Pocas veces se da la oportunidad de ver en vivo a grandes figuras de la danza.
Hoy, a las 20 esto será posible en el teatro Mercedes Sosa (San Martín 479) porque llega la Gran Gala de Ballet, que fusiona el ballet clásico y el contemporáneo. Al frente están Jiva Velázquez, primera figura del Teatro Colón, y la bailarina Caterina Stutz, también integrante del cuerpo estable del prestigioso ballet nacional. Ambos bailarines interpretan los pas de deux de clásicos como “El talismán” y “El corsario”, con coreografía original de Marius Petipa.
Rocío Agüero, Romina Panelo, Emanuel Gómez, Julieta Morchio, Daniel Altamirano, Sol Rourich y Benjamín Parada, junto a bailarines destacados del Colón, participan en la gala.
Hasta aquí, los bailarines, pero el nombre más destacado de la compañía es sin duda el de su directora artística, Lidia Segni, una de los máximos referentes del arte de la danza argentina.
Su vastísima carrera comienza como primera bailarina, cuando comparte escenarios con estrellas internacionales como Rudolf Nureyev y Alexander Godunov, entre otros. Además de haber dirigido el Ballet Estable del Teatro Colón, se destaca por su trayectoria como coreógrafa, docente y preparadora de importantes bailarines, como Julio Bocca y Eleonora Cassano, por nombrar sólo dos entre tantas otras figuras.
La maestra Segni le dio detalles de la Gran Gala a LA GACETA. “El espectáculo no presenta obras completas sino pas de deux del repertorio tradicional de grandes obras. En este caso estamos hablando de ‘El Corsario’. De la misma obra hay otro, en el primer acto, que se llama ‘La esclava’”, explica acerca del programa que se va a presentar esta noche.
“Va una obra que se llama ‘Michelangelo’, con música de Ástor Piazzolla y coreografía de Ana María Steckelman, que es verdaderamente hermoso. Y así, se bailan diferentes pas de deux. Hay otra obra, con música de un concierto de Frédéric Chopin y coreografía de Mauricio Wainrot. Es un programa muy variado”, resalta.
- ¿Qué género o estilo de ballet se danza?
- Es un ballet contemporáneo, pero con una base clásica; es un contemporáneo moderno, al estilo de lo que hace Wainrot. Son todas obras de repertorio.
- ¿Cuánto tiempo les llevó armar esta propuesta?
- Esta propuesta cumple su segundo año en escena. Está trabajado con el primer grupo inicial, si bien hay algunos cambios. He estado dirigiendo el Ballet del Colón y el de Julio Bocca. Ahora decidí trabajar con las primeras figuras, armando un grupo acotado, en vista de la situación difícil para viajar. Pero tenemos la suerte de que nos convocan de todo el país.
- ¿Cuántos integrantes tiene la compañía?
- Ocho bailarines, más un técnico, y yo. Somos 10 personas las que viajamos.
- Respecto de la puesta en escena, ¿cómo es?
- Se arma con luces y vestuario, porque no se dan las condiciones para llevar escenografía. Pero nosotros proponemos un programa integral que se escenifica de corrido. Empezamos a las 20, y desde el primer pas de deux funcionan efectos de luz acordes con las coreografías. Al final, se van retirando los bailarines de escena y la luz se va apagando con ellos. Es decir que no hay cortes prácticamente en la danza; los distintos números van continuados a lo largo de poco más de una hora. Al final saluda toda la compañía antes de que baje el telón.
- ¿Todas las danzas son a dúo o hay otras estructuras?
- Son todos dúos, como se les llama en contemporáneo. En clásico hablamos de pas de deux.
- ¿Cómo es el vestuario? ¿Es propio de la compañía?
- El vestuario es nuestro; está diseñado y confeccionado respetando estrictamente los requerimientos de cada pas de deux y sus códigos clásicos: hay tutús, hay túnicas. Para “Michelangelo”, que es un pas de deux de tango, hay un diseño bordado en paillettes, con mucho brillo. El vestuario es lujoso, muy atrayente.
- Hasta el momento ¿cómo ha sido la respuesta del público en las funciones de la gira?
- La verdad es que la respuesta del público ha sido bárbara. Estuvimos hace poco en Mendoza y allí llevamos otro programa, “Bésame”, a cargo de los ocho bailarines juntos, con música de un compositor mexicano y coreografía de Steckelman. Fue tal el suceso que tuvimos que hacer un bis porque el público no se iba de la sala. En general la gente responde muy bien y es muy amable, muy cariñosa. Incluso este año, en febrero, estuvimos en el hotel más importante de Punta del Este y agotamos entradas, así que tenemos una recepción excelente por parte del público.
- ¿Para usted, como gran maestra de la danza argentina, qué significa dirigir esta compañía, con un trabajo tan específico que requiere el trajín de las giras?
- Creo que cada etapa tiene su belleza. Una, como bailarina, piensa que al terminar de bailar se termina todo, sobre todo para artistas que no prevén actividades posteriores para seguir en la danza desde otras aristas. En mi caso, nunca paré. Desde que terminé de bailar, empecé a enseñar, y enseguida me buscó Julio (Bocca) para que dirigiera el Ballet Argentino. Con él recorrimos el mundo; hicimos los cinco continentes, con giras de tres meses sin volver a Buenos Aires. Después, cuando terminó ese compromiso pasé a la siguiente etapa, cuando entré como directora del Ballet del Teatro Colón, que dirigí hasta 2015. También dirigí algunas compañías oficiales, como el Ballet Estable de Tucumán o el de Córdoba. Del Ballet de Salta me convocaron para montar completo “Cascanueces”, por ejemplo; es decir, trabajé con las compañías de las provincias que me invitaban.
- Es evidente que no puede dejar la danza, o que la danza no la deja a usted.
- No puedo parar. La danza es mi vida. Tengo muchas ganas de ver cómo está trabajando el Ballet Estable de Tucumán, no sé si me darán los tiempos.
- ¿Cómo ve la actividad en general en Argentina? ¿Se puede vivir de la danza?
- Desgraciadamente son muy pocas las provincias que cuentan con ballets oficiales. La gente que estudia danza, que es muchísima, se está yendo afuera, porque para esperar un concurso en el Colón, en Córdoba, en Tucumán o en Salta, no hay tantos lugares vacantes. Es una lástima. Es importante sostener siempre el arte, porque llena un espacio esencial en nuestra vida y en nuestra cultura.