El amor es, a la vez, el sentimiento más ponderado y el que más polémica ha generado a lo largo de la historia. Que si es necesario o no, que si es indispensable o no, que si todos somos capaces de amar: el debate puede ser infinito. Sin embargo, un psiquiatra intenta poner fin a uno de esos dilemas.
"El ser humano necesita amor para vivir", señala Enrique Rojas, profesor de Psiquiatría y Psicología Médica. En uno de sus últimos libros intenta ayudar a las personas a comprender sus emociones, entre ellas, el amor.
Porque necesitamos amor para vivir
Según Rojas El amor es la palabra mágica esencial y decisiva y es un sentimiento fundamental porque es la primera fuente de vida. "Es como la respiración, es muy necesario, el motor de los motores de nuestra existencia y que cobija en su seno muchos significados", explica el psiquiatra.
También indica que hay diferentes modos de amar. Señala y distingue el amor de amistad, hacia una cultura u objeto, el amor familiar, a Dios o el de pareja. Indica que este último es el amor "donde se expresa de la forma más nítida y donde uno se da cuenta de su riqueza y de su complejidad".
Pero para Rojas, incluso el amor más puro debe cumplir una serie de criterios para ser válido. En primer lugar, debe ser un sentimiento propiamente y no una idea. En segundo lugar, debe ser un acto de voluntad y no forzado por las presiones. En tercr ugar, debe ser un acto de inteligencia, por lo que la mente intervendrá inevitablemente. Por último y en cuarto lugar, debe tener un fondo espiritual.
¿Mente y corazón son compatibles?
Hablando a ciencia cierta, no existe la distinción entre corazón y cabeza cuando se habla de sentimientos, dado que todos son procesados en el mismo lugar: el cerebro. Por otro lado, es cierto que algunas emociones -sobre todo las más intensas- generan todo tipo de sensaciones en el resto del cuerpo.
Pero en el orden de la dualidad mente-emociones, Rojas advierte que la elección efectiva de pareja debe partir de "una buena ecuación entre corazón y cabeza". Refiere, en realidad, a que es necesario poner en la balanza cada uno de los aspectos que implica compartir con una persona en particular.
"A este estado se suele llegr de manera gradual y consiste en ir descubriendo que esa persona es valiosa, que uno se siente a gusto a su lado, y que hay comunicación, diálogo, y un deseo de estar con ella y de compartir hechos y vivencias", detalla.