Marcados a fuego

El ex rector Juan Alberto Cerisola y sus tres ex funcionarios en la Universidad Nacional de Tucumán, Luis Fernando Sacca, Olga Cudmani y Osvaldo Venturino, están en la mira. Han sido acusados en 2010 por supuestas irregularidades en obras realizadas con los fondos provenientes de la minería y por las colocaciones financieras de esos fondos, por unos 85 millones de dólares, en el período 2006-2008. Desde mayo pasado están en las espaciadas audiencias del extenso juicio oral para debatir qué se hizo con la cantidad exorbitante de dinero que le llegó a la Universidad desde la empresa Yacimientos Mineros Aguas de Dionisio (YMAD), de la que la casa de estudios es socia, junto a Catamarca y a la Nación. Los cuatro acusados esperan desde hace 14 años que se resuelva esta situación. Lo dijeron claro Cerisola y Sacca cuando hablaron ante los jueces. Los persigue el estigma de la plata llegada de la mina, que ellos sienten como un sambenito frente a tareas que para ellos fueron resignificar la ciudad universitaria, mientras que la fiscalía y la querella calificaron las maniobras como parte de un sistema oscuro y de corrupción estructural.    

Sobre todo eso se discute en el juicio y todavía falta que se escuche a los peritos y se debata sobre las aristas complejas del caso, que es difícil de entender. Básicamente, la UNT tiene potestades en minería porque Abel Peirano en los años 30 descubrió el yacimiento de Farallón negro en Catamarca y le legó a la casa de altos estudios sus derechos de explotación. Lo cual generó conflicto con Catamarca y eso se dirimió en 1958 con la ley 14.771, que creaba YMAD como entidad conformada por Catamarca, la UNT y la Nación, y establecía que de las utilidades mineras le corresponderían un 60% a Catamarca y un 40% a la UNT; y específicamente el artículo 18 de la ley establece que ese 40% debe estar destinado a terminar la ciudad universitaria, “conforme a los planos aprobados”.

Del ensueño a una realidad distinta

Mientras YMAD no dio plata o generó apenas monedas, nadie se preocupó por el tema ciudad universitaria, que para la UNT era el gran sueño perdido desde que en tiempos del primer peronismo, en 1948, el rector Horacio Descole hizo diseñar el megaproyecto de la ciudad universitaria en San Javier y Horco Molle y comenzó a ejecutarlo. Pero hacia 1951 se quedó sin fondos de la Nación, que ya había hecho mucho: había expropiado 18.000 hectáreas (al día de hoy quedaron sólo 14.130) y envió plata para que se construyan las instalaciones que se ven todavía en la sierra. La CU no se terminó pero quedó el sueño intacto. Cada tanto se volvió a esa ilusión.

Cuando, después del ingreso de las grandes empresas mineras al país durante el menemismo, YMAD concesionó la explotación con la Minera Alumbrera -que alborotó a Catamarca y a Tucumán a partir de mediados de los 90- volvió la ilusión. Y en 2005, en el rectorado de Mario Marigliano, llegó la primera tanda de un millón de dólares en tres partes. Ya durante la administración de Cerisola vino la inundación de dinero, que se prolongó en grandes cantidades hasta 2014, cuando se inició el cierre de la Alumbrera.

En el ínterin Cerisola diseñó su idea de “Ciudad universitaria siglo XXI”, según dijo. Un proyecto por fuera de la ley de obras públicas (que justificó, si bien una de las acusaciones en el juicio es por eso); describió que hizo hacer cerca de 100 obras y puso énfasis en señalar que la comunidad universitaria, sedienta de arreglos y obras nuevas, muy bien lo agradeció. Pero desde 2010, tras la denuncia de Ramón Eudal, está acusado por administración fraudulenta e incumplimiento de los deberes de funcionario público en 13 obras. Se lo acusa por presuntos sobreprecios, por haber hecho cambiar la ley 14.771 al firmar un acta en YMAD el 2 de enero de 2008 para dar por terminada la ciudad universitaria y con ello cambiar el destino de ese 40%, que a partir de entonces se debía repartir 20% para las otras universidades y 20% de libre disponibilidad. Desde 2008 hasta 2014 siguió llegando dinero y la sociedad tuvo conciencia de eso cuando el ya fallecido Florencio Aceñolaza, ex delegado de la UNT en YMAD, dijo que la Universidad había dejado de ganar 500 millones de pesos (¿unos 150 millones de dólares de esa época?) por el reparto a las otras universidades.

“Se comieron la plata”

Hasta acá, el juicio. Se supone que va a durar hasta diciembre, aunque se presume que pasará al otro año. Pero si los acusados y la comunidad universitaria creen que con eso se va a terminar una extensa etapa oscura generada por la supuesta corrupción de la minería, se equivocan. Ya parece instalado en el imaginario popular que el sueño trunco ha sido arteramente desviado. Lo dio a entender con su sesgado razonamiento en la Cámara de Diputados la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, cuando usó  de modo inexacto esta historia vergonzosa de la UNT para justificar la política de Javier Milei con respecto a las universidades. “En Tucumán, la notable Universidad de Tucumán que sacó grandes personas, grandes figuras, hizo un convenio con la Alumbrera, la mina de Catamarca. Con ese convenio hicieron un fondo fiduciario con un solo objetivo que era que iban a hacer una nueva Ciudad Universitaria. Se comieron la plata, están todos procesados a punto de un juicio oral. Van todos presos. Toda la plata que la Alumbrera le pasó al fondo fiduciario para hacer una nueva Ciudad... ¿Dónde están los estudiantes estudiando en Tucumán? En la vieja universidad de toda la vida porque se comieron la plata”. Aseveración brutal, que pone a todos en la bolsa.

Pero vuelve al viejo interrogante: ¿Qué ha hecho la Universidad con la plata de la minería? Porque en el juicio se está investigando el uso de 85 millones de dólares. Pero la ley dice que todas las utilidades que llegan a la Universidad de YMAD deben destinarse a concluir la ciudad universitaria. Esa que está arriba, en el cerro, esperando que se la termine desde hace 74 años.

Por si acaso, como la Universidad ha querellado a YMAD para que se dé de baja el acta y se restituya el 40%, todo el dinero que llega se lo guarda, incluyendo lo que corresponde a otras universidades, en una cuenta bajo custodia del juzgado federal de Catamarca. No se sabe cuánta plata hay, y tampoco se sabe cuánta plata ha llegado en total de la minería desde el comienzo de las tareas de YMAD en 1958. Ni se sabe (se podría averiguar) si eso hubiera alcanzado para terminar esa ciudad universitaria de los sueños de Descole. Esa que Bullrich dice que se comieron. La UNT trata de acomodar el entramado legal con YMAD para sacarse de encima el sambenito del 40% para concluir la ciudad universitaria “conforme a los planos aprobados”, porque ese es otro problema que se le viene después del juicio a Cerisola.

Si al terminar el juicio el ex rector (además de sus ex funcionarios) resulta culpable, le queda otro largo derrotero: el proceso oral derivado de éste por los sobreprecios en los que se involucra a una veintena de empresarios, y el proceso sobre las construcciones por el que se acusa a Olga Cudmani. Si resultaran inocentes, acaso respiren aliviados. Pero el sambenito que lanzó la ministra Bullrich, y que abarca más allá de ellos en la UNT, los ha dejado marcados a fuego.

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