La mentira: munición de guerra, mientras la guerra mata y destruye

La mentira: munición de guerra, mientras la guerra mata y destruye
26 Agosto 2024

Carlos Duguech

Analista internacional

Casi nunca se dejó de señalar que la verdad era la primera víctima de las guerras. Los comunicados oficiales de cada parte involucrada en los conflictos bélicos eran una munición de orfebrería, para cada momento, para cada etapa de los enfrentamientos bélicos. Y desde el periodismo, en general, surgen informaciones y análisis que se originan en los propios frentes de combate donde se pone de manifiesto la osadía y el profesionalismo de esos periodistas de guerra que la viven con riesgo de sus vidas. Aunque, a veces, desde centrales informativas alejadas del escenario guerrero. Lo necesariamente valioso, en este caso, es que la nutrida -y a veces desordenada información desde los frentes de combate- tenga el sello del origen del medio o la agencia que lo difundirá. Y en tal caso discriminar entre lo que es de fuente propia – el cronista de guerra en el escenario bélico- y la información proveniente de comunicadores de los bandos enfrentados. Esta segunda clase de información, precisamente, es casi una colección de municiones virtuales: afirmaciones de hechos no ocurridos; versiones falsas de la realidad propia o ajena; omisiones de referencia a hechos comprobados y publicados, conforme les signifique negativo o positivo a la parte que lo ignora a propósito. Ello finalmente diseña la política orientada a un propósito. Y éste suele detectarse cuando el destinatario de tanta farragosa “información” advierte, si indaga en varias fuentes y analiza los datos obtenidos, la “estafa informativa”. A fuer de ser claro en esto, conviene decir que los destinatarios de tanta información disponible sobre Rusia-Ucrania e Israel-Hamas se encuentran involuntariamente en un “supermercado periodístico”. Todo está a la mano en las “góndolas” mediáticas variadísimas, esas reminiscencias venecianas, cuando abordan, abrumadoras, referirse a un mismo tema.

Distintos medios de prensa dan versiones diferentes en cuanto a la cantidad de víctimas mortales del bombardeo que Israel hizo el día 11 de agosto sobre las instalaciones de una escuela en Gaza (desde 20 hasta “casi cien” más los heridos. Las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) contrarrestan manifestando que las cifras dadas por Hamás son exageradas y que este tipo de acciones son necesarias. Ellas, dicen, “forman parte del esfuerzo continuo por destruir la infraestructura militar del terrorismo gazatí que suelen estar en escuelas y hospitales”. Según el Portavoz de las FDI, al menos 19 terroristas de Hamás y Jihad fueron eliminados en el ataque al cuartel general militar que los terroristas habían instalado en una escuela en el norte de la Franja de Gaza. Lo que resulta sospechoso en cuanto a la verosimilitud del informe es que expresaran los de la FDI que el ataque al recinto escolar (de la ONU) en Gaza fue “preciso y se ajustó al derecho internacional”. Informa Naciones Unidas que 477 de los 564 edificios escolares de Gaza han sido atacados o dañados hasta el 6 de julio. Lo del 11 de agosto acrecienta las cifras.

El general de brigada israelí de las FDI, Daniel Hagari, enfatizó sobre el ataque a la escuela. “Se llevó a cabo después de que recibimos información de inteligencia clara y de acuerdo con el derecho internacional. Hemos tomado muchas medidas para reducir el riesgo para los civiles”.

“Reducir” los riesgos no es “eliminar” los riesgos. Está claro. Seguro algunos niños, mujeres u hombres no combatientes sufrirían las consecuencias del ataque.

Pese a que dos veces (1948 y 1949) Israel pidió ingresar a la ONU que le aceptaron en la segunda y a que en su Declaración de Independencia (14.05.1948) se consigna 7 veces a “Naciones Unidas”, el 1º de mayo de 2024 durante el pleno de la Asamblea General que votó a favor de incorporar a Palestina simbólicamente como miembrio (acotado) número 194, el embajador de Israel en ONU, Gilad Erdan, fue autor de una despreciable actitud. Con una maquinita trituradora de papel mostraba de qué manera reducía a tirillas de papal una Carta de la ONU. Actitud despreciable, a todas luces. Ofensiva a los asistentes de la Asamblea General, a la ONU, y al mundo civilizado. Fue un gesto bárbaro con una petulante muestra de “originalidad”. Lo malo es pasó como si nada. Pregunta consecuente: ¿y si el representante de Palestina hubiese devuelto el gesto con la trituración del acta de independencia de Israel? ¡Es de imaginar la conmoción mundial por semejante gesto de “ansisemitismo”, “antiisraelí”, “antijudío”!

Reglas de la información

No es una excepción en las “reglas de la información” que cada parte en un conflicto bélico utilice sistemas propios que le permitan alcanzar “simpatías” espontáneas desde el mundo que, a la postre, servirán para lograr “aliados”. Y que éstas sean disparadoras de decisiones para contar con aprovisionamiento de material bélico y financiamiento, entre otros objetivos planificados.

La guerra de febrero de 2022 que Putin no quiere que así se denomine reemplazándola –tal su voluntad manifiesta- por eufemismos que poco menos lo consagran como “Liberador de Ucrania”, lo posiciona como dictador. ¿Por qué? Por ese aparentemente simple recurso, que no lo es, en rigor: ni simple ni antojadizo. No es simple porque dispuso hacia adentro -en la retaguardia de sus avanzadas belicosas- que nadie ose en Rusia definir los hechos como “guerra”. Nada menos que cercenarles el vocabulario a los casi 150 millones de rusos. El diario NóvayaGazeta, de un historial trágico pudo mostrar al mundo -hoy ya no- que seis de sus periodistas rusos fueron asesinados desde 2001. Al régimen de Vladimir Putin no la gustaba que hicieran operaciones de investigación sobre él y su gobierno. Prohibió que GazetaNovaya cronicara la “guerra”. Su director Dimitri Murátov que venía editando información como valiente periodista optó por suspender las ediciones. Cuando ganó el Nobel de la Paz en 2021 distribuyo la suma recibida entre las familias de los seis periodistas asesinados. Su medalla de oro del Nobel la dio en subasta y los millones recaudados los entregó a Ucrania para sus niños necesitados. Un dato identificador: las primeras computadoras del diario, al fundarse, las pagó con parte del premio en efectivo de otro Nobel (1991): Mijail Gorbachov.

Los avances de los soldados ucranianos sobre territorio ruso provocó la desesperación de Putin. Y mintió a todo el mundo que Ucrania intenta atacar la central rusa de Kursk. Nadie le cree. Jamás haría eso Vlodomir Zelenski. Tiene seis reactores en su propio suelo (Zaporiyia), La opresión en lo interno a su pueblo va llegando a un punto de no retorno para el poderoso jefe de espías en la ex Alemania comunista. Desde esta columna se anticipa un pronóstico. A mediados de 2025 Putin dejará su cetro de mando supremo por presión interna. Habrá otra Rusia.

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