La aclamada vuelta de Marcelo Gallardo a River Plate: más "Napoléon" que nunca

El nuevo técnico del "millonario" aclaró que el hambre de gloria está intacto.

FELICIDAD. Marcelo Gallardo saluda a unos fanáticos que se acercaron para recibirlo. FELICIDAD. Marcelo Gallardo saluda a unos fanáticos que se acercaron para recibirlo.

“Es el puto amo”. Difícil no recordar aquella emblemática frase con la que Pep Guardiola se refirió a José Mourinho en 2011, una descripción entre irónica y despectiva en un contexto de frecuentes y fuertes cruces entre los entonces entrenadores de Barcelona y Real Madrid. La definición podría caberle sin dudas como elogio a Marcelo Gallardo, quien viene generando una conmoción en el “Mundo River” desde que hace unos días trascendió la posibilidad de que volviera a calzarse el saco de entrenador, dando inicio a su segundo ciclo como tal en el club.

Al ingresar “Muñeco”, un hálito de admiración y entusiasmo sobrevoló el espacio ubicado tras la platea San Martín del estadio Monumental donde se realizó durante el mediodía del lunes su presentación oficial. Todo entre aplausos, vítores y los cantos de algunos hinchas invitados a la fiesta.

El magnetismo de Gallardo está fuera de cuestión. Ahí, sobre el centro del escenario, acompañado solamente por el presidente Jorge Brito, el entrenador de la estatua sobre avenida Figueroa Alcorta la rompió de principio a fin ante un auditorio que incluyó a viejas glorias de River, entre ellas el “Pato” Fillol y el “Beto” Alonso, y a la plana mayor de dirigentes presentes y pasados (incluido Rodolfo D’Onofrio).

 “Es una felicidad total volver a casa”. “Estoy en el lugar al que pertenezco”. “Parece que nunca me fui”. Quién diría, poco más de un año y medio después de haber partido, el técnico más ganador en la historia de River, con 14 títulos, incluidos dos trofeos de Libertadores, uno de ellos obtenido ante Boca en Madrid.

Los pasos en falso de su predecesor Martín Demichelis en el último año y el punto final más pronto de lo previsto a su experiencia en Arabia Saudita le abrieron nuevamente las puertas. Y no sólo eso: a una dirigencia apremiada por las críticas (sobre todo en redes sociales) y por la necesidad de que el equipo vuelva a mostrarse confiable para pelear la Libertadores no le quedó otra que entregarle a Gallardo no sólo “la llave del club”, sino también “el control de la alarma”.

Durante los 40 minutos que fue visto públicamente, Gallardo se mostró en estado puro. No ocultó su emoción cuando habló de su padre (que atraviesa por una enfermedad y no pudo acompañarlo) y su rostro reflejó en todo momento la alegría y también la responsabilidad con la que asume el cargo.

“Este es un desafío muy grande para mí”, reconoció consciente de que de alguna manera pone en juego tanta gloria acumulada en su etapa previa como conductor. Deberá demostrar que aquella sentencia de que “segundas partes nunca fueron buenas” no aplica para él.

Fiel a su estilo, no cayó en la tentación de ser políticamente correcto. Ni siquiera nombró a Demichelis, aunque sí concedió que River jugará los octavos de la copa porque “el equipo hizo las cosas bien”.

De todas formas, dejó en claro que el nivel del “Millonario” debe mejorar con premura. Y como acostumbra hacer, respondió las preguntas de los periodistas (la conferencia de prensa en sí duró poco más de 10 minutos) enviándole antes que nada un mensaje a sus propios dirigidos, su principal auditorio.

“Primero hay que recuperar la respuesta de un muy buen equipo que tiene que volver a crecer y a sentirse confiado; tenemos que recuperar un espíritu de club y de equipo”.

Más allá de que su re-debut será ante el puntero de la Liga Huracán el sábado por la noche en el Monumental, el “Muñeco” tiene la mira puesta, como es lógico, en la inminente llave de la Libertadores ante Talleres de Córdoba.

“Tenemos que jugar estas instancias con mucha decisión y hacer los méritos futbolísticos para ir avanzando. La Libertadores es la ilusión de todos”, dijo poco antes que algunos hinchas lo interrumpieran con sus cantos. El “Muñe” sonrió nerviosamente y cuando los simpatizantes finalmente callaron, pidió “respeto”.

Gallardo sabe que no es fácil lo que le espera a él y a su cuerpo técnico, con el que se sacó fotos sobre el escenario y también sobre el césped del Monumental. Junto a él se pudo ver a su nueva incorporación, el preparador de arqueros Javier Sodero.

“Debemos bajar un mensaje que tenga un alto impacto”, señaló en referencia a que no hay tiempo para perder. De hecho, hace unos días que ya viene trabajando, de otro modo no se entendería que Germán Pezzella completara este lunes la revisión médica, cuando en contraposición Demichelis se había tenido que conformar con la hipotética y no acontecida llegada de Valentín Gómez.

Lo de Maximiliano Meza, además, está avanzado, admitió el entrenador, quien se dio un abrazo protocolar con el vicepresidente primero Matías Patanian, principal impulsor y sostén de “Micho” hasta hace unos días y que se presume a partir de ahora tendrá menos influencia en el manejo del fútbol profesional.

En definitiva y pese a que ha tenido algún que otro “Waterloo” en sus ocho años y medio previos en el club como entrenador, Gallardo volvió más Napoléon que nunca.

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