De la dolarización al peso, como moneda fuerte

CAMBIO. La administración libertaria apuesta ahora por el peso como moneda fuerte. CAMBIO. La administración libertaria apuesta ahora por el peso como "moneda fuerte". FOTO/ÁMBITO.

¿Qué es la volatilidad? De acuerdo con la segunda definición de la Real Academia Española, es la inestabilidad de los precios en los mercados financieros. En la Argentina, esa condición es prácticamente la normalidad. Para que la inflación no se dispare, el Gobierno aplica estrategias cambiarias y monetarias para calmar al mercado y, de esa manera, sostener las expectativas dentro de la sociedad de que, en algún momento, la situación económica mejorará. En campaña, el presidente Javier Milei prometió dolarizar la economía argentina y eliminar el Banco Central como una manera de erradicar la escandalosa emisión monetaria con la que se mantuvo la anterior gestión. La situación no fue tan sencilla. Al economista libertario, convertido en presidente de los argentinos, se le hizo difícil cumplir esas promesas. En cambio, combatió la inflación que pasó del 25,5% con la que arrancó en diciembre pasado hasta el 5% que se proyecta para este mes. En el medio hubo un fuerte ajuste fiscal, en el que se actualizaron los precios de la economía: desde las tarifas hasta las naftas y con impacto directo en el poder adquisitivo de los salarios, de las jubilaciones y de los subsidios económicos con los que la sociedad amortiguaba el valor de las boletas de los servicios públicos privatizados.

Pero todo ajuste tiene un costo. Y eso se evidenció en la actividad económica que atraviesa una fuerte recesión, más allá de los alentadores datos oficiales que arrojó mayo. El consumo no se recupera, la obra pública depende del goteo federal y las jubilaciones no crecen en la medida que la clase pasiva demanda. Sin embargo, hay banqueros e industriales que coinciden en que la Argentina tocó el piso y que, de ahora en más, sólo tiene destino de crecimiento, como el rebote que se observó en la segunda mitad de 2003, tras la profunda crisis socioeconómica de fines de 2001.

Milei cuenta con las leyes que reclamó al Congreso. Esta semana que termina arrancó el blanqueo de capitales con la que el Estado quiere captar alrededor de U$S 2.000 millones. Sin embargo, los analistas bursátiles coinciden en que, para abandonar las restricciones cambiarias –uno de los grandes agujeros negros de la economía argentina- se precisan entre U$S 8.000 millones y U$S 10.000 millones.

Sergio Berensztein, analista político, considera que en la Casa Rosada y en el Palacio de Hacienda hay un exceso de confianza respecto del resultado del blanqueo. El consultor plantea ante LA GACETA que, con la historia de incumplimientos, los ahorristas no se sacarán de encima los dólares que supieron conseguir por las vías alternativas a la cotización oficial. El diagnóstico del Gobierno es que esos tenedores de divisas se sobredolarizaron porque el plazo fijo dejó de ser un refugio para sus pesos. Y, por ende, serán los que impulsarán la oferta. Lo dejó en claro el propio ministro Luis Caputo en su cuenta en “X”, cuando posteó: “vamos a secar la plaza de pesos. Algunos no se convence. La realidad probará que en breve la gente tendrá que vender dólares para pagar impuestos y que el peso va a ser la moneda fuerte”. La respuesta del titular del Palacio de Hacienda fue un desahogo, tras el acuerdo que llegó con los bancos para la recompra de $c13,17 billones en puts (opciones de venta)  que estaban en manos de entidades financieras y que generaban el riesgo de una masiva emisión monetaria.

Con todo, la semana termina con la misma volatilidad que arrancó. El dólar “blue” recortó su cotización luego de que hace una semana rozará los $ 1.500 por unidad para la venta, en su récord nominal. Los “arbolitos” lo ofrecieron a $ 1.445. Sin embargo, este mes acumula un alza de $ 80 o 5,86%, ganándole también a la inflación del período. Las cotizaciones financieras también tuvieron su ruido. El MEP avanzó hacia los $ 1.324,82, aunque en la semana termina con una caída de, 6,45%, mientras que el Contado con Liquidación cerró estable, en los $ 1.333,28, pese al retroceso semanal del 6,67%.

Lo inquietante es que el Banco Central vendió U$S 106 millones para atender pagos de energía. Así, las reservas brutas finalizan la semana en U$S 27.566 millones.

La acumulación de divisas pasa a segundo plano, mientras que la reducción de la inflación y la brecha cambiaria ganan importancia en la agenda oficial. El politólogo Gustavo Córdoba sostiene que el Gobierno no podrá sacarle compulsivamente los dólares a la clase media argentina, tomando en cuenta el comportamiento que ha tenido el mercado (aquella volatilidad), sumado al historial de impagos. “Otra vez estamos ante un escenario de segundo semestre en el que, por las declaraciones oficiales, todo hace indicar que si los ahorristas no entregan sus dólares por las buenas, lo harán por las malas”, puntualiza el director de Zuban, Córdoba y Asociados. La misma historia señala que ninguna gestión pudo ir contra la opinión pública. Córdoba, en ese sentido, recuerda que Carlos Menem tuvo la posibilidad de reelección cuando la sociedad mejoró su poder adquisitivo en un escenario de estabilidad económica. Lo mismo sucedió con los Kirchner (Néstor primero y luego Cristina). “Pero ni Mauricio Macri pudo lograr ese objetivo, mucho menos Alberto Fernández por aquello de que no alcanzaron enderezar el rumbo económico”, acota.

Interrogantes 

La falta de un horizonte claro lleva a la sociedad, en general, al mercado en particular y al mismo gobierno a recorrer tres caminos distintos. Córdoba plantea que en la Argentina se exterioriza un juego de dualidades, en el que, por un lado, los ciudadanos tienen esperanzas genuinas y negaciones políticas para no repetir los errores del pasado. Por el otro, sostiene, el mercado anticipa ganancias y también pérdidas que los ciudadanos terminan comprendiendo con el tiempo. Y, finalmente, está el Gobierno que, a juzgar por sus acciones, toma su propio rumbo, sin que ello defina el resultado de su plan económico.

En definitiva, la economía no tiene ideología. Los agentes económicos persiguen el mismo fin: que la actividad repunte para alcanzar el bienestar. El mensaje de la política puede cambiar. Si ir más lejos, en menos de un año, la Argentina pasó de dolarizarse integralmente a fortalecer el peso, su moneda nacional. Ese es otro ejemplo de volatilidad.

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