Violación marital en Francia: “No tuve su consentimiento”, admitió uno de los acusados

Lionel R., de 44 años, es uno de los 51 hombres juzgados por haber violado a Giséle Pelicot, mientras estaba inconsciente, drogada por su marido. “La vergüenza aún no cambia de bando”.

“PACTO”. Varios acusados parecen relajados y refuerzan lazos dentro de la sala del juicio, según testigos. “PACTO”. Varios acusados parecen relajados y refuerzan lazos dentro de la sala del juicio, según testigos.
20 Septiembre 2024

AVIÑÓN, Francia.- Uno de los acusados de violar a Gisèle Pelicot en Francia se declaró culpable, tras reconocer que nunca obtuvo el consentimiento de esta mujer, a la que su marido drogaba para permitir que la violaran decenas de hombres, a lo largo de casi una década. Ante el tribunal de Aviñón, en el sur de Francia, Lionel R., de 44 años y uno de los 51 hombres juzgados, reconoció los hechos cometidos el 2 de diciembre de 2018.

El acusado, que pidió perdón a Gisèle a por participar en su “pesadilla”, relató ante el juez cómo fue contactado y describió el encuentro con la mujer y su esposo. “Entré a la habitación y ella estaba inconsciente”, dijo. Dijo que pensó que se trataba de un juego entre ellos, hasta que un “detalle” lo hizo tener dudas.

“Ella se movía mucho, él me dijo que me vaya y me di cuenta de que había un problema”. “Nunca tuve la intención (de violarla), pero como nunca obtuve el consentimiento de la señora Pelicot, solo puedo admitir los hechos”, declaró este hombre de pelo corto, vestido con una camisa y pantalones negros.

En medio del interrogatorio, este vendedor y padre de dos hijos se dirigió a la víctima: “Sé que es demasiado tarde. Nunca quise hacerle daño y, sin embargo, lo hice. Le pido perdón”.

Sus declaración de arrepentimiento contrasta con el relato que hizo una periodista y fotógrafa francesa que asiste al juicio por los hechos ocurridos en el pueblo de Mazan. Los acusados, según publicó en su cuenta de Instagram, donde va siguiendo el proceso día a día, parecen reforzar sus lazos de amistad mientras escuchan los testimonios, piden pausas para salir a fumar y hacen gestos a la prensa y a los asistentes.

“Varios acusados -que comparecen en libertad- amenazaron verbal y físicamente a periodistas (“te voy a volar la cámara”, dijo uno) y a las personas que acudieron al juicio -escribió Magueritat-. Estas intimidaciones se producen todos los días, en particular hacia la prensa, sin que se adopten medidas de protección (por parte del tribunal)”.

Pacto machista

Luego expone lo que considera el formato del “pacto machista”, en el que los abusadores se defienden, se encubren o banalizan lo que han hecho.

“Los acusados crean vínculos cada vez más fuertes entre ellos, que vemos evolucionar cada día. Se refleja en su comportamiento y la confianza que demuestran antes y entre las audiencias”, describe. “Bromas, risas, pausas para fumar... cuesta imaginar cuando los ves que están asistiendo a su propio juicio. Los que mantienen un perfil bajo se pueden contar con los dedos de una mano”, relata en el posteo que se reprodujo cientos de veces en las redes sociales de Francia.

La escena que más repulsión le causó, dice, fue la reacción ante el repudio del público: “Los acusados ingresan a la sala para la reanudación de la audiencia, entre abucheos desde la sala del tribunal. Varias personas gritan ‘vergüenza’. Una decena de acusados se echan a reír y uno de ellos dice: ‘¿Todo esto por nosotros? Qué bonito’”.

Su conclusión es devastadora: “La vergüenza aún no parece haber cambiado de bando”. Esa es la frase con la que Giséle Pelicot explicó por qué decidió que el juicio sea público.

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