Hoy 19 de octubre se cumple el 110 aniversario de la muerte de nuestro prócer Julio Argentino Roca. No sé si Tucumán tendrá organizado actos conmemorativos. Pero Roca los merece. Teniendo 16 años, siendo alumno del Colegio de Concepción del Uruguay, tuvo su bautismo de fuego en la batalla de Cepeda, donde se enfrentaron los ejércitos de la Confederacion y de la provincia de Buenos Aires, en la cual las fuerzas comandadas por Urquiza derrotaron a las porteñas de Mitre. Luego los adversarios llegaron a un acuerdo y firmaron el Pacto de San José de Flores. En la presidencia de Avellaneda, quien lo nombra ministro de Guerra y Marina, propuso un proyecto de ley, que con el nro 947 es sancionada el 4/10/1878, y acuerda un presupuesto para equipar un ejército y hacer la campaña al desierto. Avellaneda apoyó el proyecto de Roca porque los chilenos pretendían la Patagonia. La Conquista no fue la aniquilación del indio, que eran chilenos que venían a robar hacienda y llevarse cautivas. Era una actitud enérgica de posesión de esa parte de la Argentina, que hasta entonces, en los hechos, no era nuestra. Más que una expedición militar fue un acto posesorio. Roca llevó con el ejército, sacerdotes salesianos y naturalistas. Fueron los salesianos quienes educaron al niño Ceferino Namuncurá, hijo del gran cacique Namuncurá. Demostró tanta bondad y piedad Ceferino que fue enviado a Roma, donde lo recibió en audiencia el Papa Pio nono, a quien le regaló un poncho pampa, y a los 18 años murió de tuberculosis. Terminada la Conquista, Roca pasa de militar a político. Asume en 1880 su primera presidencia y empieza una etapa de “Paz y Administración”. Se fundaron las bases de una nueva Argentina. La ley de educación 1.420, que imponía la educación primaria, gratuita, obligatoria y laica. La ley de Registro Civil. Estás dos leyes eran indispensables para los inmigrantes que no eran católicos. El Tratado con Chile, mediante el cual Chile renunciaba a toda pretensión sobre la Patagonia, y la frontera pasaba por la línea de las más altas cumbres divisorias de aguas. También la expansión de la industria, el comercio, la exportación de cereales, el comienzo de las carnes congeladas. La expansión de los ferrocarriles, el puerto de Buenos Aires. Sin la Patagonia hoy no habría petróleo ni gas natural. Ni gasoducto Néstor Kirchner ni Vaca Muerta. Los argentinos no podríamos reclamar nuestras islas Malvinas, ni tendríamos la Antártida, Tierra del Fuego, ni los glaciares al este de las altas cumbres andinas. Sin la Patagonia no habría Cerro Catedral, ni El Calafate, ni glaciar Perito Moreno. Roca sin duda es soberanía. Sin Roca, la Argentina hubiera sido pequeña. Impulso 50 años de gran prosperidad, dándole las bases de su infraestructura material. De ser un país casi analfabeto, Roca hizo una epopeya de alfabetización sin parangón. Y su pasión por la paz y la integración lo demostró nombrando a su enemigo el cacique Namuncurá, coronel del Ejército argentino, uniforme que el cacique lucía con orgullo. Hoy hay un objetivo de descalificación de sus logros y su figura, principalmente por aquellos que admiran al matrimonio patagónico que hizo una gran fortuna donde Roca hizo una gran Nación. El presente nos obliga a reeditar muchos de aquellos logros extraordinarios del ilustre prócer tucumano.
José Manuel García González