Los Juegos Olímpicos se llevan bien con el sexo: historias que alimentan el mito de las “fiestas” en las Villas Olímpicas

En París 2024, se volverán a utilizar las camas “anti-sexo”; además, el comité entregará 300.000 preservativos.

Juegos olímpicos. Juegos olímpicos.

Hablar de sexo olímpico en cualquier otra época del año se relacionaría con varias horas manteniendo relaciones sexuales. Sin embargo, a pocas horas del arranque de los Juegos de París 2024, la frase es literal. Quizás no se puede asegurar si habrá encuentros íntimos  o no, pero por las historias que trascendieron en los últimos años, el sexo en las Villas Olímpicas existe. 

Si bien el tema sexual se va despojando cada vez más del estatus de tabú, el inconveniente “olímpico” surge cuando perjudica al resto. Por otra parte, cuidar la salud sexual durante las citas olímpicas empezó a tener atención por parte de los comités organizadores desde hace más de tres décadas. En 1988 el VIH (virus del sida) ya había hecho estragos en el planeta; y ese año tuvo estado de “olímpico” por la celebración de los Juegos de Seúl. Al mismo tiempo que se declaró como el “año de la comunicación y la cooperación sobre el sida”.

Esa fue la primera competencia en la que se repartieron preservativos con la intención de concientizar sobre la epidemia, más que alentar a las relaciones sexuales durante la gesta deportiva.

Este año, en París, se repartirán 300.000 profilácticos, el doble que hace tres años; lo que representa una media estimada de 28 por deportista. Si bien hay opiniones encontradas, nadie afirma taxativamente que el sexo tenga un efecto negativo. Sin embargo la generalidad indica que los entrenadores les piden a sus atletas que eviten las relaciones sexuales durante sus entrenamientos y torneos para que su desempeño óptimo corra el menor riesgo posible. Así como deberían sentirse en esta época en el mejor momento para desempeñarse en su disciplina, un cuerpo tan entrenado al alto rendimiento también se encuentra en su mejor momento para el sexo. Eso sí, hacer caso omiso a las recomendaciones de los coachs es toda una tentación.

Es probable que luego de los Juegos parisinos pase un tiempo hasta que alguien por algún motivo revele alguna anécdota en el rango de lo sexual. Así lo hizo la esquiadora Carrie Sheinberg que tuvo una propuesta subida de tono en los Juegos de Invierno de 1994 en Lillehammer, Noruega. “A cambio de diversión”, le hicieron el ofrecimiento según la estadounidense. Los dos pilotos de bobsleigh fueron cautos y no pusieron en riesgo su desempeño para ganar la medalla de oro que le ofrecían a la esquiadora si hubiese aceptado.

 El jabalinista estadounidense Breaux Greer confesó años después de los Juegos de Sydney 2000 que tuvo relaciones en la villa con dos atletas a la vez. En la cita australiana, Josh Lakatos, otro estadounidense, reconoció haber hecho algo insólito. “Al final estaba dirigiendo un burdel en la villa. Nunca he vuelto a ver en mi vida tanto libertinaje”, confesó varios años después.

Lo que pasó es que a medida que los deportistas iban regresando a sus países, uno de los edificios quedó completamente vacío. Lakatos se apoderó del lugar e invitó a las parejas a usar la tranquila instalación.

Hace pocos meses Micah Richards, ex compañero de Sergio Agüero y de Carlos Tevez en Manchester City, contó sobre las fiestas sexuales en las que participó durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012.

El defensor del seleccionado inglés dio detalles. “Fue la fiesta de todas las fiestas. Tienes a todos los atletas, todo tipo de especímenes diferentes”, fueron las primeras palabras de Richards en una entrevista en el podcast Rest in Football. “Estaba absolutamente en llamas, honestamente. Estuvimos allí tres noches: fuimos a entrenar, luego volvimos a la Villa. Esas tres noches estuvimos hasta las cuatro de la mañana”, agregó. Festejó sólo en esas reuniones alocadas porque en la cancha no fue tan feliz: Inglaterra perdió ante su público en cuartos de final a manos de Corea del Sur.

 Para algunos atletas, si en la Villa Olímpica hay fiestas sexuales desenfrenadas es un problema. No por ser aguafiestas, sino por una cuestión de programación. Eso “sufren” los deportistas que practican alguna modalidad del atletismo, ya que en el calendario sus pruebas son en los últimos días. Susen Tiedtke, de salto en largo, también dio detalles como el futbolista inglés. “Siempre escuchas las fiestas de los demás; a veces, apenas podías dormir”, aseguró la alemana.

Ella también estaba condicionada por otro factor para tener intimidad, si es que lo deseaba. “Mi entrenador era mi padre y era muy estricto. Si alguien quería salir conmigo, primero tenía que hacer 100 flexiones de brazo. Tuve que reunirme en secreto, de lo contrario nunca habría conocido a nadie. Todos en la villa conocían esta historia”, afirmó Tiedtke.

¿Medida disuasiva?

 Desde el último Juego Olímpico quedó flotando en el ambiente una suerte de política “anti sexo” por las camas que se usaron. Los organizadores japoneses, en conjunto con el Comité Olímpico, diseñaron un lecho construido en cartón. ¿Estaban pensadas sólo para lo que muchas personas creen que es una cama, es decir, para dormir? No; y tampoco fue con la intención de generar dudas a quienes desearan tener sexo en una cama que podía suponerse frágil. En realidad la elección del material que se usó en Tokio y volverá utilizarse en París está vinculada a disminuir el impacto ambiental y generar una sustentabilidad que permita un segundo uso.

Camas antisexo. Camas antisexo.

 Tampoco se las ideó para combatir los coletazos de la pandemia por la covid-19 que obligó a postergar los juegos de 2020 a 2021. Había que desincentivar el contacto estrecho y la supuesta debilidad de las camas se especulaba podía ser disuasiva. Pero en rigor de verdad, las camas hechas de cartón reciclado con tres piezas intercambiables están pensadas para aguantar hasta 200 kilos, lo suficiente para que un atleta descanse o festeje algún buen resultado luego de competir en su deporte.

Y también si es que quieren tener sexo. Bien claro lo dejó el gimnasta irlandés Rhys McClenaghan. El europeo, que ya está instalado en la Villa, volvió a hacer el mismo testeo que había hecho en Tokio: subió un video a Instagram en el que saltaba, daba volteretas y movía todo lo posible la cama que quedaba intacta a sus movimientos abruptos. “Una vez más tienen estas camas de cartón que llaman ‘anti-sexo’. Cuando las probé la última vez, resistieron mis pruebas, aunque quizá no fui lo suficientemente riguroso”, contó pícaramente. “Eran fake news”, dijo cada vez más sonriente.

 En París habrá 16.000 camas, distribuidas en 82 edificios, con un total de 7.200 habitaciones. Si bien se puede pensar que dormir en una cama de cartón es incómodo, eso no se le escapó a los organizadores y pusieron tres tipos de colchones con diferentes grosores, para que los atletas descansen o hagan algo más intenso; algo que, al parecer, sucede con mucha frecuencia y periodicidad durante todos los Juegos Olímpicos. 

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