07 Octubre 2024
En su sexto día como presidenta, Claudia Sheinbaum se enfrenta al brutal asesinato a manos de los narcos de un político en México. Una semana después de asumir el cargo de alcalde de Chilpancingo, capital del estado de Guerrero, Alejandro Arcos apareció la noche del domingo decapitado en una camioneta aparcada en la colonia Villa del Roble. En una escenografía propia de los carteles de la droga: su cabeza estaba en el techo del vehículo y el resto del cuerpo en el asiento del copiloto. Solo tres días antes había sido asesinado el secretario general del Ayuntamiento, Francisco Gonzalo Tapia.
«Se están haciendo las investigaciones necesarias para saber cuál fue el motivo, cuál fue el móvil y por supuesto hacer las detenciones correspondientes», señaló la presidenta Sheinbaum en su rueda de prensa diaria, ante el asesinato de Arcos, miembro del opositor Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuyo presidente, Alejandro Moreno, pidió una investigación clara e inmediata a la Fiscalía General de la República (FGR). Por su parte, Jesús Zambrano, presidente del también opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD), sostuvo que la muerte de Ascos es «una muestra más de la ausencia de gobernabilidad» en Guerrero, que se encuentra «claramente en manos de la delincuencia», y exigió que Sheinbaum tome «directamente en sus manos el esclarecimiento y castigo de este asesinato político en este narcoestado sureño».
Guerrero es uno de los puntos más conflictivos del país centroamericano, ya que su proximidad al Pacífico lo convierte en una zona estratégica para el tráfico de drogas. El enfrentamiento entre las bandas criminales por hacerse con el control del territorio ha incrementado la violencia, que alcanza tanto a civiles, como a políticos y jueces.
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