Debo decir que me quedó martillando la cabeza, por lo increíble, la información en LA GACETA de que el Gerente General de la AFIP estaba percibiendo un sueldo mensual de $ 24 millones por su tarea. Y alguito menos para el resto de la plana mayor. Esto corrobora, aunque duela decirlo, que sí existe una casta privilegiada en el país. Lo malo es que se trata de dinero aportado con el sacrificio del pueblo, que supone que el esfuerzo de entregar parte del dinerillo bien ganado es un acto de patriotismo. Ahora estoy comenzando a entender por qué aquel que puede hacerlo trata de evadir la supuesta “contribución”. Y quedar con la conciencia tranquila. Si el presidente Milei insiste en terminar con estos alocados delirios de malos personajes, cosechará tantos enemigos que intentarán destruirlo a la mayor brevedad. Atacar intereses poderosos es, lisa y llanamente, una tarea de “locos”, en este país donde la razón, el sentimiento y la honestidad son, abiertamente y a propósito, ignorados. Por eso, y sin cesar, nos sobrevuela la angustia.
Darío Albornoz