciendo otras cosas, quiero franquiciar mi emprendimiento. Es loco cómo estoy formando la empresa”, agregó. Sienta el ejemplo del avance del modelo de negocio que ha dejado lo informal para establecer marcas donde el símbolo son las antes rechazadas prendas de segunda mano.

Tecnología

Otro factor destacado de la pandemia fue el vuelco masivo hacia las tecnologías, cuyo uso reemplazó, muchas veces, actividades cotidianas como las charlas en bares o las compras en el supermercado. “En ese tiempo no caminabas por la calle, no veías vidrieras. De repente ese bombardeo masivo se deja de dar”, explica Quinzano. Con el aislamiento, la ropa nueva producida en serie de los centros comerciales permanece colgada en los percheros, mientras que las compras en Internet y la ropa usada cobran protagonismo.

“Teníamos menos ingresos y más tiempo. Y la era digital permitió que quienes tenían emprendimientos o estilo para vestirse, empiecen a mostrarse, a ganar seguidores y de alguna manera a volverse ‘influencers’; terminan haciendo que la moda circular gane relevancia”, comentó.

Son múltiples los factores que se entrecruzan para dar lugar a esta tendencia. El saber qué consumimos y qué recursos se han explotado para producir lo que compramos, las reflexiones y las necesidades económicas de un período de paralización de las actividades cotidianas, la irrupción de la tecnología y las redes fueron los elementos clave de una movida de la que pocos pueden jactarse de no ser parte.

La popularidad también responde a la necesidad de salir de las órdenes y dictámenes de los grandes gurús de la moda. Caminar por la calle y encontrarse con otra persona con el mismo saco o la misma bufanda es un escenario usual. Las fábricas textiles no tienen costureros ni sastres que hacen ropa a medida. Más bien, los centros de producción se asemejan a una industria automotriz, donde la ropa es producto de máquinas que repiten ininterrumpidamente los mismos padrones. Así lo singular y lo diferente se desdibuja en los colores y modelos estandarizados de la moda rápida.

“En los últimos años empieza a querer destacarse la individualidad en la moda. Ya no se sigue tanto las tendencias de las grandes marcas, se termina el autoritarismo de la moda, explica la licenciada en diseño textil. La única forma de poder distinguirnos dentro de todo el mundo es buscando la individualidad y para buscar la individualidad no podés seguir una moda seriada donde salís y todo el mundo está vestido igual”, destaca Quinzano.

Crónica de “La Manifiesto”

De los mesones a los percheros

Muchas personas podrán asociar la ropa usada a las inmensas ferias americanas, pero esas prendas hace tiempo dejaron los mesones. “Si bien son los lugares base en donde se consiguen precios convenientes y mucha variedad, tenés que ir dispuesto a revolver y tener tiempo para buscar, lo que muchas veces no es fácil”, explica Florencia Villafañe, fotógrafa de moda, diseñadora gráfica y fundadora de Compendio, tienda vintage con más de siete años de trayectoria para los amantes de la ropa pero no tanto de las pilas anárquicas. “Mi misión fue pasar a ser un servicio. Nos formamos para saber cómo acondicionar esas prendas usadas, cómo curarlas, lavarlas, cuidarlas”, manifestó la dueña de esta tienda que hoy suma más de 11.000 seguidores en las redes sociales. Y en ese contexto surge La Manifesto, un prototipo que demuestra cómo la ropa de segunda mano se adapta a las necesidades más particulares, estableciendo “locales” específicos para cada gusto y preferencia como un “shopping de lo usado”. “Ya vamos por la novena edición de La Manifesto, que hemos creado entre siete emprendedoras: vos llegás al lugar y ya la propuesta visual estética es muy llamativa y la selección que hay es increíble. Hay tiendas que se especializan en buscar prendas de marcas y tenés esa posibilidad de comprarte eso que también está en el shopping a precios impagables,y que podés adquirirlo en una tienda vintage por un precio razonable”, reflexiona Florencia.

Detenerse y observar

Las claves de una elección concienzuda

La ropa vintage supone una necesidad de detenerse, de observar con cuidado qué prenda se va a llevar a la casa, porque los fantasmas del arrepentimiento pueden aparecer si no se toma la decisión correcta. “Al haber tanta variedad, empezás a comparar más entre las prendas y a pensar más qué te vas a comprar y eso hace a un consumo más desacelerado. Si vas al centro, por ejemplo, no hay tanta variedad de modelos y de colores como los que ofrecemos. A mí me pasaba de comprar lo primero que veía porque sabía que no iba a encontrar nada más”, explica Sofía Olivares, dueña de la tienda vintage Cherry.

De hobby a negocio

Cómo surgió un emprendimiento virtual

A movida de compras virtuales se sumó Rosario Florenza, que convirtió un hobby inicial en Ainhoa, su negocio que hoy maneja cientos de clientas. “Aburrida, en Instagram comencé a ver cuentas que vendían ropa usada de manera muy simple, a un precio absurdamente barato. Me empecé a ver como potencial clienta, de repente me quería comprar todo. Pero también quería vender mi ropa”, relata sobre el comienzo de su emprendimiento que hoy tiene más de 10.000 seguidores. Atribuye su éxito a la calidez de encontrar un otro detrás de las pantallas. “No solo vendía, sino que interactuaba mucho, y así es como empieza a crearse la comunidad espectacular que tengo ahora, que es muy fiel. Algunas dicen ‘ay, ¡la influencer!’; no me gusta delimitarme con ese nombre, pero mal que mal hago lo mismo”, admite.

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