Dicen los guardavidas que las personas que se están ahogando y que encima no saben nadar, son las más peligrosas al momento de acercarse, porque -en su desesperación- lanzan patadas y manotazos hacia todos lados, golpeando lo que se cruce ante sus manos y pies. No miran, no escuchan, no piensan. Y es lo que le sucedió al presidente de la República Argentina, Javier Milei (ahogándose en su propio estanque), al acusar al ex presidente Raúl Alfonsín de haber pergeñado un golpe de Estado en contra del gobierno del ex presidente Fernando De la Rúa. No fue casual el momento en el que lo hizo (30 de octubre, aniversario de la recuperación de la Democracia), como tampoco el lugar y el público ante el que escupió su incompetencia y su frustración (Fundación Mediterránea, fundada durante la dictadura y “madre” de Domingo Cavallo, responsable de estatizar deudas privadas; de las políticas económicas de Menem y de De la Rúa). El Dr. Raúl Alfonsín es el verdadero “Padre de la Democracia”, reconocido a nivel mundial por haber logrado hacer lo que ningún otro país hizo para juzgar y condenar al terrorismo de Estado y a los responsables de delitos de lesa humanidad. El Dr. Raúl Alfonsín nunca buscó esta fama mundial, sino garantizar -desde el Estado mismo- el acceso a la Verdad y a la Justicia, para construir Memoria. Otros, mientras tanto, quieren destruir al Estado y tener protagonismo mundial por medio de payasescas fotos con personajes como Elon Musk. Honrar la vida no es cosa sencilla, Sr. Presidente.
Javier Ernesto Guardia Bosñak