El reciente informe sobre múltiples robos en San Pedro de Colalao se suma a noticias similares ocurridas en localidades de la zona rural -como Tapia, Ticucho y El Cadillal-, y da pie a la necesidad de estudiar estrategias de prevención en zonas alejadas, en las cuales se dan olas de inseguridad que afectan severamente a vecinos y productores. Es un tema que vuelve con frecuencia a escena; ya en la Expo Apronor, en abril, los productores rurales habían expresado en un comunicado: “En el campo no quedan familias que no hayan sufrido algún tipo de robo”.

El caso que nos ocupa, publicado el jueves pasado, ocurre en un pequeño barrio de San Pedro de Colalao llamado El Paraíso; y es una muestra de los problemas de inseguridad y de las dificultades para resolverlos en esos sectores alejados, donde a menudo ni siquiera los mismos dueños de las propiedades circulan con frecuencia, debido a que algunas son casas de fin de semana y el movimiento del pueblo es escaso. Esa característica de tranquilidad, que en otro tiempo era un atractivo, se ha convertido en un factor que favorece la inseguridad. En los últimos tres años, decenas de propietarios han construido casas de descanso en El Paraíso y desde diciembre han sufrido robos; a veces en más de una ocasión. Por lo general se trata de hurto de objetos fáciles de llevar -garrafas, bicicletas, electrodomésticos-, pero también se han dado casos de daños a las viviendas para sacar sanitarios, o rotura de portones y extracción de alambres, postes, cables y rejas.

Se trata de una zona en medio del campo, a la cual se ha sumado, según dijeron los vecinos, un asentamiento en el que -conjeturan- han ido a parar muchos de los objetos sustraídos. Dijeron que han tenido respuesta de la Policía y que incluso se hizo un allanamiento pero que no han recuperado sus cosas.

El jefe de zona de la Policía dijo que hay dos obstáculos para hacer frente a esta situación: uno, el tiempo que pasa entre el hecho en sí y el momento en que se hace la denuncia, porque por lo general los objetos son vendidos de inmediato a través de redes sociales y mucho tiempo después es imposible hacer seguimiento; y el otro obstáculo es que se hacen pocas denuncias y por lo tanto la fuerza de seguridad a menudo ignora lo que está sucediendo. Esto es, según dicen los funcionarios policiales, clave para poder armar un mapa de inseguridad y establecer una estrategia. De hecho, dijo que en los últimos meses solo recibieron cuatro denuncias por robo a propiedades y que en dos de los casos se esclarecieron los hechos y se recuperaron los objetos robados.

Algo parecido había sucedido en Ticucho, en Tapia y en El Cadillal, donde los residentes dijeron que desde enero la inseguridad comenzó a crecer. Los damnificados reconocieron que la mayoría de las veces no presentaron denuncias porque se trataría de hurtos pequeños. Pero varios casos dispararon alarmas porque ya no se trataba de la impunidad con que los ladrones aprovechan la soledad para llevarse en carros o en camionetas o a pie muchos objetos, sino que hubo asaltos con violencia, como sucedió en El Cadillal.

Los vecinos por lo general han pedido presencia policial y también iluminación en las calles, corte de malezas y limpieza, elementos estos que ayudan en la protección del lugar. En el caso de El Cadillal, ha habido compromiso de las autoridades comunales y policiales de hacer recorridos preventivos y promover y mantener en condiciones la iluminación de las calles; en Ticucho, se han pensado medidas para instalar una garita con al menos un policía y llevar un registro de los vehículos desconocidos, así como control de acceso a las escuelas. En todos los casos, es notorio que se precisa coordinación entre la tarea de los funcionaros de la comuna, los de la Policía y los vecinos, y por ello no solo se debe pedir que se hagan denuncias, sino facilitar las condiciones para que se pueda denunciar con rapidez, además de los recorridos policiales de día y de noche, que son importantes para hacer efectiva prevención y no reaccionar solamente cuando los hechos se han producido.

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