Por estos días fueron habituales los comentarios entre muchos tucumanos que circulan por el este del Gran San Miguel de Tucumán sobre el aspecto del río Salí y su entorno. Al contrario de lo que ocurre habitualmente, se trató de elogios por la limpieza y el orden que evidencia la zona. En la previa de los festejos por el 9 de Julio y con la presión de la firma del Pacto de Mayo en la Casa Histórica -que incluyó la llegada de funcionarios nacionales, gobernadores, empresarios y otras personalidades-, los municipios que lindan con el río y el Gobierno provincial trabajaron afanosamente por mejorar el aspecto de un sector al que siempre se le dio la espalda.
Quien cruce por estas horas el puente Barros o el Lucas Córdoba (que comunican la capital con Alderetes y Banda del Río Salí, respectivamente), advertirá varias cuestiones: hay mejoras en el pavimento que cubre las calzadas, se pintaron los cordones cunetas y los postes de luz; mejoró la iluminación (que en otros momentos suele ser escasa o nula); desaparecieron los basurales; se dragó el río y se limpió el cauce; se recuperó la ancha y muy poco transitada avenida que corre entre los dos puentes, por detrás del barrio La Costanera, y hasta apareció una cancha de fútbol perfectamente iluminada para disputar partidos nocturnos, entre otras cuestiones.
Son tan significativos los cambios que las fotos y los comentarios se viralizaron rápidamente por las redes sociales. La intención de las autoridades fue mejorar el aspecto que presenta Tucumán a los viajeros que llegan, principalmente, por vía aérea, ya que muy cerca de allí se encuentra el aeropuerto.
No es la primera vez que se hace algo así. A lo largo de los últimos años fueron varias las acciones que se encararon para sanear los accesos a la ciudad, pero todas fueron efímeras. A algunas las motivaron personalidades que hicieron público su malestar en las redes y en los medios. Una de ellas fue la modelo Lara Bernasconi; en septiembre de 2011 tuitéó: “la entrada a Tucumán es un asco”. Eso impulsó un desesperado intento de la administración de José Alperovich por limpiar la zona de la autopista de Circunvalación, del río Salí y de La Costanera.
En 2016, Toto Patronelli, hermano de Marcos y de Alejandro, destacados pilotos argentinos que competían en el Dakar, publicó en la misma red social: “Que alguien se ocupe de limpiar Tucumán. En mi vida vi semejante mugre”. Lo hizo mientras la caravana de la carrera internacional atravesaba la provincia. Se desató el mismo afán por la limpieza y el orden que en 2011, aunque ya gobernaba Juan Manzur. Más atrás en el tiempo, la Cumbre del Mercosur, en 2008, también motivó trabajos en ese sector habitualmente olvidado de la ciudad.
Es por eso que, a la par de las imágenes del río limpio que se conocieron estos días parece llegar una ola de escepticismo: ¿hasta cuándo va durar limpio ese sector? ¿Cuánto falta para que los vándalos roben o destruyan el nuevo mobiliario y las luces? ¿En cuánto tiempo volveremos a ver las montañas de escombros y los yuyales junto al curso de agua? ¿El mal olor volverá para quedarse?.
Cualquier intento que se haga por mejorar los accesos será bienvenido y celebrado. Pero creemos que no basta simplemente con hacer un lavado de cara. Es fundamental invertir tiempo, dinero y recursos en sostener los cambios. Los vecinos de esa zona y los turistas lo agradecerán.