La reunión de productores en el segundo encuentro “Salvemos al maíz”, sirvió para afinar el lápiz con respecto a lo que se está haciendo y las decisiones que se deben tomar entre 30 y 60 días para definir la siembra, en función de la emergencia que se vive por el achaparramiento del maíz, transmitido por el vector dalbulus maidis.
“Estamos en una fecha crítica. Todo el trabajo que hagamos hoy, va a marcar el futuro”, dijo el presidente de la Sociedad Rural, que planteó las opciones de cultivo en esta emergencia. “Lo ideal es que podamos salvar al maíz, es decir, que sí se pueda hacer maíz (...) en el último día, si la trampa (por la Red de Trampas de Monitoreo que mide la población de la ‘chicharrita del maíz’) nos muestra que tenemos una población del insecto muy alta, será muy difícil ir al esquema de siembra que tenemos planeado”, subrayó.
La nueva plaga disruptiva del maíz ha sido tan agresiva que, como dijo un experto, obliga “a desaprender para volver a aprender”. El aprendizaje ha llevado a varias conclusiones: a) las condiciones ambientales representan un modelador en la fluctuación del vector. Las heladas de junio y de julio, más las amplitudes térmicas de agosto condicionaron la supervivencia de adultos de esta plaga. b) Se mostró la variación en la infectividad de los adultos del insecto a espiroplasma en el este de Tucumán y el sudeste de Catamarca. c) Quedó claro que el control de los maíces “voluntarios” resulta clave para reducir el potencial aumento de poblaciones de remanentes del insecto que lograron sobrevivir durante el invierno. d) Se remarcó la importancia de que se elija germoplasma de maíz con mayor tolerancia al patosistema del achaparramiento del maíz. e) Se puntualizó como estrategia de manejo la fecha de siembra del maíz, evitando el escalonamiento en el tiempo. e) Se destacó la importancia vital del monitoreo frecuente y exhaustivo de la chicharrita. f) Se presentaron resultados para el control químico del vector.
En el país la intención de siembra de maíz mostraría una caída de 21%, que pasaría de 10,1 millones a ocho millones de hectáreas. En Tucumán se ha previsto en los últimos días una disminución mayor, que oscilaría un 40%, según fuentes del sector productivo, aunque la decisión de siembra se tomará sobre la fecha (de inicio).
En un mes “se evaluará la presencia del vector, los costos, el rendimiento de indiferencia -cubrir gastos o no perder rentabilidad-, y la sustentabilidad, ya que el maíz es muy necesario para la sostenibilidad del sistema”, señaló otro productor. “Tendremos que convivir con esta plaga, con el vector. La clave es aprender a gestionarla para mantener un nivel de población bajo que sea manejable”, planteó otro. Ciertamente, la decisión de dejar de sembrar o de cambiar de cultivo es dura para el sector, por lo que es importante, como se ha señalado, la colaboración y el intercambio de conocimientos entre la comunidad agrícola y las instituciones de investigación para que se acomode y funcione la cadena de cultivo de maíz.