En el Trasmontaña, una familia se mostró unida por la pasión biker

Los Velasco se involucraron de lleno en la carrerra: los padres compitieron, los hijos fueron asistencia.

En el Trasmontaña, una familia se mostró unida por la pasión biker LA GACETA / Foto de Matías Quintana

“En cada puesto de abastecimiento, donde nos cambian la caramañola de agua, nos dan un poco de gaseosa y más para seguir... Eso te llena el alma”. La frase corresponde a Álvaro Velasco, que corrió el Trasmontaña junto a su mujer Laura Staneff. Y quienes los motivan a seguir adelante durante la carrera, en los puestos de asistencia, son nada menos que sus hijos: Guadalupe (14 años), Lucas (9) y Pedro (8).

Esta fue la tercera edición en la que Velasco y Staneff, que llevan 16 años de casados, compitieron en la desafiante carrera; siempre con sus hijos como pilares fundamentales. Este año, con la particularidad de competir en el contexto del Día del Niño.

La historia de ambos bikers en el mundo del mountain bike es bastante nueva. “Él comenzó a formar parte de un grupo de ciclistas por un tema de salud. Es muy difícil entender los tiempos del ciclismo si no lo vivís desde adentro por lo que decidí unirme al ‘enemigo’”, relata Staneff entre risas. Eso sucedió cinco años atrás; “antes no habíamos hecho nunca nada de ‘bici’”, confiesa.

En poco tiempo, ambos se enamoraron de la disciplina. “Hoy sigue siendo nuestro cable a tierra y una autosuperación personal todo el tiempo. Es un deporte que no tiene techo”, remarca Laura, que también explica cuándo surgieron las ganas de competir. “Nuestra profesora siempre nos motiva a competir y el Trasmontaña es la carrera más importante de Tucumán, y siempre la querés correr. Él me insistió en competir y hoy es la tercera que corremos juntos”, agrega.

Por supuesto, aunque ambos se preparan para lo que una carrera de semejante magnitud exige, no es un entrenamiento “profesional”. Sus obligaciones laborales (Staneff tiene un emprendimiento, Velasco locales gastronómicos y otro emprendimiento) y su rol de padres obviamente les consumen mucho tiempo. Sin embargo, encuentran la manera de arreglárselas. “Cuando ambos en la pareja lo practican, todo se hace más fácil. Entendés los tiempos y así nos ayudamos mutuamente para poder entrenar. Nuestros hijos tienen cada uno su deporte y eso también ayuda a que comprendan lo importante que es para nosotros”, detalla Staneff.

La familia no sólo funciona como un equipo durante todo el año para poder acomodar las prácticas deportivas de todos sus integrantes (Guadalupe es arquera de hockey en Tucumán Rugby, Lucas juega al fútbol en San_Martín, y Pedro también juega al fútbol). Y el día del Trasmontaña son los pequeños los que les brindan la asistencia a sus padres en alguno de los puntos de abastecimiento.

“Hicimos la asistencia en la Refinor y en el alargue. Los esperamos con Gatorade y otras cosas”, cuenta Guadalupe. “Les damos el agua, los geles y lo que ellos necesiten”, aporta Lucas._Además, asegura “Guada”, les dan a sus padres “muchísimos ánimos”; algo que el matrimonio confirma. “Te pegan unos gritos...”, dice Staneff.

Lo que agregan los padres, además, es lo difícil que se vuelve todo en el último puesto de abastecimiento, cuando falta poco para llegar al final de la carrera. “Cuando llegás al alargue, sabés que ya se termina, y rompemos en llanto nosotros dos. Te querés quedar ahí con tus hijos, no querés seguir más. Dejarlos ahí para poder seguir es durísimo”, asegura Staneff.

Pese a ese factor emocional, el binomio que corrió con el número 721, pudo cumplir sus expectativas en la carrera. “La idea siempre es ir superándonos. Tenemos una competencia contra nosotros mismos y estamos muy contentos porque nos superamos desde año pasado a este. Nos encantó”, remata Velasco. “Hemos cumplido el objetivo; del año pasado a este bajamos 40 minutos nuestro tiempo y creo que podríamos haberlo bajado más”, complementa Staneff.

Más allá del análisis de la carrera en sí, luego de la competencia la familia se dispuso a disfrutar el día junto a un grupo de amigos que conocieron por el ciclismo; y junto a los padres de Velasco, que fueron quienes se encargaron de los niños durante la mañana, mientras sus padres corrían.

“Es un día espectacular, lejos de la tecnología. Los chicos están acá con la naturaleza, salimos de la rutina”, dice Staneff. “Te desconectás del mundo”, acota Guada, mientras su madre sigue hablando. “A ellos les gusta porque vienen otros amigos. Están jugando a la pelota...”, apunta Laura. “Ya estamos acostumbrados; además es lindo verlos correr a ellos”, dice Lucas.

Y por supuesto hubo regalos para los chicos en su día. “A mí me tocó un conjunto de Real Madrid, de Mbappé”, cuenta Lucas. “A mí unos botines”, dice Pedro. “Ayer, en la cena, les dimos el regalo; y un agradecimiento también. La semana que viene vamos a festejar”, cierra Staneff antes de emprender el regreso a su carpa para estar junto a su familia y disfrutar de un almuerzo, todos juntos, en un día muy especial.

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