Pequeños innovadores de Tucumán aprenden impresión en 3D

En el Punto Digital del Ente Cultural se dicta un taller para que los chicos practiquen y desarrollen su pensamiento crítico y su capacidad de diseñar. Algunos de ellos muestran orgullosos sus creaciones y el profesor explica cómo funciona la impresora.

OBSERVANDO ATENTO. Uno de los participantes mira el resultado de su creación. OBSERVANDO ATENTO. Uno de los participantes mira el resultado de su creación. LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO

La impresión 3D es una tecnología novedosa que permite crear objetos tridimensionales a partir de un diseño digital. Es una herramienta fascinante y educativa; quienes difunden la práctica indican que aprender a diseñar e imprimir en 3D fomenta el pensamiento crítico y la innovación, habilidades esenciales para el futuro.

Que los niños practiquen, entonces, es clave: pueden ver cómo sus ideas cobran vida, lo que refuerza su comprensión de conceptos científicos y matemáticos de manera práctica y divertida. Y eso es lo que se estuvo haciendo estas vacaciones en el Punto Digital (San Martín 251) del Ente Cultural de la Provincia.

Se trata de una de las tantas propuestas de talleres que se ofrecieron para entretener a los chicos durante el receso invernal. En esta, los pequeños pueden aprender todo el proceso de impresión: desde el diseño digital hasta que el producto llega a sus manos. Y vaya que los niños lo han entendido y rápido: después de unas pocas clases, le dan a LA GACETA cátedra de cómo diseñar en 3D.

“Estoy armando la Copa América”, dice concentradísimo Iam, de nueve años, que asiste al taller junto con su hermana Guadalupe (de 10 años), y para hacerlo se trasladan desde Leales, donde vive la familia. Ninguno de los dos había tenido acercamiento previo al diseño 3D, pero lo hacen como si fuesen expertos.

“Yo sí hago dibujos, pero no usaba computadora, sí el celu. Me costó mucho. No sabía cómo abrir el programa, y me cuesta usar el mouse”, añade Guadalupe sobre sus dificultades, sin quitar la vista de la pantalla, donde despliega su creatividad.

Experiencias

Mientras los alumnos trabajan, “el profe” Víctor Manuel Frías nos habla de su profesión y de las bondades de esta técnica.

El docente trabaja desde hace seis años con la impresión en tres dimensiones. “Siempre me gustaron estas cosas. Desde chiquito usaba programas de diseño, y más de grande estudié diseño y animación digital, algo similar a la creación de efectos especiales. Un día dejé mi trabajo como cajero de supermercado y me dediqué exclusivamente a esto”, relata.

“Lo que hacemos es enseñarles a los chicos con un sistema gratuito llamado Tinkercad -continúa-. Ellos comienzan aquí a diseñar y luego pueden seguir haciendo sus trabajos en casa. La idea principal era diseñar cubos de Minecraft, que son bastante simples de hacer, pero ellos aprendieron rápido. Les enseñamos tareas básicas, y ya nos sorprendieron”. Víctor hace una pausa para dedicarse a mostrar, con indisimulado orgullo, algunos de los trabajos realizados por sus estudiantes: uno de ellos logró replicar a su propio gato ¡hasta con las mismas manchas!

“Es el futuro”

“Es una tecnología nueva, pero no tan reciente. Hay mucha gente que no la conoce, y es el futuro. Se han lanzado cohetes hechos con impresión 3D; se pueden hacer hasta casas. Por eso está bueno enseñarles”, advierte y muestra un ET de un metro que hizo hace poco.

Mientras tanto, los chicos prueban: por un lado, algunos siguen diseñando en la computadora. Otros, en cambio, ensayan la impresión con un lápiz.

“Funciona como una pistola de silicona: se calienta el plástico y con un botón se va aplicando”, describe Víctor sobre el funcionamiento de la impresora. En el dictado del taller lo acompaña Macarena Chazarreta.

Pensamientos

Dicen los expertos que participar de estas actividades tecnológicas ayuda a los niños a definir su futuro al fomentar la creatividad, el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Estas habilidades son valiosas en un mercado laboral cada vez más tecnológico. Y puede ser: mientras charlamos, en otro mesón está muy concentrado Felipe, de seis años. Sobre una hoja ha dibujado un diseño que luego calca con la impresora en lápiz. “Es la impresora”, dice sobre su dibujo. “Me gusta mucho esto, porque puedo hacer lo que quiero. Por eso de grande me imagino trabajando con la impresora. Es muy divertido”, añade.

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