Pequeños lectores transforman su mundo con libros

En un club de lectura, un grupo de niños se convierte en protagonista de su historia y remarca la importancia de leer

SÁBADOS. Una vez a la semana, desde las 11, los niños del club de Libro de Oro se reúnen a leer y a escribir. SÁBADOS. Una vez a la semana, desde las 11, los niños del club de Libro de Oro se reúnen a leer y a escribir. La Gaceta / foto de Analía Jaramillo

Emma, de ocho años, tiene voz dulce y ojos grandes, con los que no deja de leer desde que cumplió seis. “Fue mi papá el que me regaló mi primer libro”, recordó sentada en la sala donde en minutos participará -como cada sábado- de un club de lectura. Esa primera historia que esta niña leyó se llama “Nunca vi una bruja” y le abrió un portal a la literatura que no tan sólo no quiere cerrar, sino que desea que se replique en más chicos de su edad.

Hoy ella prefiere textos de curiosidades. “Los libros de cultura son buenos para mí”, dijo y recomendó a todos los nenes y nenas que lean “Cuando las mujeres eran estrellas”. “Está en castellano y wichi y es una leyenda muy linda”, agregó, como intentando inspirar a otros a hacer crecer el hábito de la lectura.

En escuelas y hogares

La última semana de septiembre y los primeros días de octubre, las aulas de todo el país vieron desarrollarse la Maratón de Lectura nacional, que se pone al hombro fomentar esta tarea que trae muchas recompensas, como las que comentaron los niños del club del Libro de Oro, la librería de Corrientes 532.

Por ejemplo, Victoria tiene ocho años y aprendió a leer a los cuatro. “Yo recomiendo los libros con ilustraciones”, confesó.

La pequeña prefiere leer en papel porque le gusta su textura y los diferentes tipos de formas que tienen las letras impresas. Además contó una particularidad que la incentiva a sumergirse en la literatura: una máquina de escribir. “Tengo una en mi casa en la que escribo una historia basada en los libros de Arthur Conan Doyle, que me gustan mucho”. A esta niña le gusta el misterio que propone el autor de Sherlock Holmes, a quien dibuja después de leer sus aventuras.

Francesco, por su parte, tiene 10 años y es amante de las historias que brinda el manga. “Son emocionantes” indicó, para luego hablar de por qué elige libros en su tiempo libre en vez de juegos en el celular. “Claramente cada uno tiene sus preferencias, pero a mí me gusta cuando puedo imaginar a los personajes dentro de mi cabeza”, destacó.

Violeta, en cambio, tiene 12 años y ocho de ellos los pasó dentro del club porque se enamoró de todo lo que encuentra allí.

“Las historias reales no me agradan mucho, pero sí los cuentos animados y de misterio” dijo quien también atesora a todos los amigos que encontró allí.

Al igual que su compañero, ella prefiere los libros físicos porque pone a trabajar su cerebro. “Se pueden imaginar más detalles que con una pantalla, en la que ves una sola cosa y sólo te centrás en eso que hay”, reflexionó.

Para esta nena, una lectura buena para no querer parar de leer es Los Estrambóticos. “Es una historia que atrapa”, cuenta.

Finalmente Azul, muy risueña, recuerda una anécdota con su madre para sumar otra virtud al hábito de leer.

“Cuando era muy chiquita no podía pronunciar algunas palabras hasta que mi mamá me las leía en cuentos y yo empezaba a repetirlas cada dos por tres”, rememora.

“Leer me lleva a pensar en cosas que quizás no pueden pasar en la realidad pero sí en mi cabeza. Y creo que todos los niños podrían disfrutarlo si encontraran su propio estilo de lectura porque hay un tema para cada uno”, aconseja. Además reveló que en su caso los textos fantásticas son los que la hacen volar más alto.

¿Papel o pantalla?

Su nombre es Luciana Medrano, pero los niños que tiene alrededor la llaman “Seño”. Es quien dirige este club lleno de letras y sueños y la persona que dejó algunos tips para padres y adultos que quieran incentivar el hábito en el hogar.

“Es muy importante la biblioteca en casa. Todos usamos pantallas, los más grandes incluso trabajamos con ellas, por eso que los niños tengan acceso a un libro que puedan tocar, sentir, manipular, ayuda a estimular su creación, su imaginación”, puntualizó.

“Así, los pequeños de tres o cuatro años que ven el libro se asombran porque lo pueden tocar y tener. Hasta los más grandes encuentran un refugio donde todos son iguales y especiales”, agregó.

No obstante, no por ello hay que dejar de lado lo digital, sino que ambas cosas pueden coexistir y ser aliadas.

“Se pueden compartir historias por pantallas, audiolibros y muchas otras cosas, siempre con la idea de que sea un soporte que ayude a lograr los objetivos”, analizó la “Seño”.

De la mano

Así como Victoria, que dibuja lo que su cabeza crea cuando lee, o Azul, que amplió su vocabulario, leer tiene propiedades que quizás no siempre se tienen en cuenta: ayuda a escribir mejor y a convertirse.

“La idea es que la escritura y la lectura estén siempre de la mano, porque vivimos en una sociedad letrada en la que si no te incorporás lamentablemente quedás afuera”, expresó Luciana.

“Así los libros te abren muchísimos caminos, mientras que la escritura también ayuda a sacar o decir eso que no podemos expresar en forma oral”, comentó Medrano sobre dos cuestiones que parecen distintas pero son grandes aliadas.

Para finalizar, Luciana habló sobre una virtud que se puede encontrar asociada a páginas físicas o digitales.

“En los libros se puede ver más allá de lo que uno lee y nunca se está solo”, puntualizó.

Y en ese sentido amplió: “La lectura hace que ingresemos a un mundo en el que se está acompañado, más allá de que ese personaje sea ficticio. E incluso más allá de que ese protagonista tenga otro tipo de pensamiento, vos no estás nunca más solo con un libro”.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios